¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

El hundimiento del crucero Gral. Belgrano

Sabado, 05 de mayo de 2012 23:30
El sobreviviente y tenor Darío Volonté dijo: “Vi y escuché cómo el agua se tragaba al Belgrano y cientos de hombres”.

Lo torpedeó un submarino nuclear británico, en el marco de la “Guerra de las Malvinas”. Y con la nave se fueron hacia las profundidades oceánicas más de 20 jóvenes salteños.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla
El sobreviviente y tenor Darío Volonté dijo: “Vi y escuché cómo el agua se tragaba al Belgrano y cientos de hombres”.

Lo torpedeó un submarino nuclear británico, en el marco de la “Guerra de las Malvinas”. Y con la nave se fueron hacia las profundidades oceánicas más de 20 jóvenes salteños.

Aquel día, poco antes de las 4 de la tarde, el submarino inglés Conqueror recibió la orden de atacar al General Belgrano. Su comandante no tardó en ejecutar la orden. A las 4 y dos minutos, cuando los artilleros del Belgrano revisaban sus armas y oteaban el horizonte, el buque fue sacudido por una violenta explosión que prácticamente mató en el acto a 274 tripulantes. La nave quedó sin energía, inerte. Había sido el primero de los tres torpedos lanzados por el Conqueror desde aproximadamente 5 kilómetros. Los dos primeros dieron en el blanco pero el tercero falló. Paso cerca y golpeó el casco del destructor Bouchard, sin explotar.

Segundo torpedo

Momentos después del primer impacto, ocurrió la segunda explosión. Esta vez, el torpedo inglés golpeó la parte delantera del barco, provocando el desprendimiento de 12 metros de proa. De inmediato el Belgrano se inclinó a babor (izquierda), quedando inmóvil y sin energía. Hasta la energía de emergencia estaba inutilizada.

Tres minutos después del primer torpedo, a las 16.05, se dio la orden de zafarrancho de siniestro (evacuación). Se constató que los puestos de combate distribuidos a lo largo del barco también estaban gravemente afectados y, para colmo, los daños eran irreparables. Se ordenó entonces abrir las puertas estancas de la cubierta principal para facilitar la evacuación de las partes inferiores de la nave. La tarea fue muy complicada porque la red de parlantes no funcionaba y ya cundía el pánico. En la cubierta principal, donde estaba la Central de Comunicaciones, se ordenaron los procedimientos de emergencia, entre ellos, guardar las claves secretas en bolsas lastradas y arrojarlas al mar. Una cubierta más abajo estaba el cuarto de radio, y cerca del camarote del comandante, el Centro de Información y Combate. Los daños en esta sala habían provocado heridas al personal y, pese a la oscuridad, todos pudieron llegar a la cubierta principal.

Otros daños

La sala de máquinas fue afectada por el primer torpedo que golpeó en el mamparo del compartimento sin dejar sobrevivientes. El comedor de la tripulación fue otra área muy afectada. Allí muchos tripulantes quedaron heridos o muertos. Y, para peor, por el humo, las linternas no alumbraban más allá de 30 cm.

Los tambores de combustible del helicóptero también fueron arrojados al mar, mientras la Central de Tiro era evacuada rápidamente gracias al buen funcionamiento de las linternas. En las torres de popa, el humo era denso e irresistible. El torpedo había impactado cerca de la cámara de proyectiles y de la santabárbara, destruyendo totalmente el sector.

Primeros auxilios

Cuando ocurrieron las explosiones, el guardia de la enfermería organizó el desalojo en la oscuridad. Poco después llegó el médico cirujano que comenzó a atender a heridos y quemados. Comenzaban a llegar personas bañadas en petróleo y quemadas. Los primeros auxilios fueron intensos y, además de los heridos y quemados, se debió atender a los que se asfixiaban con el humo. A todo esto, el personal de sanidad corría por las cubiertas bajas, revisando camarotes para que nadie quedara abandonado. Concluida la tarea de los camarotes, se recogieron las mantas y se las llevaron a cubierta.

Evacuación

Cuando la tripulación llegó a la cubierta, lo primero que hizo fue ir hasta las “estaciones de abandono”. El buque tenía 72 balsas salvavidas, 62 necesarias y 10 de reserva. Las órdenes se hicieron a los gritos y con megáfonos de mano, mientras los heridos iban llegando cargados por sus compañeros. El jefe de sanidad, una vez evacuada la enfermería, fue a cubierta y allí comenzó a aplicar morfina a los heridos más graves y doloridos.

Comienza el hundimiento

A las cuatro y diez, la inclinación de la nave aumentaba un grado por minuto y ya tenia diez grados hacia la izquierda (babor). El casco comenzó a hundirse de popa (atrás), por la gran entrada de agua al hangar y a la sala de máquinas. Fue entonces que se comenzó a arrojar las balsas, que debían abrirse automáticamente al tocar el agua. Poco después, se estabilizó la inclinación y se creyó que el Belgrano se mantendría más tiempo a flote, pero no fue así.

Por la rapidez de los hechos, algunos tripulantes estaban desabrigados en la cubierta por lo que debieron ser auxiliados con las mantas de las camas hechas ponchos. Varios de ellos descendieron a las cubiertas inferiores para intentar rescatar a sus compañeros pero lamentablemente perdieron la vida en el intento.

Los últimos minutos

A las 16.23 el comandante Héctor Elías Bonzo dio la orden de abandonar la nave. La marejada dificultaba la visión y la comunicación entre las balsas. Algunas estaban repletas y otras casi vacías.

A las cinco menos diez la inclinación ya era tan pronunciada que se notaba que el final era inminente. Y así, 10 minutos después, el Atlántico terminó de engullir el crucero y a 323 argentinos, entre ellos, más de 20 salteños.

Los salteños

A continuación se detalla la nómina de los salteños caídos durante el hundimiento del Belgrano:

- Bernardino Campo (Capital)

- José F. Chaile (Cafayate)

- Ramón Fabián (Capital)

- Luis Flores (Capital)

- Ricardo Gallardo (El Jardín)

- Juan Gómez (Capital)

- Ignacio E. González (Capital)

- Ramón Gutiérrez (San Carlos)

- Isaac Jira (Capital)

- Marcos Lamas (Huaicohondo)

- Omar Madrid (La Candelaria)

- Ricardo Paz (San Martín)

- José Ramírez (Los Toldos)

- Eleuterio Ramos (Capital)

- Jorge Ruiz (Orán)

- Ricardo Torres (Capital)

- Omar Vargas (Anta)

- Jorge Vélez (Capital)

- Martín Vetancu (Aguaray)

- Mario Vilca Condorí (Orán)

- José Villegas (Cafayate)

- Mario Zabala (Orán).
 

Temas de la nota

PUBLICIDAD