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Haití, en manos de los pandilleros

Miércoles, 27 de marzo de 2024 02:09

Si en algún seminario de ciencias políticas se quisiera estudiar sobre el terreno el fenómeno de la anarquía en el sentido estricto de la palabra tendría que acudir hoy a Haití. Desde hace ya varias semanas, este país afroamericano de habla francesa, el más pobre de América Latina, vive literalmente sin gobierno. No se trata, como ocurre en otras latitudes, de una crisis de gobernabilidad ni una situación en que dos o varios bandos disputan la legitimidad del poder. Simplemente no existe ninguna autoridad que reclame el derecho a ejercerlo. Una diversidad de bandas armadas actúan a voluntad ante una población paralizada por el terror mientras la comunidad internacional discute una forma de intervención que permita restablecer un mínimo de orden y aunque sea la mera formalidad de algo parecido a un estado.

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Si en algún seminario de ciencias políticas se quisiera estudiar sobre el terreno el fenómeno de la anarquía en el sentido estricto de la palabra tendría que acudir hoy a Haití. Desde hace ya varias semanas, este país afroamericano de habla francesa, el más pobre de América Latina, vive literalmente sin gobierno. No se trata, como ocurre en otras latitudes, de una crisis de gobernabilidad ni una situación en que dos o varios bandos disputan la legitimidad del poder. Simplemente no existe ninguna autoridad que reclame el derecho a ejercerlo. Una diversidad de bandas armadas actúan a voluntad ante una población paralizada por el terror mientras la comunidad internacional discute una forma de intervención que permita restablecer un mínimo de orden y aunque sea la mera formalidad de algo parecido a un estado.

El último presidente de Haití, Jovenel Moise, acusado de múltiples actos de corrupción, murió asesinado por un grupo de sicarios colombianos en julio de 2021. El gobierno quedó interinamente a cargo del primer ministro Ariel Henry, quien el 2 de marzo pasado renunció desde Puerto Rico, donde había recalado en una gira internacional en busca de apoyo para afrontar la crisis. La única autoridad constitucional sobreviviente sería teóricamente el Parlamento que dejó de funcionar en 2023 por la caducidad de los mandatos de la totalidad de sus integrantes, ya que las últimas elecciones que pudieron efectivizarse fueron en 2016.

En su periplo internacional, Henry había viajado a Nairobi y en un desesperado intento para mantenerse en el poder firmó, con la autorización de las Naciones Unidas, un acuerdo con el gobierno de Kenia para que esta nación del África negra encabezara una fuerza multinacional para enfrentar a las pandillas que habían asumido el control de la mayor parte de Puerto Príncipe, la ciudad capital.

La noticia de ese acuerdo con Kenia encontró una respuesta inmediata, inesperada y contundente: las bandas que disputaban el dominio del territorio decidieron unificarse en una alianza denominada "Vivir Juntos", desconocieron públicamente al gobierno, asaltaron las cárceles para liberar a 3.700 presidiarios que engrosaron sus filas y finalmente bloquearon el regreso del primer ministro al país. Tras la dimisión de Henry, Kenia desistió de la iniciativa.

La cara visible de Vivir Juntos, que reúne a decenas de pandillas, es Jimmy Chérizier, un ex policía conocido como "Barbecue" (Barbacoa), nombre de un personaje de "La isla del tesoro", una famosa novela de piratas del escritor británico Robert Stevenson. Para Barbecue,"nosotros los haitianos tenemos que decidir quién va a ser el líder del país y qué modelo de gobierno queremos". Declara también que "vamos a sacar a Haití de la miseria en la que está ahora". Reivindica la figura de Moise y señala que su actual protagonismo en defensa de los desposeídos está inspirado en el ejemplo de personalidades como Fidel Castro y Malcom X, el líder de los "Musulmanes Negros" en Estados Unidos.

La biografía de Barbecue retrata el drama de Haití. Vástago de una familia pobre de Puerto Príncipe, su padre murió asesinado cuando tenía cinco años y su infancia estuvo signada por la lucha por la supervivencia. Ingresó a la policía e inició una carrera meteórica en la que su capacidad de liderazgo estuvo acompañada por crecientes dosis de corrupción. Prestó servicios al gobierno de Moise para intimidar a sus opositores políticos. En retribución, recibió armas y dinero que incrementaron su influencia. Una vez asesinado su protector, asumió un mayor protagonismo público, que lo posicionó al frente de las bandas criminales actualmente confederadas. En octubre de 2021 irrumpió a tiros en una ceremonia oficial y obligó a huir al renunciante primer ministro Henry.

