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La historia de Mercedes, quien a sus 75 años disfruta de seguir estudiando y aprendiendo

La mujer contó a El Tribuno su experiencia en la Universidad Abierta de la Tercera Edad, que la llevó a estudiar de nuevo y su pasión por aprender.
Lunes, 25 de marzo de 2024 18:15
Mercedes Burgos tiene 75 años y es una ferviente amante del estudio. Foto: Jan Touzeau

Las vueltas de la vida le impidieron a Mercedes culminar una carrera universitaria, pero ya hace 14 años que no baja los brazos y pone su mayor esfuerzo en aprender todo lo que puede en los talleres que imparte la Universidad Abierta de la Tercera Edad (UnATE). La mujer tiene 75 años y tuvo una infancia dura, que combinó quedarse huérfana y sin un hogar al que volver.

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Las vueltas de la vida le impidieron a Mercedes culminar una carrera universitaria, pero ya hace 14 años que no baja los brazos y pone su mayor esfuerzo en aprender todo lo que puede en los talleres que imparte la Universidad Abierta de la Tercera Edad (UnATE). La mujer tiene 75 años y tuvo una infancia dura, que combinó quedarse huérfana y sin un hogar al que volver.

Hoy Mercedes arrancó su primer día de clases en la UnATE donde toma talleres de tango, canto y teatro, ya que el arte y la música forman parte de su ser. Este centro de estudios es pionero en educación dirigida a los adultos mayores, ofrece alrededor de 80 talleres y más de 3.000 alumnos concurren a tomar clases. Una de ellas es Mercedes del Carmen Burgos.

A veces la sociedad tiende a subestimar a los adultos mayores, ya sea porque se los considera frágiles o es común pensar que al llegar a mayores tal vez prefieren descansar. Pero, no en todos los casos es así, hay quienes elijen no dejar que sus mentes envejezcan al ritmo de sus cuerpos y utilizan el conocimiento y aprendizaje como herramienta.

Mercedes Burgos contó a El Tribuno su experiencia en la UnATE. Foto: Jan Touzeau

Un claro ejemplo de que los obstáculos de la vida solo están para atravesarlos es Mercedes, quien nunca se dio por vencida y su forma de tomar los retos del camino es admirable. "Yo me quedé huérfana a los 10 años y desde ahí estuve solita, atravesé muchos obstáculos, siempre sin un hogar fijo, vagando de un lugar a otro. Por eso yo veo a los obstáculos como una forma de pelear, de no quedarse dormido en la vida".

"Me faltan días de la semana para ir a todos los talleres que quisiera", contó risueña Mercedes.

La mujer siempre deseó hacer una carrera universitaria y a lo largo de sus 75 años de vida tuvo la oportunidad, de una forma curiosa. "Cuando mi hija menor estaba terminando el secundario no se decidía por empezar una carrera, entonces yo le dije que vayamos juntas y así comencé Ciencias de la Educación", pero a pesar de toda la voluntad que tenía, la situación económica no la ayudó y debió abandonar.

"Entre gastos de boleto, fotocopias era demasiado dinero, a veces comíamos y a veces no, según el dinero que teníamos. Yo abandoné para que ella pudiera continuar".

Pero el entusiasmo por estudiar no se le fue. "Descubrí que lo que no pude hacer en mi juventud lo podía concretar de mayor y me encantó", confesó emocionada.

Luego de su paso por Ciencias de la educación, Mercedes decidió darse una segunda oportunidad en los estudios y se inscribió en la Escuela Normal en la carrera de Ciencias Políticas. "Mi profesor siempre me decía que era una alumna brillante, a mis 60 años", pero de nuevo los medios económicos le impidieron continuar estudiando. Trabajar para que en su casa no faltara el pan todos los días fue lo primordial y en lo que se centró por muchos años, hasta llegar a la UnATE.

Hace 14 años que no baja los brazos y pone su mayor esfuerzo en aprender todo lo que puede. Foto: Jan Touzeau

"Yo tuve 4 hijos, me separé de mi marido y tuve que empezar de cero. La ropa de mis hijos, una cama y el televisor fue todo lo que me quedó. Fue pesado, siempre mis ganas se concentraron en trabajar para que no nos falte nada", contó la brillante estudiante.

"A pesar de que nunca pudimos tener muchas cosas, pude terminar de criar a mis hijos, la vida no me debe nada".

Para esta ilustre amante del aprender la UnATE se convirtió en su "cable a tierra". "Es como la casa de los abuelos cuando eras chico, podías decir y hacer lo que querías porque ellos te aceptaban siempre con los brazos abiertos", afirma.

"No veo las horas de que empiecen las clases todos los años"

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