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Industrializar en origen, un factor clave para el desarrollo de Salta

Domingo, 11 de septiembre de 2022 00:00

Salta y el país necesitan con urgencia emprender el camino de la reactivación económica y la recuperación del empleo genuino.

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Salta y el país necesitan con urgencia emprender el camino de la reactivación económica y la recuperación del empleo genuino.

La crisis social que avanza desde las últimas décadas convierte a ese objetivo en un imperativo.

Volver a poner en marcha el país es responsabilidad del Estado. En consecuencia, solo podrá materializarse con gobernantes con preparación de estadistas, sea cual sea el signo político.

Desde hace tiempo, nuestro país comenzó a abandonar el camino del desarrollo, básicamente, porque los gobiernos sucesivos asumieron pensando que marchaban sobre los despojos de su adversario y porque los dirigentes políticos, pero también los líderes empresarios y la dirigencia sindical, privilegiaron el discurso mesiánico y los intereses de las élites dominantes.

Esta Semana de la Industria, que El Tribuno celebró con un nuevo ciclo de "Hablemos de lo que viene" dedicado a "Logística y desarrollo Industrial", permitió que empresarios, economistas, politólogos e investigadores analizaran la realidad industrial de nuestra provincia, las dificultades y las expectativas de los emprendedores y las condiciones macroeconómicas y culturales en las que se debe tratar de iniciar la imprescindible recuperación.

Quedó en claro que lograrlo no dependerá solamente de las políticas nacionales, sino también de la firmeza de los gobernadores para defender y sostener la producción local, construir un entramado con las provincias vecinas para la construcción del corredor biocéanico y para exigir al Gobierno federal un compromiso incondicional, sin amiguismos ni clientelismos, en semejante tarea. Un compromiso de Estado.

El primer paso que debemos dar es cultural. Es imprescindible reconstruir la valoración de la empresa, la profesionalización del trabajo y la capacidad de invertir en innovación y en correr riesgos.

Sin empresas no hay desarrollo. Y para el desarrollo son imprescindibles ciertas condiciones básicas de infraestructura y estabilidad política en la relación con el comercio internacional y en el sistema tributario.

El salteño Salvador Muñoz fue muy claro durante su exposición en las instalaciones del Jockey Club, el jueves pasado: "La empresa se define por su capacidad para crear las condiciones que le permitan aceptar desafíos, ponerse metas de innovación y asumir riesgos".

Pensar que "facturación" es sinónimo de "ganancia" es propio de un discurso político surgido de la impotencia y se usa como pretexto para aumentar los impuestos y multiplicar la dádiva; tal discurso coloca al empresario bajo una mirada clasista anacrónica, que solo garantiza la multiplicación de la pobreza.

La consecuencia es un país que lleva cuatro décadas en "estado de emergencia", como lo describió ese día el economista Fausto Spotorno en su evaluación del escenario político nacional.

Las políticas cerradas al comercio exterior y de perfil estatista y distribucionista que prevalecieron en ese período, solo beneficiaron a una élite construida desde la política y degradaron al extremo la calidad laboral.

Los resultados están a la vista. Ricardo Roquette, CEO de Agrobari, una empresa dedicada a la producción y procesamiento de legumbres y otras actividades agroindustriales puso de relieve la importancia de la empresa a las condiciones locales. La suya es una compañía portuguesa que se instaló hace 24 años en la Argentina, que tuvo que aprender a aprovechar las oportunidades que brinda nuestro país y que logró sobreponerse a los vaivenes políticos y económicos. Pero la intención de exportar legumbres procesadas en origen no pudo concretarla. Los cepos, los vaivenes cambiarios, las retenciones y los cierres de exportaciones, los obligan a procesar la materia prima en Portugal. "El ejemplo más claro lo ofrece la carne argentina. Es un sello de enorme calidad en el mundo, que mantiene su prestigio a pesar de que disminuyó su presencia en los mercados".

El debilitamiento argentino solo se explica por la capacidad asombrosa de aniquilar oportunidades.

"La mayoría de la gente ve cada vez más oscuro el futuro. La certeza de los inmigrantes acerca de que el sacrificio de los padres se iba a transformar en el progreso de sus hijos y sus nietos se ha diluido", dijo la politóloga Ana Iparraguirre, quien describió un panorama de incertidumbre política para las próximas elecciones.

Pero esa pesadumbre generalizada que detectan las encuestas no frena el ímpetu emprendedor. José Antonio Porta, descendiente de inmigrantes italianos con vocación innovadora, que llegaron a Córdoba hace 140 años, parece derramar solo optimismo. Sus antecesores comenzaron produciendo licores, luego avanzaron en la producción de alcohol y más recientemente, en bioetanol y en el tratamiento de la proteína vegetal. José Antonio, define esto como "la dinámica de la búsqueda permanente de nuevas oportunidades" y él, concretamente, está avocado a un proyecto de robótica aplicada a la producción avícola. "En un país sojero, se importaba la proteína concentrada de soja, en lugar de industrializarla en origen".

La política de Salta debe asumir su ubicación estratégica en un mundo globalizado.

Todo indica que cerrar las puertas a la globalización sería un suicidio, porque la dinámica del intercambio comercial va de la mano con el desarrollo tecnológico.

Si la política argentina se empeña en descalificar y condenar a los empresarios exitosos, el futuro que nos espera será el de una factoría manejada desde el exterior, sin competitividad económica y con una pobreza cada vez más acuciante.

Es nefasto, además de violento e injusto, descalificar al agro, la agroindustria, a los emprendedores de tecnología de punta y a cualquier persona exitosa por propio mérito.

Nuestro país podría tomar ejemplos de la historia reciente. Corea del Norte y Corea del Sur terminaron la guerra hace 70 años en situaciones similares, pero optaron por caminos diferentes. La dictadura dinástica de Corea del Norte, con una economía intervencionista y cerrada, muestra un país extremadamente pobre, dependiente de la exportación de carbón, sin desarrollo tecnológico y altamente militarizado.

Como contraste, Corea del Sur es una república presidencialista con economía globalizada, convertida en potencia tecnológica, que exporta US$ 70 mil millones en circuitos integrados.

Venezuela, único Estado petrolero fallido del mundo, es un caso emblemático.

Esta Semana de la Industria ha permitido vislumbrar cuál es el camino que debe emprender un país como el nuestro, considerado universalmente como reserva alimentaria y humana en el mundo: aprovechar el potencial humano, las ventajas comparativas y la iniciativa de sus empresas exitosas.

La política de confrontación y el intervencionismo, el rumbo seguido hasta ahora, solo han logrado multiplicar el descreimiento y la pérdida de fe en el futuro.

 

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