La historia de Haití está escrita con sangre y matiza episodios fascinantes con largas épocas de horror. Pese a que la isla conocida como La Española, cuyo territorio comparte con República Dominicana (su país vecino), fue el lugar donde desembarcó por primera vez Cristóbal Colón en 1492, Haití fue colonizada por Francia, que impuso su idioma y trasplantó una población de esclavos negros que nutrió de mano de obra a la economía del algodón, manejada por una ínfima minoría blanca cuya vida fastuosa contrastaba con la miseria de una mayoría súper explotada. La Revolución Francesa de 1789, con su lema de libertad e igualdad, desató una gigantesca revuelta de esclavos que fue ahogada en sangre pero alumbró un espíritu independentista hasta entonces inédito en Latinoamérica.

En la resistencia negra a la dominación francesa cumplió un rol relevante el culto del vudú, una religión animista de origen africano cuyas ceremonias secretas, realizadas al margen de la mirada de los ocupantes, permitieron la organización de la rebelión. En 1804, tras una insurrección popular que derrotó a las tropas coloniales, que incluían a un contingente enviado por Napoleón, Jean Jaques Dessalines declaró la independencia. Haití fue la primera nación independiente de América Latina, la primera república negra del mundo y también el primer país en abolir la esclavitud. Su primer presidente fue Alexandre Pétion, sucesor de Dessalines, quien acogió en Haití al exiliado Simón Bolívar, al que asesoró en la elaboración de una estrategia para ganar para la causa independentista a la población negra de Venezuela.

La contrapartida de esa extraordinaria epopeya libertaria fue la venganza contra la minoría blanca, que fue brutalmente exterminada por orden de Dessalines, quien a pesar de ese auténtico genocidio es venerado en Haití como un héroe nacional. Desde entonces la isla caribeña padeció periódicos baños de sangre, sufrió la ocupación militar estadounidense entre 1915 y 1934 y tuvo su mayor período de estabilidad durante la dictadura de Francois Duvalier, que gobernó entre 1957 y 1971, y de su hijo Jean Claude, derrocado en 1986.

A partir de la década del 90, sucesivas "misiones de paz" de las Naciones Unidas y la OEA mantuvieron una tenue apariencia de normalidad, que no implicaba la desaparición de la criminalidad. El terremoto que en 2010 causó 300.000 muertos, desencadenó una crisis humanitaria y profundizó la ingobernabilidad. En 2017 se retiró la última "misión de paz" y el país quedó librado a su propia suerte. Comenzó entonces una nueva espiral de violencia que culminó con el actual estado de caos generalizado.

En Jamaica delegados de la Comunidad del Caribe (Caricom) y dirigentes políticos haitianos negociaron la integración de un Consejo de Transición, que originariamente iba a estar constituido por nueve miembros, que representarían a otros tantos partidos políticos, pero luego quedó reducido a ocho a raíz de la negativa del ex senador izquierdista Jean Charles Moise, aliado a Guy Philippe, un ex oficial de policía que cumplió una condena por lavado de dinero en Estados Unidos y que ahora salió a la palestra para plantear un acuerdo de paz con las bandas armadas que hoy ocupan Puerto Príncipe a partir de la sanción de una amplia ley de amnistía. La actitud de Moise, que no tiene parentesco con el mandatario asesinado, como la propuesta de Philippe tienen una base real. Lo que se resuelva en las negociaciones de Jamaica tendrá que ejecutarse en Haití y no existen fuerzas militares en condiciones de garantizarlo. En la práctica, las bandas armadas encabezadas por Barbecue tienen poder de veto. Esto obliga a imaginar una nueva intervención militar, una variante de difícil implementación política. En ese escenario incierto se montó la oferta del excéntrico presidente salvadoreño Nayib Bukele, envalentonado por su éxito en la erradicación de las pandillas en su país, que señaló: "Podemos arreglarlo. Pero necesitaremos una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el consentimiento del país anfitrión y todos los gastos de la misión a cumplir".

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico

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