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Ser o no ser empleado, ese es el dilema

Sabado, 04 de febrero de 2023 02:34

Para unos significa ingresar a un mundo de relativa seguridad, con un ingreso garantizado, limitación en la jornada laboral, vacaciones y descansos pagos, protección contra el despido arbitrario, etc.; pero correlativamente alguien adquiere una serie de deberes y obligaciones que se desprenden de la existencia -o no- de una relación laboral. De allí la puja, a veces inclemente, para sostener que corresponde el amparo de la legislación laboral. La imaginación y la “viveza criolla” se despliegan en este tema con inusitado denuedo, particularmente por parte de algunos empleadores que buscan eludir -a toda costa- el rigor de la ley laboral. 

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Para unos significa ingresar a un mundo de relativa seguridad, con un ingreso garantizado, limitación en la jornada laboral, vacaciones y descansos pagos, protección contra el despido arbitrario, etc.; pero correlativamente alguien adquiere una serie de deberes y obligaciones que se desprenden de la existencia -o no- de una relación laboral. De allí la puja, a veces inclemente, para sostener que corresponde el amparo de la legislación laboral. La imaginación y la “viveza criolla” se despliegan en este tema con inusitado denuedo, particularmente por parte de algunos empleadores que buscan eludir -a toda costa- el rigor de la ley laboral. 

Ser o no ser empleado, esa es la cuestión que desvela obviamente a los propios trabajadores, pero también a los empleadores que, muchas veces, de buena fe, ignoran si por - ejemplo - al contratar un plomero para arreglar la rotura de unas cañerías de la empresa están realizando una contratación laboral o no; o si el contador que va una hora diaria a la empresa puede considerarse un empleado. No son temas de fácil respuesta. 

Trabajo gratuito 

Si el vecino, tan amable, se ofrece a cortarle el césped ya que está con la maquinita haciendo lo propio en su jardín, podemos descartar una relación laboral. Si el generoso acto se repite excepcionalmente, tampoco variará la naturaleza de la relación. Pero si día por medio, comienza a sacar unos yuyitos, carpir la tierra, plantar unos jazmines y armarle un rosedal; parecería que usted se ha convertido en el feliz titular de una relación laboral. Si nuestro buen colindante es jardinero de profesión, estamos en el horno. 

Unas veces por vecindad, otras por amistad o solidaridad, la gente presta servicios llamados “benévolos” en los que no existe la intención de percibir una contraprestación por el trabajo realizado, ni de darla por quien lo recibe. 

Trabajo amateur 

La Federación Argentina de Aficionados al Billar organiza torneos para los que hay que confeccionar programas de partidos, planillas, calcular promedios, encargarse del tablero, etc. Un entusiasta de este “deporte”, José Szaferztein, se encargaba de estos menesteres. Quiso hacer una carambola laboral, pero le “pifió” a la bola. Los jueces no le reconocieron una relación laboral, como pretendía, porque el mismo Szaferztein reconoció que era un fanático del juego a tres bandas. 

También don Enrique Avallay, quiso hacerle un gol de media cancha a la Federación de Basquetbol de la Capital Federal. Adujo que era empleado ya que, como árbitro, debía respetar fechas, usar uniforme, asistir a prácticas y lógicamente- intervenir en los partidos. El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia que descartó la relación laboral por el carácter amateur de la actividad. La finalidad esencial del llamado amateurismo es la práctica del deporte por gusto, recreación o placer, de manera desinteresada y gratuita, lo cual diferencia al jugador o árbitro aficionado del profesional que utiliza su capacidad deportiva como medio habitual de vida y con un fin de lucro. Sin embargo, una luz de alerta se prende en esta temática ya que existen intereses económicos y comerciales, que gradualmente van desnaturalizando la práctica deportiva desinteresada. 

Viveza criolla en vez de gauchadas  

A nuestro modo de ver (sin academicismos) existen cuatro categorías que dividen, en frágiles compuertas, las aguas de las relaciones laborales: 

* Por un lado aquellas figuras que constituyen burdos fraudes a la ley (el más común registrar al trabajador como monotributista) 

* Esquemas que podríamos llamar de “fraude legal” donde se intenta utilizar tipologías legales (cooperativas, pasantías, etc.) para encubrir relaciones laborales; 

* Situaciones en las que, en principio, se debe descartar la existencia de una relación laboral (socios, colaboración entre vecinos, profesionales independientes, etc.), por faltar el elemento de subordinación. 

* Por último esa franja en la que se le queman los papeles a jueces, abogados y académicos (llamada, por eso, zona gris. Mejor, quizá: zona de trituración de materia gris); en la que resulta difícil discernir la existencia -o no- de una relación laboral.

 

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