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La fragilidad latinoamericana

Jueves, 11 de abril de 2024 02:09

Lo ocurrido el viernes en Quito es un escándalo. Ningún gobierno tiene derecho de allanar una embajada para secuestrar a un vicepresidente ni a ninguna persona que se encuentre en el lugar a la espera del asilo político.

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Lo ocurrido el viernes en Quito es un escándalo. Ningún gobierno tiene derecho de allanar una embajada para secuestrar a un vicepresidente ni a ninguna persona que se encuentre en el lugar a la espera del asilo político.

Desde 1961, la Convención de Viena establece que las sedes diplomáticas son inviolables. Hacerlo constituye una violación lisa y llana al derecho de asilo. Fidel Castro lo hizo en 1981, cuando 30 cubanos se refugiaron en la embajada de Ecuador en La Habana y tomaron como rehenes al embajador y a otros funcionarios. El presidente ecuatoriano Jaime Roldós manifestó su indignación y negó que la toma de rehenes fuera un pretexto válido.

En 1956, durante el levantamiento contra la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu, el general Raúl Tanco y otros insurrectos se refugiaron en la embajada de Haití, de donde fueron secuestrados por comandos militares, aunque el embajador Brian Brierre logró rescatarlos y asilarlos. Pero se trata de hechos excepcionales. Ni la dictadura de Videla se atrevió a allanar la embajada de México, donde se alojaban Héctor Cámpora y Juan Manuel Abal Medina.

Por eso causó asombro y genera preocupación a futuro lo ocurrido la noche del 5 de abril, cuando el presidente ecuatoriano Daniel Noboa ordenó la detención del exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas que, acusado de corrupción, se había refugiado bajo asilo en la embajada de México en Quito.

Empezando por la OEA, el repudio a Noboa y la solidaridad con México fueron unánimes en la región. Incluso, el incombustible Nicolás Maduro se solidarizó con el presidente mexicano Manuel López Obrador, ante el atropello a la representación diplomática. Justamente él, fabricante de causas para detener a los opositores políticos, no solo les negó el salvoconducto a seis asilados en la embajada argentina en Caracas, sino que le cortó el suministro eléctrico al edificio.

"Al haberse abusado de las inmunidades y privilegios concedidos a la misión diplomática que albergaba a Jorge Glas y conceder un asilo diplomático contrario al marco jurídico convencional, se ha procedido a su captura". Esa fue la justificación de la presidencia de Ecuador frente al conflicto. La nota defendía que "ningún delincuente puede ser considerado un perseguido político".

La Convención de Caracas sobre asilo diplomático, ratificada tanto por Ecuador como por México, que determina "corresponde al Estado asilante" (en este caso México) "la calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución".

El exvicepresidente ha estado preso y ahora tiene nuevos procesos por corrupción.

La realidad es que los gobiernos que persiguen a una persona siempre lo consideran un delincuente, por lo cual el asilo político nunca tendría razón de ser, si nos guiamos por los argumentos de Novoa.

América Latina padece un tembladeral político y sus líderes, desde Milei a López Obrador, pasando por Maduro y el colombiano Gustavo Petro, lo activan constantemente con agravios y discursos cruzados. Y por ahora guardan silencio otros dos incombustibles: Alberto Fernández y Jair Bolsonaro.

En los días previos al allanamiento ilegal a la embajada mexicana, López Obrador había defendido al procesado y condenado Glass por el solo hecho de ser ambos amigos de Rafael Correa. Y no encontró mejor manera que deslegitimar a Novoa con palabras que se pueden volver un bumerán para el presidente de un país asolado por la violencia. El presidente mexicano insinuó que Novoa había llegado a la presidencia gracias a la no aclarada muerte del candidato Fernando Villavicencio, quien marchaba segundo tras la candidata correísta. Noboa, que estaba tercero, habría salido beneficiado.

Las embajadas son sagradas. Es esencial. Y la región necesita que los presidentes se limiten a jugar a los autitos chocadores solo con sus nietos.

 

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