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Un salteño que vivió en el Templo Shaolin develó los secretos de las artes marciales y la meditación

Carlos Aleman se formó en el famoso monasterio chino y habló con El Tribuno sobre la filosofía oriental y de su búsqueda de la armonía.
Domingo, 26 de febrero de 2023 09:08

Desde que se estrenó a principios de los 80 la película el “Templo Shaolin” creció masivamente en Occidente la admiración y la mística en torno a este milenario monasterio chino, ubicado en las montañas de la provincia de Henan donde las artes marciales y la espiritualidad parecen alcanzar su grado máximo. 

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Desde que se estrenó a principios de los 80 la película el “Templo Shaolin” creció masivamente en Occidente la admiración y la mística en torno a este milenario monasterio chino, ubicado en las montañas de la provincia de Henan donde las artes marciales y la espiritualidad parecen alcanzar su grado máximo. 

Los monjes formados allí son considerados una suerte de guerreros. Sin embargo, son personas que profesan la disciplina, el autocontrol y el rechazo a la violencia. Las artes marciales representan para ellos un medio y no un fin.

Carlos Aleman es un argentino de raices salteñas, quien actualmente vive en el sur del país. Es cultor de las artes marciales y maestro shaolin graduado en China en 1997. Se especializó en taichí, chikung, kung fu, reiki usi, entre otras desciplinas. 

En diálogo con El Tribuno contó que, este año, brindará en la provincia un Profesorado de Taichí Chuan y Chikung. Será un ciclo de capacitación de tres años.

Aleman contó: “La cultura del Shaolin tiene mucho que ver con el arte de la respiración, la meditación y la caligrafía. Pone más la atención en el ser, que en la lucha. En mi busqueda de superarme en las artes marciales a nivel competitivo recorrí lugares intensos, como Brasil y China. En este último país tuve la suerte de poder ingresar al Monasterio Shaolin”. 

El hombre recordó que al presentarse en el templo, lo primero que le preguntaron fue qué era lo que necesitaba demostrar. “Me hicieron dar cuenta que en camino por el que venía transitando se está siempre queriendo superar al otro y nos olvidamos de superarnos a nosotros mismos. Fue así que comencé todo un trabajo de transformación interior, que luego se tradujo en lo exterior”, relató.

 

Disciplina, ante todo

En cuanto al tipo de vida que se lleva en el monastario, contó a El Tribuno que la sociedad china en general se caracteriza por ser disciplinada. Establecen una rutina y la cumplen a rajatablas. Sostienen que sin disciplina hay caos.

 

“En la cotidianeidad hay que establecerse rutinas. Por ejemplo, hay que levantarse temprano, dedicarle aunque sea unos pocos minutos a ejercitar el cuerpo, a la meditación y a la lectura. Hay que genera un hábito que, en definitiva, nos permitirá llevar una vida más saludable”, explicó.


Sin embargo, Aleman aclaró que para ser constante y disciplinado hay que tener determinación. “Hay que practicar las cosas una y otra vez. Debemos preguntarnos si tenemos realmente ganas de saber qué hay dentro nuestro y si tenemos realmente el deseo de superarnos. Nosotros profundizamos ese trabajo de autoconocimiento, de desarrollo personal auténtico y logramos que la gente esté bien, se sienta bien y que permanezca en su eje”, detalló. Esa formación, aseguró el maestro, permite construir una sociedad mejor.

 

“Son muy exigentes”

En China son muy exigentes, recordó el maestro shaolin. En Occidente se suele ir dos o tres veces a la semana al gimnasio y se destina mucho tiempo a las redes sociales y a los medios. Se está todo el tiempo pendiente de las noticias. 

En la cultura oriental, por lo general se va al gimnasio todos los días. “En el monasterio a las 5 de la mañana, con el primer toque de campanas, ya estabamos todos corriendo y a las 10 de la noche, cuando sonaban las últimas campanadas tenía que haber un silencio absoluto. Hay un tiempo para todo, para comer, para descansar, para trabajar, para ejercitarse”, resaltó.


El maestro puso el acento en que hay cuestiones muy importantes y que hacen a una buena calidad de vida y que se deberían practicar a diario.

 

“Es imprescindible que trabajemos la respiración. Que le pongamos mucha atención. A la mañana temprano, antes de empenzar el día respiremos profundo, hagamos ingresar el aire y llenemos nuestros pulmones deseando lo mejor y exhalemos lo que no queremos llevar encima, lo que queremos desechar”, señaló.

 

Los monjes shaolines estudian la conciencia por medio de rigurosos ejercicios psicológicos y espirituales; y profundizan el conocimiento de las artes marciales, especialmente el kung fu. Parte de los secretos de esa filosofía oriental se darán a conocer en Salta, de la mano de Carlos Aleman, quien se formó durante largos años en la cuna del kun fu y la meditación. 

 


 

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