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Liliana Bellone: "Las raíces una las expresa a través de la literatura porque están"

La poeta, narradora, ensayista salteña ha obtenido el Premio Casa de las Americas de Cuba en 1993 y el Premio Novelas Ejemplares de Universidad Castilla La Mancha y Editorial Verbum de Madrid, España, en 2020. Y ha publicado recientemente "Rosa de Guayaquil". Ha escrito una obra trascendente que atestigua su talento y contribuye a las letras del continente.
Sabado, 25 de marzo de 2023 20:39

La luminosidad de la palabra de Liliana Bellone abarca muchos temas e inquietudes, y la literatura -desde su oficio de narradora, de poeta, de mujer que habilita voces de otras mujeres en la ficción y en las historias de esas ficciones- es su herramienta. Docente, crítica, escritora, muchas son las facetas de esta creadora e investigadora. Toda una apuesta a una literatura universal escrita desde aquí, su Salta, su Latinoamérica, y que crece. "Rosa de Guayaquil" es su última novela, y recupera a una mujer de la historia de la emancipación continental muy viva. Otra novela, "Augustus", de 1993, iniciaba un camino de amor por el continente y la palabra. La creadora dialogó con El Tribuno.

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La luminosidad de la palabra de Liliana Bellone abarca muchos temas e inquietudes, y la literatura -desde su oficio de narradora, de poeta, de mujer que habilita voces de otras mujeres en la ficción y en las historias de esas ficciones- es su herramienta. Docente, crítica, escritora, muchas son las facetas de esta creadora e investigadora. Toda una apuesta a una literatura universal escrita desde aquí, su Salta, su Latinoamérica, y que crece. "Rosa de Guayaquil" es su última novela, y recupera a una mujer de la historia de la emancipación continental muy viva. Otra novela, "Augustus", de 1993, iniciaba un camino de amor por el continente y la palabra. La creadora dialogó con El Tribuno.

Comencemos por "Chivilcoy" y Cortázar, ¿qué significó esa novela, ensayo, biografía?

"Chivilcoy" surgió porque viajé con Antonio Gutiérrez, mi marido, escritor también, a Chivilcoy invitados por una editorial de Buenos Aires. Yo venía investigando acerca de Julio Cortázar, para nuestra generación un ídolo, trabajando la cuestión de sus raíces salteñas, raíces hondamente latinoamericanas, y aquella famosa polémica que hubo en Cuba, a través de la revista Casa de las Américas, con José María Arguedas, cuando se planteó esto de que Cortázar se sentía un cosmopolita, ni siquiera argentino, y Arguedas se lo reprocha porque él se sentía profundamente latinoamericano. Investigué esto a raíz de conversaciones, de lecturas, de las mismas palabras de Cortázar, que habló en algún momento de su padre salteño, Julio José Cortázar, hijo de la señora Arias Rengel, de viejas familias argentinas y muy arraigadas en Latinoamérica, como las de Arguedas.

No se habla de Cortázar como hijo de un salteño...

Sí, siempre se lo relaciona como un escritor hijo de inmigrantes, de la gran inmigración argentina, su madre descendiente de franceses, su padre, de vascos; pero nunca se dice que hay ahí una raíz hondamente latinoamericana, como el mismo Borges -que dice está emparentado con maestros de campo-. Y, de algún modo, eso lo acercaba a Arguedas, no eran muy distintos. Yo estaba investigando eso y me doy con Chivilcoy, donde él había dado clases durante cinco años, lo recuerdan, todavía hay gente que ha sido alumna de él, escribió muchos de sus primeros cuentos, incluso "Casa tomada" creo que lo escribió allí, inspirado en esas casonas de ciudad de La Pampa, casas chorizo. Y me enteré también, y lo había leído en alguna parte, lo sabía, pero en Chivilcoy apareció más nítido, de su amistad con Domingo Zerpa, el autor de los poemas quechuas. Gran amigo de Cortázar y muy importante, Zerpa, además, es muy reconocido sobre todo en la escuela, se enseñaban sus poemas. Mi papá me los recitaba cuando yo era chica. Zerpa era muy familiar... "Qué será tatita". Esa amistad... Cortázar le había prologado un libro a Zerpa, habían estado varias veces en el Tortoni, recitando... todo eso me llevó a seguir investigando. Y es una mezcla "Chivilcoy", como decís, de novela, biografía, ensayo, crítica literaria, un poco la enseñanza de Cervantes, la escritura desatada del capítulo 47 de la primera parte de El Quijote, que toma Severo Sarduy. Me sentí muy feliz al escribir esta pequeña obra.

La subtitulás "Sobre los pasos perdidos de Julio Cortázar", una remisión a otro escritor latinoamericano...

