Los números que arroja Separemos Juntos son desalentadores. En las bolsas de color naranja, que se reparten en los 16 barrios capitalinos abarcados por el programa municipal, ingresan al vertedero menos de 5 toneladas diarias de residuos separados en los hogares.
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Los números que arroja Separemos Juntos son desalentadores. En las bolsas de color naranja, que se reparten en los 16 barrios capitalinos abarcados por el programa municipal, ingresan al vertedero menos de 5 toneladas diarias de residuos separados en los hogares.
Es menos de un 3% del volumen total de residuos secos que se genera diariamente en la ciudad de Salta. Y apenas entre el 1 y 5% del contenido de las bolsas de Separemos Juntos suele ser rescatado por las cooperativas de recuperadores que venden los elementos reciclables. Todo lo demás termina en las trincheras del relleno sanitario.
Según estadísticas oficiales, en la capital salteña se generan diariamente 167 toneladas de los llamados "residuos secos". Son 58 toneladas de plásticos, 71 de papeles y cartón, 29 de vidrios y 9 de metales.
Los recuperadores que trabajan en el predio de San Javier recuperan de las trincheras unas 10 toneladas diarias de residuos reciclables.
La floja capacitación y los magros resultados de Separemos Juntos fueron señalados en el informe preliminar de auditoría que recibió el Concejo en mayo de 2017.
De acuerdo con los últimos registros informados por la Secretaría de Medio Ambiente municipal, en los últimos dos años se recolectaron 2.826 toneladas de los barrios que abarca por el momento Separemos Juntos.
Los inicios del programa se remontan a 2011. Actualmente, llega a 16 barrios de los 370 que tiene la ciudad de Salta.
Los vecinos separan los residuos secos en las bolsas de color naranja que le entrega Agrotécnica Fueguina. El retiro de las bolsas se realiza tres veces por semana con una recolección diferenciada.
Los camiones afectados al programa descargan los residuos secos en el galpón que tienen habilitado las cooperativas de recuperadores informales dentro del predio de finca San Javier.
Los flojos resultados del programa Separemos Juntos, según el informe que entregó al Concejo Deliberante la auditora Gloria Plaza, se debe a que no todos los residuos catalogados como "secos" son fácilmente vendibles.
"Algunos residuos de la fracción seca, como los envases de tetrabrick, papeles metalizados, poliestireno expandido, entre otros, presentan un alto grado de incertidumbre para su comercialización", remarcó la especialista, en base a los testimonios que recogió con las entrevistas realizadas en San Javier.
Plaza hizo notar en su informe que los propios recuperadores manifestaron que comercializan "principalmente plástico y cartón". Por ello, concluyó la profesional, "es alto el porcentaje de la fracción llamada seca que se reincorpora al relleno".
La razón de ser de la separación en origen reside en la posibilidad de reducir los volúmenes de residuos que ingresan al relleno sanitario. Estos, en los últimos cuatro años se incrementaron a razón de unas 70 toneladas por año.
En este sentido, Plaza destacó que la separación en origen, por reutilización o reciclaje, "puede evitar significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire, la tierra y el agua".
El 16 de noviembre último, el Concejo capitalino sancionó una nueva ordenanza, que exige la separación en origen en la totalidad de los barrios de la capital en un plazo de tres años.
Gastón Galíndez, próximo secretario de Ambiente municipal, fue uno de los ediles que impulsaron desde 2014 la discusión de las reformas aprobadas en la ordenanza de higiene urbana que se remonta hasta 1980.
Baterías, pilas y otros residuos peligrosos
Llegan al vertedero mezclados con la basura común de los hogares.
Según proyecciones estadísticas, cada año más de 13 millones de pilas y baterías usadas en radios, equipos de música, controles remotos, juguetes, cámaras fotográficas, teléfonos inalámbricos, computadoras y celulares terminan desechadas con la basura común en Salta.
Las pilas y baterías, por su contenido de metales pesados, se cuentan entre los residuos peligrosos, pero no tienen una recolección ni disposición diferenciada.
Una celda de almacenamiento fue acondicionada en el módulo 2 de San Javier, como parte de un programa que instrumentó el municipio capitalino en abril de 2001 y tuvo un abrupto corte pocos meses después.
Aquella celda fue cerrada, con el 90% de su capacidad ociosa, y su ubicación es uno de los objetivos pendientes que la auditora Gloria Plaza marcó en el informe preliminar entregado al Concejo en mayo de 2017.
Plaza también advirtió que en hogares salteños se descarta, con la basura común, una amplia variedad de “residuos peligrosos domiciliarios”, que van desde productos químicos de limpieza, jeringas y medicamentos vencidos hasta pinturas, solventes y pesticidas.
Según estudios estadísticos, en promedio, cada familia tipo genera en Salta una tonelada de basura por año. Los residuos peligrosos representan el 1% (10 kilos anuales). Entre estos también están los aparatos eléctricos y electrónicos y sus fuentes de energía.
En otro nivel, el Registro de Residuos Peligrosos de la Provincia debería tener inscriptos a más de 1.500 generadores, solo en la capital salteña, pero apenas una tercera parte de las empresas, servicios y actividades que desechan sustancias nocivas está declarada.
Basta cruzar los datos del Registros que depende del Ministerio de Trabajo, Ambiente y Producción Sustentable con bases de datos de la Municipalidad capitalina para ver la anarquía con que muchos lubricentros, talleres, estaciones de servicio y transportistas se desprenden de residuos peligrosos. También fumigadores, centros clínicos, fábricas, agroquímicas, mineras, imprentas, veterinarias, laboratorios y otra variedad de establecimientos y rubros profesionales.