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Crecimiento y desarrollo, dos conceptos que son cualitativamente distintos

Viernes, 01 de diciembre de 2023 02:35

Desde que Carlos Pellegrini polemizara, hacia 1876, con el anglófilo Norberto de la Riestra, ministro de Nicolás Avellaneda, muy identificado con la línea "Inglaterra fábrica del mundo, América granja de Inglaterra", la controversia proteccionismo vs. libre cambio tiñó la historia económica argentina, adaptada a cada época.

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Desde que Carlos Pellegrini polemizara, hacia 1876, con el anglófilo Norberto de la Riestra, ministro de Nicolás Avellaneda, muy identificado con la línea "Inglaterra fábrica del mundo, América granja de Inglaterra", la controversia proteccionismo vs. libre cambio tiñó la historia económica argentina, adaptada a cada época.

Por los años 50, el primigenio desarrollismo contradictor asumió aquella línea proteccionista sin encarnación suficiente en dirigencias políticas y sociales, al contrario de Brasil que pudo industrializarse.

Desde la recuperación democrática prevalece la tendencia liberal económica, aunque en algunos personeros aparezca maquinal. Bien o mal aplicado, ese recetario abdujo a parte de la dirigencia. Vea si no: las propuestas de campaña de Javier Milei, Sergio Massa y Patricia Bullrich tenían tal matriz, diferenciadas en gradación.

El fenómeno Milei

En los balotajes suele haber más de opción (por bronca, hartazgo o lo que fuese) que convicción. ¿Disminuye eso la legitimidad de origen? No; pero imposible saber cuánta paciencia precisa la legitimidad de ejercicio, si en un plazo razonable no se recompone algo del irresponsable descalabro heredado.

El 56% de los votos obtenidos por Javier Milei -provenientes de distintos sectores sociales- frenará por un tiempo chicanas sobreideologizadas, inhibidoras de discusiones serias para mejorar la política en Argentina; tampoco ayudan a cerrar grietas. Necesitamos mejores argumentos, no eslóganes extremistas.

Dirigentes y funcionarios, académicos y profesionales, que administrarán la República, se formaron en schools of economics europeas o norteamericanas, absorbiendo la ortodoxia económica en distintas variantes. Están preparados y, aunque a muchos les cueste aceptar, los votos habilitan la hora de un liberalismo puro y duro, consecuencia de tantas barrabasadas económicas -y de las otras- generadas por la casta progre.

LLA gobernará con minoría legislativa (los nuevos legisladores también cuentan con igual legitimidad de origen), con gobernadores inquietos y un círculo rojo escamón. Su consigna primordial - Estado mínimo, propiedad privada, libre mercado - no es sorpresa, aunque puede colisionar con la realidad si se asume dogmáticamente: la economía no es ciencia exacta.

Los primeros pasos de Javier Milei están demostrando, otra vez, la vigencia del "teorema" de Baglini expresada en la complicada conformación del gabinete. ¿Incurrirá además en el "corolario" Menem?

"Ismos" distorsivos

El difícil arte de gobernar en tiempos de globalización y multipolarismo debe ahuyentar dogmatismos, ideologismos y utopismos o las combinaciones entre ellos. Tales "ismos", resbalosos, tarde o temprano complican la convivencia social. Tuvimos bastante de Carta Abierta, Instituto Patria y periodistas militantes de ambas veredas; ojalá el utopismo liberal- libertario no incurra en lo mismo. Milei necesita de la casta o parte de ella para definir sus prioridades, a partir de una prolija lectura de la realidad mundial, que lo condiciona todo.

Este turno liberal continuará la hora mágica de Carlos Menem, de venerada memoria para Milei, con una diferencia a su favor: nunca ocultó sus convicciones, aunque no sepamos cuánto está dispuesto a negociar y conceder. No es lo mismo domar la inflación, que dolarizar la economía nacional o demoler el BCRA por dogmática y sin consenso; ¿qué papel jugará el Estado en materia nuclear o industria de defensa?

