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18 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Rosario narco

Martes, 19 de marzo de 2024 02:04

La ciudad de Rosario, la "Chicago argentina" como también se la conoce, la segunda ciudad del país está siendo azotada por la violencia narco. Las andanzas de dos italianos, Juan Galiffi -conocido como Chicho Grande- y su rival Francisco Morrone -Chicho Chico-, generaron el cambio de nombre. Galiffi era señalado como el jefe de una asociación mafiosa llamada la Honorable Sociedad. A los dos se los acusaba de asesinatos, estafas y secuestros.

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La ciudad de Rosario, la "Chicago argentina" como también se la conoce, la segunda ciudad del país está siendo azotada por la violencia narco. Las andanzas de dos italianos, Juan Galiffi -conocido como Chicho Grande- y su rival Francisco Morrone -Chicho Chico-, generaron el cambio de nombre. Galiffi era señalado como el jefe de una asociación mafiosa llamada la Honorable Sociedad. A los dos se los acusaba de asesinatos, estafas y secuestros.

El más cruel de los primeros raptos, organizado por la mafia siciliana, tuvo repercusión nacional. Lo llamaron "el secuestro del siglo". La desaparición y el asesinato de Abel Ayerza, en el inicio de la Década Infame, un joven de 24 años, perteneciente a una familia tradicional de Buenos Aires, ligado a grupos nacionalistas y con amigos cercanos al poder desató una conmoción y provocó importantes repercusiones.

La desidia o complicidad de los últimos gobiernos nacionales y provinciales y su falta de compromiso para erradicar este flagelo ha llevado a esta situación que padecen hoy los rosarinos, sitiados por los narcos. Y esta situación ha llevado a un gobierno nacional y provincial a establecer que la lucha contra el narcotráfico se ha constituido en una política de Estado que no tiene retorno.

Son verdaderos ejércitos. Un pelotón de sicarios cuyas edades oscilan entre los quince y dieciocho años. Poco, casi nulo futuro para estos niños/jóvenes a quienes la sociedad les viene negando oportunidades y caen en la tentación del dinero fácil y rápido, los que no llegarán a una adultez plena porque serán abatidos por las fuerzas de seguridad o por la misma droga.

El abastecimiento a Rosario estuvo garantizado al haberse flexibilizado el control fronterizo desde la frontera norte con Bolivia por la ruta 34 y desde la frontera con Paraguay por la hidrovía.

Una lucha en la cual, si gana el narco, se consolida narco Estado.

¿Qué puede decirse si hace exactamente un año el entonces ministro de seguridad Aníbal Fernández expresaba que "los narcos han ganado"? Lo que olvidó decir era que ese triunfo había contado una fuerte estructura de apoyo en todos los estamentos del poder.

Se debe tomar conciencia del avance experimentado por el narcotráfico, que hoy se hace presente en los barrios periféricos de la CABA y el conurbano bonaerense, así como en barrios marginales de las ciudades de Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Tucumán y con menor exposición en otras ciudades pero con clara y permanente expansión al país todo.

En barrios populares abandonados por el Estado está naturalizado el delito relacionado al consumo de drogas y el narcomenudeo como medio de vida y crecimiento social. Por ese motivo el combate contra las estructuras mafiosas del narcotráfico no puede ser cortado de raíz sólo con nuevas leyes, más jueces y tribunales o la incorporación de las fuerzas armadas.

El Estado debe comenzar a recuperar su lugar en los barrios donde está enquistado el narco, lo que significa urbanización, garantizar seguridad, escolaridad y alimentación, además de dotar a sus habitantes de fuentes de trabajo permanentes.

Los narcos no entraron solos, sino que alguien les abrió las puertas. Hagamos memoria, aunque los argentinos no podamos sustraernos de nuestra memoria frágil y proclive al olvido. Puede sernos de mucha utilidad en un futuro mediato.

 

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