Claro, a Alejo Carpentier. Los pasos perdidos de Julio Cortázar están aquí, en Salta. Publiqué un artículo en Casa de las Américas, "Los ríos profundos y los pasos perdidos de Julio Cortázar". Está con nosotros. Es de acá. Está lo cosmopolita, lo europeo, y también creo que eso explica ese amor a Cuba, a Nicaragua.

Otro tema -que no deja de ser el mismo-, los treinta años de tu novela "Augustus", que ganó el Premio Casa de las Américas, ¿qué te sugiere este aniversario?

¡Que pasa el tiempo; es impresionante! (risas) Fue en febrero de 1993. Yo nunca imaginé que iba a tener ese honor; alguien me había hablado del Premio Casas, una profesora norteamericana me dijo que me presentara. Era mi primera novela. Y ella me mandó las bases y me animé; en esa época –y todavía ahora- se mandaba a través de la Embajada a Casa de las Américas. Y gran sorpresa y gran alegría. Porque dije, bueno, quiero decir que uno tiene que pensar en los receptores. Si uno piensa en el receptor inmediato, vecinal... yo ahí me di cuenta de que, cuando uno escribe, tiene que pensar en otros receptores, no solo en los receptores de la provincia e inclusive del mismo país. Uno tiene que pensar: "Y si esto lo lee un español, un francés, ¿cómo llega?".

En muchos sentidos esa novela anticipaba lo que vendría en cuanto a una escritura femenina... Algo que marca tu trabajo.

Sí, claro, son personajes femeninos, algunos hablan de una especie de "Juan Rufo femenino" y la cuestión del padre, claro. Una crítica también habló de "Rómulo y Remo femeninos", el mito a la inversa. Al darle la voz y el espacio a estas mujeres, me basé en las historias familiares, que hablaban de cuestiones de la femineidad, de una sociedad muy represora, muy patriarcal, de la Salta de principios del siglo XX, muy difícil para las mujeres. De todos modos, eran muy hábiles ellas también, eran inteligentes y sabían manejarse. Y después seguí con esa saga de mujeres...

Por ejemplo, tu última novela, "Rosa de Guayaquil"...

Investigando sobre San Martín, me doy con este personaje tan entrañable, la Rosita Campusano Cornejo, una mestiza, una hermosa mujer, inteligente, decidida, valiente. Tenían estas mujeres un papel preponderante en la guerra de la emancipación, muchas pasaban datos, y eran una tercera columna. Y amiga de Manuela Sáenz, que sí empuñó las armas, fue coronela en el ejército bolivariano. Así como nosotros tenemos a Juana Azurduy de Padilla, Martina Silva de Gurruchaga, mujeres muy valientes. Y Rosa es una intelectual. Yo la veo  –incluso por su nombre- cercana al mito, a la leyenda, y de gran carnadura humana. Y San Martín fue su compañero, seguramente compartieron, dialogaron, porque era una gran lectora, sobre todo de los franceses, los enciclopedistas. Y ella luego fue la protectora de la Biblioteca de Lima, una especie de Borges femenino, porque también estaba medio ciega. Y protegió los libros, fue la guardiana de los libros que dejó San Martín, casi todos en francés. Era un gran lector en francés, incluso sus últimas palabras son en francés. Esa es otra cuestión que tenemos que resolver con respecto de San Martín. Su segunda lengua, el francés, tantos años que vivió en Francia y gran amigo de intelectuales, de artistas, de Balzac, Rossini. Balzac muere al otro día que San Martín, el 18 de agosto de 1850, y las mías, las Campassi (de "Augustus") son del 18 de agosto por el viento de agosto, el símbolo de agosto por Balzac. Sí, se repitió siempre, sabés que Elena Hosmann también es del 18 de agosto...

Elena Hosmann, una de las mujeres que convocás en tu narrativa.

De la saga Cerio, ella nació un 18 de agosto, y es la madre de Letizia Álvarez de Toledo, y toda esa saga le gustó mucho a los italianos... y estaba relacionada con el noroeste argentino, porque ella vino a sacar fotos, era amiga de la gente de La Carpa, de Galán, seguramente lo conoció a Manuel Castilla, a Raúl Aráoz, a esa generación del 40; es decir, que siempre volvemos a este lugar de partida.

Y esa conexión siempre existió en el interior, somos también cosmopolitas...

Somos cosmopolitas. Es algo raro. ¿No? Porque al ser, a la vez, tan alejados... como dicen esas teorías lingüísticas cuanto más alejados, más se mantienen las formas antiguas, arcaicas. Sería como un refugio de la cultura universal... El jueves en la Catedral cantaron en latín, en hebreo... el Coro de la Universidad Católica en la actuación con la Sinfónica... Digo, un lugar que recepta lo universal, al revés de lo que piensan...

¿Cómo es escribir desde una provincia?

