Más que una brasa caliente, agarró una hoguera encendida el simple, metódico y campechano exlateral oriundo de Pujato cuando, mientras varios popes que se habían postulado como los más calificados agachaban la cabeza, y nadie asomaba para asumir un desafío que asomaba traumático.
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Más que una brasa caliente, agarró una hoguera encendida el simple, metódico y campechano exlateral oriundo de Pujato cuando, mientras varios popes que se habían postulado como los más calificados agachaban la cabeza, y nadie asomaba para asumir un desafío que asomaba traumático.
Y un 7 de septiembre de 2018, un joven e inexperto Lionel Scaloni levantaba tímidamente la mano cuando pocos querían agarrar las riendas de la Selección argentina mayor, en uno de los contextos históricos más caóticos que se recuerden de la Albiceleste: posfracaso Rusia 2018, rumores de camarillas de vestuarios insalvables sumado al mito de la "cama a Sampaoli", una vieja generación despojada de idolatría y pedestales y una nueva sangre que generaba desconfianza.
Y, sobre todo, un cierto rechazo popular que el relajado santafesino fue transformando en consenso, y unidad con el paso del tiempo. Hoy, aquel novato que cargaba prejuicios ajenos no solo se convirtió en el DT más ganador de la historia de la Selección, sino que además logró alcanzar un crédito popular inimaginable e inalterable que sería hoy la envidia de cualquier candidato político, de aquellos a cuya figura la devaluó al máximo el hastío popular.
El "No te vayas Lionel" que en cuestión de minutos llegó a ser trending topic en las redes es solo una muestra del poder de esa conmovedora adhesión.