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Uber: una transnacional con tácticas guerrilleras

Jueves, 28 de julio de 2022 02:31

Uber, una empresa de Silicon Valley nacida en San Francisco en 2009, erigida en un gigante global y reconocida como un paradigma de la revolución digital y la nueva economía colaborativa, quedó envuelta en un escándalo provocado por la revelación de las prácticas agresivas empleadas por sus directivos para vencer las resistencias de los sindicatos de taxistas y los organismos de control gubernamental a fin de obtener su legalización en las novecientas ciudades donde actualmente desarrolla su actividad, con una metodología que parecería más inspirada en las instrucciones de un manual sobre la guerra de guerrillas que en las enseñanzas de los libros de una escuela de negocios.

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Uber, una empresa de Silicon Valley nacida en San Francisco en 2009, erigida en un gigante global y reconocida como un paradigma de la revolución digital y la nueva economía colaborativa, quedó envuelta en un escándalo provocado por la revelación de las prácticas agresivas empleadas por sus directivos para vencer las resistencias de los sindicatos de taxistas y los organismos de control gubernamental a fin de obtener su legalización en las novecientas ciudades donde actualmente desarrolla su actividad, con una metodología que parecería más inspirada en las instrucciones de un manual sobre la guerra de guerrillas que en las enseñanzas de los libros de una escuela de negocios.

El origen fue una filtración de más de 80.000 correos electrónicos obtenidos por el diario británico The Guardian y trabajados conjuntamente con otros 42 medios periodísticos a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Los documentos corresponden a la etapa transcurrida entre 2013 y 2017, cuando la compañía presionaba fuertemente a los gobiernos locales para lograr su legalización en pleno conflicto con la industria tradicional de los taxis.

Los archivos recogidos revelan que en 2016 el entonces titular de la compañía, Travis Kalanick, mantuvo una reunión con Joe Biden, entonces vicepresidente de Estados Unidos, durante el Foro Económico Mundial de Davos. En esa oportunidad, Kalanick se impacientó porque su interlocutor llegó tarde a la cita. Su reacción quedó estampada en un mensaje de texto a un empresario amigo: "le hice saber que cada minuto que llegue tarde será un minuto menos que tendrá conmigo". Biden habría quedado impresionado por la solidez del planteo de su interlocutor y modificó el discurso que dio más tarde con motivo de la celebración del día mundial de la compañía.

El centro de esa estrategia residió en una política de hechos consumados que consistía en penetrar en los nuevos mercados de Europa, Asia y América Latina sin solicitar la autorización de los organismos competentes, lo que expuso a los conductores de Uber a la ira de los taxistas locales amenazados por la invasión de competidores que no estaban obligados a jugar con las mismas reglas. Los directivos desarrollaron una técnica de victimización para sacar provecho de las agresiones. "Necesitamos fotos de la violencia en Barcelona", revela uno de los mensajes.

Prácticas extorsivas

Un caso paradigmático sucedido en Francia en 2015 golpea sobre la imagen del presidente Emmanuel Macron, entonces ministro de Economía. Cuando en Marsella, la segunda ciudad de Francia, tras el caos desencadenado por los taxistas locales, que derribaron automóviles, quemaron llantas y cortaron el acceso al aeropuerto para protestar contra Uber, la compañía buscó el auxilio de Macron. "Lo veré personalmente. Mantengamos la calma hasta entonces", respondió por mail el actual mandatario francés al "lobbysta" de la compañía, Mark MacGann. Esa misma tarde, la Procuraduría de Marsella, que había suspendido el servicio en lugares claves de la ciudad, revirtió su decisión, en una medida que la empresa celebró como un triunfo. Mark MacGann le agradeció a Macron: "Buena cooperación. Gracias por su apoyo".

