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Janaina Roland Matida: "Tomar en serio la palabra de la mujer”

La especialista brasileña disertó en Salta sobre el valor del testimonio de la víctima en los casos de violencia.
Miércoles, 16 de octubre de 2019 09:11

La experta brasileña Janaina Roland Matida expuso sobre “El valor probatorio de la palabra de la víctima en los crímenes de género”, durante una jornada que organizó el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Judiciales del Colegio de Magistrados y Funcionarios de Salta.
En diálogo con El Tribuno, se refirió a la necesidad de que los jueces hagan una evaluación equilibrada del testimonio de las víctimas sin dejar de lado la presunción de inocencia. Además, apuntó a la importancia de formar a los policías que reciben las denuncias.
Con respecto a la situación de Brasil, dijo que es necesario seguir trabajando por la igualdad de género ante el avance de un sector político que cree que las mujeres “deberían vivir para los hombres y no con los hombres”.
Janaina Roland Matida es docente, formada en Girona, España, y trabaja en torno al razonamiento probatorio. Hizo un análisis sobre el peso de la prueba en los procesos por violencia de género, en un encuentro del que también participó como disertante la jueza salteña Victoria Mossman.

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La experta brasileña Janaina Roland Matida expuso sobre “El valor probatorio de la palabra de la víctima en los crímenes de género”, durante una jornada que organizó el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Judiciales del Colegio de Magistrados y Funcionarios de Salta.
En diálogo con El Tribuno, se refirió a la necesidad de que los jueces hagan una evaluación equilibrada del testimonio de las víctimas sin dejar de lado la presunción de inocencia. Además, apuntó a la importancia de formar a los policías que reciben las denuncias.
Con respecto a la situación de Brasil, dijo que es necesario seguir trabajando por la igualdad de género ante el avance de un sector político que cree que las mujeres “deberían vivir para los hombres y no con los hombres”.
Janaina Roland Matida es docente, formada en Girona, España, y trabaja en torno al razonamiento probatorio. Hizo un análisis sobre el peso de la prueba en los procesos por violencia de género, en un encuentro del que también participó como disertante la jueza salteña Victoria Mossman.

¿Cuáles son las dificultades para encontrar pruebas en los casos de violencia de género?

Es un proceso muy difícil, principalmente por el hecho de que los comportamientos en contra de la mujer, de violencia de género, generalmente se dan en un ambiente de clandestinidad. Entonces, al final, muchas veces lo que vemos es que está la palabra de la mujer y la palabra del imputado o la persona que va a ser investigada por este tipo de crimen. 
Y todo se pone más difícil porque tenemos que compatibilizar una agenda de los derechos de la mujer con una agenda que también tiene que garantizar la presunción de inocencia.
La presunción de inocencia es algo positivo en un Estado de derecho. No podemos no tener presunción de inocencia en un modelo institucional comprometido con la democracia. 
Pero, ¿cómo podemos compatibilizar o hacer que no sea dilemática la defensa de los derechos de la mujer con la presunción de inocencia?
La dificultad está en que se deberá valorar la palabra de la mujer. Se deberán valorar las pruebas que fueron traídas y, en este sentido, cuando un caso tiene como principal elemento probatorio la palabra de la mujer, innegablemente el juez se verá ante el desafío de valorarla racionalmente. 
Ahora, para valorar racionalmente la palabra de la mujer hay que aplicar lo que llamamos perspectiva de género. 
El juez no puede traer a la valoración sus prejuicios o una forma patriarcal y sexista de comprender cuáles son los comportamientos esperables de una mujer que sea víctima de violencia de género.
No hay ninguna necesidad lógica ni cultural de que todas las mujeres nos portemos de una forma idéntica cuando sufrimos violencia de género. Puede que una mujer busque la ayuda de la Policía, sus amigos o su familia inmediatamente y puede que otra mujer tenga una respuesta totalmente distinta, que puede ser la del silencio o la de intentar sublimar lo que le ha pasado. 
No puede el juez inferir que una ha sido víctima y la otra no por el comportamiento que ha presentado.

