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Urtubey y Loutaif salieron en defensa de Mario Peña

Viernes, 05 de abril de 2013 12:39

El Gobierno de la Provincia explicitó la incorporación del empresario Mario Peña en la campaña electoral y salió a respaldarlo, ante el fuerte impacto que tuvieron en la opinión pública las derivaciones del derrumbe de una enorme roca sobre la ruta 47, en el kilómetro 16, a la altura del Hotel del Dique.

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El Gobierno de la Provincia explicitó la incorporación del empresario Mario Peña en la campaña electoral y salió a respaldarlo, ante el fuerte impacto que tuvieron en la opinión pública las derivaciones del derrumbe de una enorme roca sobre la ruta 47, en el kilómetro 16, a la altura del Hotel del Dique.

Luego de que el último fin de semana ese desmoronamiento casi arrastrara a un vehículo, se supo que Peña había realizado un desmonte en las laderas, con el propósito de construir allí un spa financiado con 3.200.000 pesos en créditos fiscales asignados por el gobierno de Juan Manuel Urtubey.

El desmonte, ubicado en la zona de máxima protección ambiental del perilago, fue suspendido, por carecer de autorización, según consta en la página digital del Gobierno, el 29 de junio de 2011. La denuncia había sido efectuada por vecinos y por una FM salteña.

El ministro de Producción y Ambiente, Alfredo De Angelis, nada dijo sobre el eventual riesgo que puedan correr los transeúntes y los mismos pasajeros del hotel, ni confirmó en qué estado se encuentra la investigación. El spa, por lo pronto, no fue construido.

También molestó mucho a Peña que se haya publicado que su complejo hotelero y vitivinícola fue financiado con 4.300.000 dólares aportados por el Estado a lo largo de los últimos 16 años, en efectivo y en desgravaciones fiscales, que fueron pagados fundamentalmente con pautas publicitarias.

Un viraje nada ingenuo

Desde hace unos meses, al comenzar el período preelectoral, Peña dio un fuerte viraje en su discurso -no es el primero en su larga permanencia en el micrófono- y se sumó a la campaña oficialista de Urtubey.

Ayer, esta asociación quedó blanqueada, y su financiamiento no está explicitado; la explicación no parece agotarse en el hecho de que siendo Aries una de las FM con menos incidencia en la audiencia, ubicada en el sexto lugar entre los medios de Salta capital, sea la que más publicidad oficial recibe.

El ministro de Gobierno Julio Loutaif, habitual vocero cuando se trata de explicar operaciones poco claras con dineros del Estado, aseguró que “se borraron los registros de entrega de pauta oficial a los medios entre los años 1995 y 2001, en plena gestión del ex gobernador Juan Carlos Romero”. No obstante, el ministro político aseguró que “el grupo Horizontes se llevaba entre el 25 y el 28 por ciento de la torta publicitaria”. La pregunta va de suyo: si no existen registros, ¿cómo lo sabe el ministro?

Lo sabe porque los registros no están destruidos y porque existe documentación, que es el balance de cada ejercicio presupuestario ejecutado.

Loutaif, cuya gestación como político no coincide exactamente con los principios básicos de la libertad de expresión y los derechos ciudadanos, aventuró que El Tribuno “intentó quedarse con el monopolio de la prensa, pero por suerte hoy no pasa eso y hay muchos medios que pueden acceder a la pauta”.

La conversación entre Loutaif y Peña se dio en el estudio radial, pero a las palabras no se las lleva el viento. Peña afirmó que El Tribuno percibió doce millones de dólares de publicidad durante los 12 años del gobierno de Juan Carlos Romero. Más allá de la precisión o la legitimidad de esa publicidad, lo cierto es que el actual gobierno, en 2012, distribuyó unos 10 millones de dólares en publicidad. La proyección sería de 120 millones de dólares en 12 años.

Extravagancias

En la misma línea que su ministro, el gobernador Juan Manuel Urtubey ignoró la depredación, que su propio gobierno suspendió y que se puede apreciar en la foto de portada de la página del Hotel del Dique; también pasó por alto el derrumbe y sostuvo que haber publicado la información sobre las empresas hoteleras de Peña supone “una actitud de amedrentamiento del diario, tratando de silenciar a la prensa” (sic). En una afirmación casi extravagante, Urtubey le dijo a Peña que “a veces se trata de silenciar a la prensa desde la prensa y es un hecho repudiable que no podemos dejar pasar”.

 

Un concepto autoritario de la vida política

 

Es tan claro el alineamiento de Mario Peña que, en su esbozo de justificación, el locutor ayer agravió a todos los secretarios de Prensa a partir de 1995, pasando por alto a Juan Manuel Urtubey, que desempeñó ese cargo entre 1996 y 1997, antes de asumir como diputado nacional. Fue durante ese período que Urtubey escribió su libro Sembrando progreso, dedicado a elogiar como nadie lo hizo a Juan Carlos Romero.

Todos los gobiernos se molestan alguna vez con el periodismo y, en algunos casos, intentan con poca suerte crear medios alternativos de comunicación, que la gente por supuesto no lee. A ningún gobierno le resulta agradable la crítica, aunque la esencia de la democracia consiste en tolerarla y aprovecharla.

A veces, cuando llega el declive, algunos periodistas sienten la tentación de resignar su independencia al calor de los dineros del Estado.

La reacción de Mario Peña en estos días y la protección que buscó en Urtubey y en Loutaif deja al desnudo que fue sumado a la campaña oficial, que pivotea en el ataque a los medios no disciplinados, en el sometimiento de los más vulnerables y en el reemplazo del discurso y de la palabra por el agravio.

 

¡­Las vueltas que da la vida!

Un medio digital local exhumó una nota publicada 16 meses atrás, el 15 de noviembre de 2011, firmada por Bernardita Padilla.

En aquellos días, Peña despotricaba contra los gastos de los funcionarios del gobierno de Juan Manuel Urtubey. Raro, porque siempre es oficialista, si le pagan como quiere. Fue en ese momento que tomaron estado público las generosas pautas publicitarias que cobraba el dueño del Hotel del Dique. A él le parecía poco. De inmediato, desafió a Urtubey a que suspendiera todas las pautas publicitarias. No las de él, sino las de todos. Los tiempos han cambiado y, por ahora, todos son elogios mutuos. Mientras subsista el entendimiento que financia la armonía, no habrá viraje.

 

 

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