Más allá de la agenda turística, los cerrillanos optaron este año por disfrutar del carnaval a la vieja usanza. En algunas calles de Villa Los Tarcos la gente se juntó a jugar al carnaval, con agua, harina y témpera. No sin antes recorrer en caravana gran parte del casco urbano, acercando la alegría a los barrios, costumbre que arrancó hace uno o dos años.
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Más allá de la agenda turística, los cerrillanos optaron este año por disfrutar del carnaval a la vieja usanza. En algunas calles de Villa Los Tarcos la gente se juntó a jugar al carnaval, con agua, harina y témpera. No sin antes recorrer en caravana gran parte del casco urbano, acercando la alegría a los barrios, costumbre que arrancó hace uno o dos años.
“Esto era lo que estaba haciendo falta. Sin grandes espectáculos, que además de costosos muchas veces aburren, se vio disfrutar a la gente como nunca en la tarde del domingo en inmediaciones de El Chañarcito y el súper Chino”, contó Hugo Juan Rottigni, un lugareño cultor de los carnavales de antaño.
Luego agregó: “Antes era así, divertido, familiar. Uno andaba correteando por ahí, persiguiendo a las chinas con el balde cargado de bombuchas. Tienen que volver las fondas y las viejas costumbres que ubicaron a los carnavales cerrillanos, entre los más famosos y tradicionales del país”. Aclaró, que ese título, lamentablemente, se fue perdiendo con los años.
Como es de esperar, los juegos carnestolendos fueron acompañados ayer con ritmos festivos de cumbia, saya y cariocas.
Por su parte, Fidel Zapana, un vecino conocido como el Diablo de Pueblo Nuevo, contó: “Me recordó a otros tiempos, en los que todo Salta venía al pueblo, donde no faltaban los baldes con agua y la pintura. Luego, los bailes en las carpas con la típica ramita de albahaca en la oreja”.
Vale la pena recordar que una vez liberado el Pujllay, según la creencia popular, se libera la alegría y se da rienda suelta a los bailes y las fiestas. Pero, antes que mandinga con su cola puntiaguda incite a continuar la parranda por tiempo indeterminado, se le vuelve a echar tierra encima, enterrándolo, hasta nuevo aviso.
En los 60 las carpas cerrillanas vendían más entradas que los clubes de Salta Capital
Encabezaban el ranking de SADAIC "La Cerrillana", el "Club Atlético Cerrillos" y "El Chañarcito". Le seguían "Gimnasia y Tiro", la "Sociedad Española" y el "Club Atlético Rivadavia".
A fines de la década de 1960 la convocatoria de las carpas bailables de Cerrillos triplicaba a la de los clubes, sindicatos y bailables de la ciudad de Salta. Así lo refleja un informe de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC).
Por aquellos años, se emitía un listado al que la prensa denominaba “Ranking del Carnaval” y que se publicaba en los medios de comunicación y servía de “guía”, para que los salteños tuvieran en cuenta los lugares de “onda”.
Carpas y boliches bailables
De acuerdo a un artículo publicado por el diario El Tribuno en la temporada 1969, las carpas La Cerrillana, el Club Atlético Cerrillos y El Chañarcito encabezaban la lista con 3.130, 2.100 y 1.500 entradas vendidas, lo que equivalía a una recaudación total de 1.381.000 pesos.
En tal sentido vale la pena recordar que, en aquel tiempo, la población de Cerrillos no llegaba a los 10.000 habitantes, por lo que cortar 6.730 entradas en una jornada equivalía a casi un 70% del total de habitantes.
Le seguía en la clasificación de SADAIC el Club Gimnasia y Tiro, de la ciudad de Salta, con 1.847 tickets; la Sociedad Española 1.799; Club Atlético Rivadavia 556; Centro Argentino 694, el famoso Sindicato Municipal 748, al igual que ATE.
También se sumaban al ranking los bailables Ale, con 1.159 entradas y Cumbialandia con 1.284.