Es duro, porque, además, la Argentina tiene toda esta mentalidad centralista, prejuiciosa. Es como que se exige que sea una literatura regional y no universal... André Gide dice que "hay que huir por arriba de los laberintos", hay que volar.

Pareciera que nos quieren acotar a un espacio... y tu novela ganó en Cuba...

Yo la había presentado en un concurso acá, la había mandado para que me la editen también. Una serie de cosas me pasaron con "Augustus". Y, mirá, otros receptores la valoraron. Y así pasa... Sábato decía hay que creer en la posteridad y en esa otra posteridad que es el otro país, el otro continente, donde no te conocen y de otra manera te conocen...

Volvamos a Cortázar, están organizando con Antonio un conversatorio…

Sí, por los 60 años de "Rayuela", va a ser en la Sociedad Italiana el 31 de marzo, y surgió porque uno se exige en los aniversarios, y este año también es el aniversario de "Fervor de Buenos Aires", de Borges, fue el primer libro suyo. Cien años, y "Rayuela" 60 años. En los años 60 fue un boom, quién no buscaba "Rayuela" y la leíamos y nos identificábamos con los personajes y encontrábamos a la Maga, a Oliveira en los amigos, los compañeros de la facultad, era así. Uno decía "esta es una Maga, este es un Oliveira", y el jazz… y eso que Cortázar era de otra generación, del 14, era mucho más grande.

¿Cuándo publicaste por primera vez?

En 1977, tuve el primer premio de autores inéditos de la provincia, en poesía. También había ganado un premio de estudiantes en la UNSa. La poesía y la novela siempre juntas. Narrativa, teatro, me gustaba escribir obras de teatro, y ahora me doy cuenta de que hasta en la poesía tengo elementos de teatrales, en la narrativa es notable siempre el tema del diálogo. Y en la poesía también, tal vez sea por la literatura española, el Romancero, sobre todo; el teatro de Siglo de Oro, que antes se leía tanto en los colegios; en la universidad hemos tenido profesores excelentes en Literatura Española, y eso tal vez hace a los receptores. A veces pienso que por eso les interesó también a los españoles mi narrativa...

Has editado en España, en Italia...

Sí, en España cuatro libros y en Italia también me tradujeron cuatro libros. Ahora me van a traducir "Rosa de Guayaquil", que está dedicada a Rosa María Grillo también, ella es la traductora, la editora de mis obras allá. En las universidades, sobre todo, se han leído mucho, por esto que decimos, esta articulación entre América y Europa, la América profunda... entre Buenos Aires y París, y entre Salta y Europa, esa articulación. Elisa Moyano, una de las críticas que abordó mi obra, dice "de Europa a la América profunda"... Ella captó también esto de buscar las raíces -o no buscarlas-; porque las raíces, de alguna manera, una las expresa a través de la literatura porque están. Y también está el sustrato indígena todo el tiempo, todo eso es tan importante para Latinoamérica. Ojalá sirva para algo lo que uno hace...

Fuiste docente de Letras.

Treinta y cinco años di clases en el Colegio Nacional y en otros colegios y en la universidad estuve también, en investigación, en docencia. Y eso es tan enriquecedor...

Seguís en actividad, sos invitada a muchas universidades, en muchos lugares del mundo.

Sí, me invitan a dar charlas, conversatorios... en la Universidad de La Habana, en el Centro Dulce María Loynaz, en varios lugares, también en Italia. Sí, porque el tema de lo académico es muy enriquecedor. Tengo esa alma de docente, y creo que va a seguir conmigo.

¿Siempre escribís?

Poesía siempre, siempre está surgiendo. Por ahí soy ingrata con la poesía porque publico más narrativa, artículos y ensayos. Tengo una novela nueva, y hay dos o tres relatos que andan dando vueltas. Esta narrativa tiene que ver también con esto de la pandemia que hablamos recién, que fue una ruptura para toda la humanidad, que nos enfrentó a ciertas cosas, a la soledad, al aislamiento, algo bastante medieval. Uno se extraña...

¿La pandemia ingresó en tu escritura?

Sí, sí, en "Las moradas", que es una novela, y también en mi poesía hay una cuestión medio virgiliana y pastoril porque uno valora la vida tranquila, la vida retirada. Los pastores, ya no los virgilianos, esa vida más serena… el campo. Hay un libro mío llamado "La rueda de Virgilio", poesía con el tema de lo pastoril que también está en "Augustus" y también en "Fragmentos de siglo". Siempre he dado vueltas con ese tema, me he dado cuenta que estoy trabajando mucho esa cuestión, quizás sea por eso que uno vuelve a buscar la naturaleza en los lugares alejados, esa paz, que se ha perdido en las grandes ciudades y que se van perdiendo cada vez más… La ambición de los poderosos sigue gobernando el mundo, con el dinero que gastan en armas solucionarían el hambre en todos los continentes…

 

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