Julio es un docente de educación física de 43 años que llego hace 20 a la ciudad de Orán junto con su familia en busca de un futuro mejor pero, sin duda, él se convirtió en el futuro mejor de un grupo de chicos con capacidades diferentes.
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Julio es un docente de educación física de 43 años que llego hace 20 a la ciudad de Orán junto con su familia en busca de un futuro mejor pero, sin duda, él se convirtió en el futuro mejor de un grupo de chicos con capacidades diferentes.
Incentivado por un amigo vino a instalarse a Orán con sus hijos Agustín y Maite, comenzó a trabajar en varias escuelas primarias como profesor de educación física hasta que en el 2006 se le abrió la puerta de un nuevo trabajo, lo habían nombrado en el Escuela Especial Delia Taranto de Cosso, en la Ciudad de Orán.
Allí no solo se desempeña como estimulador, sino que, además, empezó a proyectar en los pequeños las ganas de superarse en el ámbito deportivo. Así fue que con mucho trabajo los insertó en campeonatos deportivos de alto rendimiento. "Es un excelente docente y goza del aprecio de sus estudiantes. Ama enseñar", expresan los padres cuando hablan de él.
Muchos recuerdan el trabajo que hizo con Thalía Gómez, con discapacidad motora, ella no caminó hasta los tres años, de repente llegó el profe Julio a la Escuela especial, se empeñó mucho en trabajar con ella, hasta que un día le preguntó si quería correr y competir, algo inalcanzable para ella. Hoy no solo camina, sino que además ganó 7 medallas de oro y 25 medallas de plata, en carreras de 80 metros.
Julio siempre entrega a sus alumnos lo mejor de sí y obtiene de ellos también lo mejor. La confianza, el vínculo de amistad y respeto que existe entre Julio y cada uno de sus alumnos es increíble, gracias a su esfuerzo y gestión los chicos se convirtieron en atletas, y conocieron otras provincias en distintos campeonatos.
Julio no solo se dedica a entrenarlos, sino que a varios que son carentes de recursos, los busca de sus casas y los lleva de nuevo, los atiende y los cuida como un padre. La tarea de este noble docente no se limita a ser un entrenador de chicos con capacidades diferentes, sino que también implica a estar atento no solos a sus emociones sino también a las necesidades fisiológicas de cada joven. No es una tarea fácil y todo lo hace con amor y solidaridad.
Sin duda estos chicos llegaron para revolucionarle la vida a este joven formoseño que dedica su vida a su trabajo que sus atletas especiales.
El Club Pizarro le cedió hace siete años un espacio para que pudieran concretar su anhelo de formar la Escuelita de Iniciación Deportiva "Atletismo Especial" y entrenar a casi 30 chicos con capacidades diferentes, en algunos casos con un aporte mínimo que solo le alcanza para cubrir algunos gastos, les dedica sus tardes. El Club es conciente que la discapacidad no genera dinero, pero sin embargo apoya esta noble tarea.
Julio divide su día entre el trabajo en la escuela Especial, algunas horas en escuelas secundarios y el terciario donde es docente en la carrera de educación Física, donde no solo imparte conocimientos inherentes a la carrera sino sobre todo transmite la pasión y el amor por los niños que hoy deben ser incluidos en el sistema educativo.
El en 2022 fue reconocido con el Premio San Ramón en el rubro Social, premio que se entrega a las personas que se destacan por su honestidad, entrega y generosidad en la comunidad.
Todos los que conocen a Julio Sosa, saben que él marca en cada joven su impronta de alegría, sencillez y humildad. Con gran calidez humana expresa tener "una gran responsabilidad, pero solo busco descubrir y explotar en cada uno sus cualidades que los hacen únicos y diferentes al resto".
Embargado de emoción solo puede decir "ellos me enseñan cada día que con esfuerzo todo se puede".