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El Jardín: lugar de misterios en la yunga salteña

Paisajes inhóspitos que encierran mitos y leyendas en el sur histórico y gaucho.
Jueves, 01 de septiembre de 2022 02:25

La localidad de El Jardín, ubicada a 240 kilómetros de Salta capital y la última del sur de la provincia, guarda secretos cobijados por la naturaleza y sus pobladores.
El Tribuno realizó un recorrido exclusivo por la ruta provincial 6 y fue testigo de misterios y leyendas que rodean la zona del sur histórico y gaucho.
Entre ellos se cuenta una calavera aparecida en medio de la selva y una casa que habría sido construida por un jerarca del ejército alemán. También, un relato apasionante de un poblador que jura haber tenido tres encuentros con el mítico “Ucumar”. La naturaleza y la aventura se conjugan aquí como en una película.

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La localidad de El Jardín, ubicada a 240 kilómetros de Salta capital y la última del sur de la provincia, guarda secretos cobijados por la naturaleza y sus pobladores.
El Tribuno realizó un recorrido exclusivo por la ruta provincial 6 y fue testigo de misterios y leyendas que rodean la zona del sur histórico y gaucho.
Entre ellos se cuenta una calavera aparecida en medio de la selva y una casa que habría sido construida por un jerarca del ejército alemán. También, un relato apasionante de un poblador que jura haber tenido tres encuentros con el mítico “Ucumar”. La naturaleza y la aventura se conjugan aquí como en una película.


Desde El Jardín, por el camino que va hacia El Espinal, unos dos kilómetros adentro, la selva se apodera de todo. Allí, en la grieta de una enorme peña, aparece un cráneo al que muchos le atribuyen milagros y también maldiciones.

Por un sendero, al cual solamente los baqueanos logran dominar, lleno de curvas, subidas y bajadas que son bordeadas por precipicios, hay un río, que es el último bastión para llegar a “el cadáver” como lo llaman los lugareños.
Nadie sabe cómo llegó allí, ni a quien pertenecía. Lo único que se comenta es que es milagrosa y también tormentosa. Por ello, muchos le ofrendan bebidas, velas y plegarias. Los lugareños cuentan que “una vez alguien se llevó la calavera a su casa y que ese día no pudo dormir, ya que lo espantaron toda la noche”. Al borde de la locura, esta persona devolvió la calavera a su lugar y desde entonces nadie se atreve a hacer lo mismo.

La calavera es pequeña, de color blanco reluciente y sin signos de violencia. ¿Fue un hombre o una mujer? ¿Qué le pasó?¿Cómo y de qué manera fue a parar a ese lugar y porqué se resiste a salir de ese sitio? Interrogantes que se ocultan detrás de un misterio apabullante.


Siguiendo la ruta 6, bordeando el río Los Sauces, el cerro Las Pirámides, el camping de Paso Zárate, a unos 13 kilómetros de El Jardín, en la finca Las Pichanas, se encuentra una enigmática casa construida en medio de la selva. Con un inconfundible estilo alpino, los lugareños la denominan “La Casita de Chocolate”.
Don Ciro López, vecino de El Jardín, rememoró algunas de las teorías sobre su construcción. Está ubicada en un lugar estratégico, ya que para llegar hay que caminar unos trescientos metros selva adentro. No es visible desde el camino pero, por el contrario, la casa es un mirador del lugar. De su dueño solo se sabe que era de apellido Vohn Berna y que la construyó con sus propias manos. De un día para el otro, el hombre desapareció de la misma manera en que había llegado: de la nada. “Hasta el día de hoy, nadie sabe qué pasó con él”, contó don Ciro.
Lo más sorprendente es que su interior dejar ver vestigios de una tecnología de punta para la época. Dos baños, uno con tina y otro solamente con ducha; dos habitaciones en el piso de arriba y una con un balcón que ofrece un paisaje inigualable, una cocina y un living con chimenea, son los ambientes de la enigmática morada que aún se conservan intactos, aunque todo su mobiliario fue saqueado. La casa tiene instalaciones sanitarias y conexiones eléctricas que al parecer se alimentaban de un generador hidroeléctrico que el mismo Vohn Berna habría construido para aprovechar la caída de agua en la zona. “Era la única que en los años 60 tenía electricidad” dijo Ciro.
La casa está construida con mara, una madera que no es originaria del lugar. Los mas viejos recuerdan que el alemán trasladaba en su camioneta roja, única en el lugar, los troncos hasta un aserradero cercano donde los cortaba con precisión.
“Siempre tenía en su camioneta todo tipo de medicamentos que regalaba a quienes los necesitaban. Tenía una importante colección de libros, desde ingeniería y construcciones hasta cuestiones relacionadas con la guerra y las estrategias militares. Realmente era un hombre muy inteligente” recordó también Carlos Fabián López, el intendente de El Jardín.
 

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