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Las sectas y la política

Lunes, 22 de agosto de 2022 02:16

Pablo Salum logró vencer primero el adoctrinamiento mental de una organización perversa para luego encontrar la manera de liberarse físicamente de la misma escapándose cuando ni siquiera había alcanzado la mayoría de edad. Posteriormente dedicó su vida a intentar despertar a otros para que no terminasen siendo víctimas de esta clase particular de depredadores. Salum diseñó un proyecto legislativo para implementar un "Programa nacional de asistencia a víctimas de grupo-dependencia y líderes grupales o unipersonales que ejerzan persuasión coercitiva y abusos" y creó un canal de comunicación para poder alertar a la mayor cantidad de gente posible sobre el peligro.

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Pablo Salum logró vencer primero el adoctrinamiento mental de una organización perversa para luego encontrar la manera de liberarse físicamente de la misma escapándose cuando ni siquiera había alcanzado la mayoría de edad. Posteriormente dedicó su vida a intentar despertar a otros para que no terminasen siendo víctimas de esta clase particular de depredadores. Salum diseñó un proyecto legislativo para implementar un "Programa nacional de asistencia a víctimas de grupo-dependencia y líderes grupales o unipersonales que ejerzan persuasión coercitiva y abusos" y creó un canal de comunicación para poder alertar a la mayor cantidad de gente posible sobre el peligro.

En el sitio de Salum descubrí un artículo sobre las técnicas de persuasión coercitiva que emplean estos grupos para poder anular a las personas y esclavizarlas y, tengo que confesar, me llevé una sorpresa desagradable porque comprendí que soy una víctima. Y probablemente vos también. Veamos algunos párrafos del texto.

"El sujeto entra en toda clase de privaciones: anímicas, afectivas y materiales, que incluyen los hábitos de alimentación y sueño. El deterioro físico puede llegar a ser notable. Para someterlo es necesario que el adepto se vuelva vulnerable".

Trabajamos cada día más para tener cada vez menos. Nos consumimos física e intelectualmente pensando cómo vamos a sobrevivir a la inflación creada por el propio Estado, que, lejos de aportar soluciones, afirma que el problema está en las empresas privadas que lo sufren y que, por lo tanto, son ellas las que deben hacerse cargo del problema. Frente a tal disociación cognitiva, algunos protestan, pero todos la aceptan.

"De entrada, el sujeto se encuentra con un grupo sumamente afectuoso ... Es un bombardeo afectivo, una seducción programada".

Claramente el proceso de esclavización sería mucho más fácil de asimilar si lo instrumentara un ejército y no un grupo de señores, muy bien vestidos, con una sonrisa, palabras amables y un eterno llamado al diálogo que nunca conduce a nada más que a mantener el estado presente de las cosas.

Discurso

Si analizamos el discurso político, sin importar de qué partido se trate, seguramente nos encontraremos con muchos de esos "mantras", los cuales, a fuerza de repetición constante, pasan a ser verdades incuestionables. Las retenciones, por ejemplo, hay que sacarlas, claro, pero ­ahora no se pueden tocar!, porque eso implicaría atentar con su majestad galáctica, el Estado, mientras que en el sector privado las empresas se pueden fundir, los trabajadores quedar en la calle, sectores completos de la economía desaparecer y a los adeptos a la secta no se les mueve un pelo porque, qué se va a hacer, son cosas que pasan.

"Estas técnicas apuntan a sumir al sujeto en un estado hipnótico. Muchos grupos recurren incluso al aislamiento físico de los miembros".

Imposible no pensar, al leer este último párrafo, en el encerramiento salvaje realizado durante la pandemia.

"Hay una demanda de separación radical: lo puro de lo impuro, lo bueno de lo malo, tanto en el ambiente como dentro del sí mismo. Es, añadimos, un pensamiento maniqueo y absoluto".

Todo lo relacionado con el Estado es bueno y debe ser fomentado. Lo proveniente del sector privado es sospechoso y muy probablemente también culpable de algo oprobioso. Este adoctrinamiento es tan fuerte que no vemos a políticos y sindicalistas como multimillonarios sino como gente que está haciendo su trabajo de manera desinteresada. Estamos completamente "dopados".

En definitiva: es muy probable que millones de argentinos seamos víctimas de una secta que nos esclaviza con la promesa de que reducirnos a esa condición es lo mejor para nuestro bienestar y que, si bien percibimos cómo nos vamos deteriorando, seguimos creyendo que llegará el día en el que los líderes nos colgarán del brazo la cinta verde, azul o lo que sea para poder subir finalmente de categoría y ser, por fin, felices. No perdamos las esperanzas.

 

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