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Elecciones, crisis y oportunidades

Viernes, 06 de octubre de 2023 02:34

El actual proceso electoral muestra que la contienda se reduce cada vez más a la puja entre Milei en primer lugar, Sergio Massa (2°). y Patricia Bullrich (3°), y se sobrepone a una acentuación del proceso de descomposición y desarticulación del sistema político, como lo revela la serie de escándalos sucesivos y acumulados de la Provincia de Buenos Aires.

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El actual proceso electoral muestra que la contienda se reduce cada vez más a la puja entre Milei en primer lugar, Sergio Massa (2°). y Patricia Bullrich (3°), y se sobrepone a una acentuación del proceso de descomposición y desarticulación del sistema político, como lo revela la serie de escándalos sucesivos y acumulados de la Provincia de Buenos Aires.

Primero, el puntero político detenido y luego liberado, que manipulaba tarjetas sueldo de decenas de supuestos empleados de la Legislatura bonaerense, un episodio que muestra la participación de la totalidad de los partidos políticos sin excepción alguna en un mecanismo profundamente corrupto e institucionalizado de distribución de recursos, en el que carecen prácticamente de sentido los casos de corrupción individual. Luego, la presencia del jefe de Gabinete del gobernador Axel Kicillof, Martín Insarraulde, en una incursión vacacional de lujo en un yate de Marbella.

Hay que subrayar el aspecto sistémico de los dos escándalos, y significativamente advertir que la respuesta que se ha formulado en ambos casos tiene también un carácter institucional.

El gobernador Kicillof resolvió disolver la jefatura de Gabinete de la Provincia y Juntos por el Cambio, una de las principales fuerzas de la oposición, ha propuesto transformar en unicameral el sistema legislativo de la provincia, fusionando las dos cámaras que lo integran, lo que implica eliminar la actual Cámara de Diputados, cuyo carácter sistémicamente corrupto resulta al parecer indiscutible.

Estas series de crisis o escándalos se contraponen con la vigencia plena del orden constitucional, en lo que se refiere al estricto y normal cumplimiento del cronograma electoral. Hay que agregar que esto constituye el único, pero fundamental elemento de regularización -y por lo tanto de credibilidad- del actual proceso político.

Pero todo esto ocurre -conviene subrayarlo- porque el núcleo del poder político en la Argentina, constituido por la relación entre el poder civil y el poder militar se encuentra total e irreversiblemente institucionalizado, al punto de que constituye un ejemplo frente a los distintos países de la región. Este hecho, que es políticamente decisivo, ha sido reconocido por la opinión pública que considera, a las Fuerzas Armadas una las instituciones más respetadas del país en 2023, y en un sistema democrático como lo es la Argentina, la opinión pública, especialmente en situaciones de crisis, es el último resorte de poder.

Cabe poner de relieve dos observaciones: una sobre la situación económica del país, la otra respecto al notable fortalecimiento que está adquiriendo en la Argentina la Iglesia Católica con el liderazgo del nuevo arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, de 56 años de edad y buen estado físico, como lo demuestra su participación a pie en la procesión a Luján en la que recorrió junto con la caravana de fieles los 60 km de extensión, desde Liniers hasta Luján. Esto sucedió por primera vez en la historia del arzobispado de Buenos Aires, cabeza de la Iglesia argentina.

Esta no es una noticia parroquial solo para católicos y devotos, sino un acontecimiento mayor en lo que se refiere al fortalecimiento institucional de la Argentina.

En cuanto a la situación económica: el saldo neto negativo de reservas en el banco central asciende en este momento a -US$ 10.800 millones, y el país tiene cerrado el financiamiento internacional y no puede recurrir por nuevos recursos al Fondo monetario internacional. Todo esto sucede con un déficit fiscal de 8% del producto, que solo puede ser financiado a través de la emisión monetaria, aunque esto aumente correlativamente la tasa de inflación.

En otros términos, el aumento de la inflación en la Argentina es un derivado de la crisis cambiaria (sinónimo de ausencia de dólares en el Banco Central), en una relación en la que el orden de los factores es fundamental. Por eso es que no hay estabilidad macroeconómica posible en la Argentina sin un salto exportador significativo que provea al país de dólares suficientes como para financiar de manera genuina una tasa elevada de importaciones y de esa manera permita el crecimiento sostenido.

La crisis inflacionaria, en suma, es un subproducto de la crisis cambiaria / crisis del sector externo / crisis de la balanza de pagos, y esta se resuelve de una sola manera que es triplicando las exportaciones de acá hasta el 2030.

Esto es lo que ya ha comenzado a ocurrir con la reaparición de un régimen normal de lluvias, cuyas presencia se ha manifestado en las últimas semanas incluso en la zona núcleo. A esto hay que agregar que la balanza energética termine este año equilibrada, por primera vez en una década, gracias al crecimiento extraordinario de Vaca Muerta / cuenca neuquina.

* Jorge Castro es presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico y miembro del Centro de reflexión política Segundo Centenario

 

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