Tres pruebas de fuego: 1- ¿cuán profundo será el shock inicial; 2- ¿retraerá obra pública por falta de plata o por su tufillo keynesiano?; 3- las privatizaciones insinuadas (que están sacudiendo panales).

Respecto de lo último, y para no alargar esta nota, aconsejo la lectura del ensayo de Ha-Joon Chang titulado "La peor propuesta de negocios en la historia humana: el apropiado rol de las empresas estatales en los países en desarrollo" (Cuaderno de Economía, Fac. Ciencias Empresariales, Universidad Católica del Uruguay, nº 2 -2013). Allí, el economista coreano relata la experiencia de la Pohang Iron and Steel Co. (nuestra conocida POSCO), cuarta productora mundial de acero, empresa estatal creada en 1968 y privatizada en 2001. Búsquenlo.

El mejor enemigo

"Desarrollistas, ípeor que keynesianos!". Soportamos meses esos dicterios del fundamentalista ya electo, cuyo turno empezará en pocos días condicionado por una casta aliada y otra opositora. Nosotros, velando argumentaciones.

La corriente "desarrollista", agua en el aceite ortodoxo, ha sido en la Argentina más declamada que practicada. Derivada de la escuela estructuralista latinoamericana, gestada en la CEPAL en tiempos de Prebisch, cuenta también -como la ortodoxia- con varias tribus, descriptas por Rogelio Frigerio en su legendario Estatuto del Subdesarrollo (Ed. Macacha Güemes, Bs. As. 1974).

Hay bolsones de desarrollistas en cámaras empresarias, centros de estudio, algunos catedráticos y un poco más. ¿Eso nos minusvalúa?; para nada. Se han publicado estudios profundos sobre cómo lograron estatus de superpotencias los países industrializados con alta asistencia estatal. El desarrollo se está expresando en este siglo a través de otro giro en el proceso de acumulación capitalista impulsado por ciencia y tecnología, con decidido acompañamiento estatal. Así opina, entre tantos, Marina Mazzucato.

Economías como la nuestra, sin haber alcanzado el "principio del umbral" descripto por A. Methol Ferré ("la escala mínima necesaria para la sustentabilidad del Estado - Nación"), han afectado su condición soberana.

Último intento

La última oportunidad de contar con un plan de desarrollo estratégico ocurrió, paradójicamente, durante la "Revolución Argentina" en turno de R. M. Levingston. Fue confeccionado por el general J. E. Guglialmelli entonces a cargo del Consejo Nacional de Desarrollo. Su propuesta chocaba con la orientación de C. Moyano Llerena, ministro liberal (confirmando una característica de los gobiernos de facto). Refresco un dato: Guglialmelli propuso entonces seis nuevos polos nacionales de desarrollo, y uno era el eje Salta - Güemes - San Salvador de Jujuy - San Pedro, que referí en estas páginas ("Güemes, centro vital del corredor bioceánico", 03/12/2021).

Guglialmelli aguantó 120 días; el 3 de noviembre de 1970 renunció con una carta picante que evidenciaba la miopía de los jefes de las FF.AA. El episodio arrastró a Moyano Llerena; fue reemplazado por el radical Aldo Ferrer (paseante de varios gobiernos y en cargos relevantes), a quien sucedieron dos liberales más hasta el fin de aquella traumática experiencia golpista. Después de eso, nunca más hubo un plan de desarrollo integral tan claramente expuesto. Tampoco con gobiernos nac&pop.

Replegarse no es rendirse. En el enfrentamiento liberal - desarrollista, mal que pese, prevalece lo primero; y así seguirá mientras las dirigencias confundan crecimiento con desarrollo, algo cualitativamente distinto, y encima carezcan de visión geopolítica.

En suma, la economía desarrollista, y lo que costó armarla, se aplicó una sola vez y duró apenas cuatro años, hasta que la más torpe asonada militar volteó al gobierno de Arturo Frondizi. No pudo desplegarse más tiempo por las mismas razones que frustraron, allá lejos, a los proto-desarrollistas, incluidos Pellegrini y nuestro Benjamín Villafañe.

Escribí esto en defensa propia, Usías. Conste en acta.

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