Ese comprometedor intercambio de mensajes es parte de más de una docena de comunicaciones inéditas, que incluyen al menos cuatro reuniones entre Macron y los delegados de Uber mientras la compañía enfrentaba investigaciones sobre sus operaciones en Francia. Para desgracia de Macron, MacGann, un ejecutivo irlandés separado de la compañía, fue identificado como el responsable de la filtración periodística de las comunicaciones que originaron el escándalo.

Los mails revelan que Uber empleó mecanismos ilegales para frenar investigaciones gubernamentales. Ejecutivos de la empresa activaban un llamado "interruptor de emergencia" para cortar el acceso a los servidores y evitar que las autoridades encontrasen evidencias durante los allanamientos a sus oficinas en Francia, Rumania, Holanda, Bélgica, India y Hungría. En noviembre de 2014, cuando la oficina de Uber en París recibía la visita inesperada de inspectores franceses, su responsable remitió un mensaje urgente: "favor cortar el acceso ahora".

Estos jugosos intercambios entre directivos y empleados de la compañía están pletóricos de detalles escabrosos que grafican una cultura empresaria lindante con la piratería. "Uber llega y luego empieza la tormenta de mierda legal", proclama un mensaje. "Somos jodidamente ilegales", agrega otro. "Es mejor pedir perdón que pedir permiso", tercia otro participante. Entre los descubrimientos de los archivos figura también un aspecto singular de las conversaciones con los gobiernos locales sobre el pago de impuestos, una preocupación central de las autoridades: la compañía ofrecía canjear concesiones fiscales a cambio de suministrar detalles que facilitaran el cobro de impuestos a sus conductores.

El análisis de los millares de mensajes demuestra que Uber contrató como asesores a un crecido número de ex funcionarios de distintos países, entre ellos dos asesores de Barack Obama. Revela asimismo su contrato con una consultora para armar el perfil de 1850 "actores relevantes" de 29 países y funcionarios de la Unión Europea. Esa investigación incluía ciertas precisiones sobre los "flancos débiles" de esos personajes.

Negociando con las FARC

Acorralada por las circunstancias, Uber reconoció los hechos en una declaración oficial pero centró toda la responsabilidad en la gestión de Kalanick y señaló que con la nueva dirección, a cargo de Dara Khosrowshahi, la compañía protagonizó un giro copernicano: "nos hemos movido de una era de confrontación a una de cooperación, demostrando una voluntad de sentarnos a la mesa y encontrar puntos de acuerdo con antiguos opositores, incluyendo los sindicatos y las compañías de taxis".

Jill Hazel Baker, vocera de la compañía, puntualizó que al nuevo director “se le encomendó la tarea de transformar cada aspecto de cómo opera Uber”. Destacó que fue “uno de los ajustes de cuentas más vergonzosos en la historia de las empresas en Estados Unidos. Cuando decimos que Uber es una empresa diferente hoy, lo es literalmente: el 90% de los empleados actuales de Uber llegó después de que Dara asumiera como director general”. 
Esa explicación aritmética sobre el porcentaje del 10% dejó planteada empero el interrogante sobre el significado real de esa reducción, si se tiene en cuenta la enorme cantidad de nuevos empleados contratados por Uber en los últimos cinco años, lapso en que la empresa multiplicó su inserción a nivel mundial. El comunicado de la compañía tampoco eludió cierto tono de provocativa soberbia: “no hemos ofrecido ni ofreceremos disculpas por un comportamiento pasado que claramente ya no está en línea con nuestros valores actuales”. Los críticos recalcaron que esa aseveración salvaguarda a la empresa de las responsabilidades legales que surgen del comportamiento de sus anteriores directivos.
Años atrás, cuando la documentación descubierta todavía permanecía desconocida, el Secretario de Transportes de la ciudad de Buenos Aires, Juan José Méndez, relató sus impresiones sobre sus tratativas con directivos de Uber con motivo de la confrontación desatada con los taxistas porteños: “parecía que me estaba reuniendo con las FARC para negociar un cese de fuego”. En términos futbolísticos, le pegó en el poste.
 
 

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