¿A veces se relativiza la palabra de las mujeres que fueron víctimas?

Creo que hay que tener mucho cuidado con relativizar, pero también hay que tener cuidado con el polo opuesto, es decir, comprender que si una mujer dice algo entonces es necesariamente verdadero.
En Brasil, el Superior Tribunal de Justicia recientemente ha consolidado el entendimiento de que la palabra de la mujer tiene especial valor probatorio en los crímenes de género.
Hay una forma irracional de entender esto también, muy radical. ¿Por qué? Porque puede ser que no sea verdad al final que haya ocurrido un caso de violencia de género. Entonces, creo que llevar en serio la palabra de la mujer no conlleva necesariamente a vaciar totalmente la presunción de inocencia. 
Llevar en serio la palabra de la mujer no debería significar que una mujer afirme algo y esto es suficiente para la condena, pero sí debería ser suficiente para que los organismos judiciales y la fiscalía tomen en serio todo lo que ella dice que ha pasado y el discurso que lleva al inicio de un proceso judicial, por ejemplo.
En Brasil, cuando una mujer busca a la Policía parar narrar lo que le ha pasado, es recibida como si fuera una mentirosa. Me parece que eso es incompatible con lo que el Tribunal Superior de Justicia dice, que es que hay que tomar en serio la palabra de la mujer. Pero hacerlo solo en el momento en el final del proceso no tiene sentido. 
Se debería capacitar a los policías para recibir a esta mujer, no de una forma machista. Hay que tener los profesionales preparados psicológicamente para escuchar de una forma empática y acogedora, de una manera que no la convierta otra vez en víctima cuando lleva su relato traumático. Creo que aquí debe haber desafíos similares.
Para resumir, tomar en serio la palabra de la mujer implica que los organismos policiales, fiscalías y el juez estén preparados para recibir seriamente su relato y no condenarla como una mentirosa al inicio del proceso. 
Finalmente, el juez tendrá que valorar la palabra de la mujer, pero siempre entendiendo que tiene que excluir de la valoración de los hechos sus prejuicios sexistas, patriarcales y morales, separar su agenda religiosa de la forma cómo va a valorar los hechos.
Las costumbres de la mujer, su opción sexual o su forma de vestirse, no tienen nada que ver con una supuesta corresponsabilidad con el hecho de que haya sido violada por ejemplo o acosada en su ambiente de trabajo. 

¿Se llega a la Justicia en la mayoría de los casos?

Nos faltan datos para decir eso. No tenemos números de la Justicia. Pero es un momento para entender que no es una buena opción tener que elegir entre cuidar la presunción de inocencia o los derechos de la mujer.
Las mujeres tienen derecho a sentirse más seguras en la sociedad, pero esto tiene que ver con la calle, la educación a los niños, la forma en que tratamos a las mujeres en el ambiente de trabajo y todas estas medidas tienen que ser combinadas en una salida procesal que también ofrezca garantías a las mujeres.

En un país como Brasil, con un presidente que tiene declaraciones tan fuertes contra las mujeres y el feminismo, ¿cómo incide eso en los procesos que debe llevar adelante la Justicia frente a la denuncia de las mujeres?

Pasamos por un momento muy difícil porque en las universidades, ya hace algún tiempo, vamos incrementando las enseñanzas feministas, la importancia de la igualdad de género, de la no discriminación, de una agenda que entiende que las mujeres tienen iguales derechos en las profesiones y planes de vida que los hombres.
Infelizmente para mí, que voté contra (el presidente Jair) Bolsonaro, ganó la otra opción. Entonces, ahora tenemos un momento de mucha tensión. Tenemos que compatibilizar los derechos de las mujeres en un ambiente político mucho más conservador en el sentido más despectivo de la palabra, el conservador que entiende que las mujeres deberían vivir para los hombres y no con los hombres. 
Estamos en un momento de mucha dificultad, por eso mismo es importante que continuemos reafirmando la igualdad de género de una manera racional y que eso no conlleve irracionalismos, como el vaciamiento de la presunción de inocencia.
 

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