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“Cáncer, una palabra con la que uno aprende a convivir y a no tenerle miedo”

Quienes recibieron este diagnóstico coinciden en la importancia de la detección temprana a través de los controles periódicos. Señalan, además, que el amor, la contención y las ganas de vivir son las mejores medicinas.
Viernes, 17 de febrero de 2023 07:56

Claudia Pastrana Méndez (51) se encuentra abocada desde hace muchos años al mundo artístico. De hecho, se desempeña como directora de Cultura de la Municipalidad de Vaqueros. Los primeros meses de 2020 marcaron un verdadero hito en su vida. Al igual que a todo el mundo, la pandemia de Covid 19 la golpeó de lleno. A causa de la cuarentena tuvo que postergar por algunos meses sus estudios ginecológicos anuales. El 14 de julio de ese mismo año, finalmente concurrió a realizarse una mamografía

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Claudia Pastrana Méndez (51) se encuentra abocada desde hace muchos años al mundo artístico. De hecho, se desempeña como directora de Cultura de la Municipalidad de Vaqueros. Los primeros meses de 2020 marcaron un verdadero hito en su vida. Al igual que a todo el mundo, la pandemia de Covid 19 la golpeó de lleno. A causa de la cuarentena tuvo que postergar por algunos meses sus estudios ginecológicos anuales. El 14 de julio de ese mismo año, finalmente concurrió a realizarse una mamografía

“El primer estudio me dijeron que salió bien y que regrese el próximo año. Pero algo no me cerraba, era un presentimiento. Concurrí a otro médico y me hicieron una ecografía. Fue entonces que detectaron nódulos en pecho izquierdo y en una axila”, recordó. A este control le siguió una biopsia. Los resultados no fueron buenos. Le diagnosticaron cáncer de mama. Debía someterse en primer lugar a una mastectomía, es decir a una cirugía para extirpar un seno. La cosa no era sencilla. 

 

De un momento a otro tenía que organizar su casa, su trabajo y programar una serie de análisis. Se trató de una etapa de incertidumbre, en la que debía cargarse de fortalezas para hacer frente a la situación. Allí se dio cuenta que la palabra cáncer carga consigo una profunda connotación. Ni sus amigos querían nombrarla.

 

Sin embargo, Claudia reconoció que en ningún momento pensó en que iba a morir.


“Fue todo muy rápido. Le pregunté al doctor cuando sería la operación y me dijo ‘ya, cuanto antes. Mañana si es posible’. Fue así que comencé con los análisis preoperatorios y el 12 de agosto entré al quirófano”, recordó.

“El primer sentimiento al recibir la noticia fue de una profunda angustia, de preocupación. Pero por suerte me sobrepuse y me pude ocupar. Antes que nada llamé a una psicóloga, entendí que necesitaba orientación. Me apoyé también en mi hijo, mi familia y amigos. En estos casos es fundamental estar rodeada de amor”, explicó. Esa contención fue a la distancia, ya que por aquellos tiempos el coronavirus impedía el acercamiento físico.

Claudia puso de relieve que, para enfrentar una situación como ésta, no solo hace falta un equipo médico competente sino también de gran calidad humana. Ella encontró esas cualidades en Federico Gutiérrez Zigarán y Miguel Angel Escudero. 

 

La quimioterapia

Tras una mastectomía exitosa, Claudia comenzó a transitar un periodo largo e imprescindible de quimioterapias para prevenir y erradicar todo vestigio de la enfermedad. Fue un año de sesiones, primero cada 15 días y luego cada 21 días. Comenzaban a las 8 y terminaban a las 14. “Eran seis horas de diferentes sueros. En esos lapsos cerraba los ojos y pensaba que estaba en otro lado, en una playa por ejemplo. Hasta me dormía. Evitaba que me invadiera la angustia. Pero el tema es después, cuando aparecen los efectos.

Las drogas eran fuertes. En alguna ocasión hasta terminé internada”, recordó. Le anticiparon que se le caería el cabello. “Yo lo tenía largo y lacio. Así que fui a un peluquero y antes de la primera sesión y me lo hice cortar bien corto. Estar pelada no me iba a significar nada -se dijo así misma-, menos esta circunstancia”, afirmó.  

 

“Mi hijo tuvo mucho miedo. Mi madre de 94 también, pero es muy creyente, de rezar mucho y de mucha fortaleza. Mis amigos se angustiaron. Pero tal vez mi actitud ante la enfermedad los dejó más tranquilos”, señaló. 

 

Claudia manifestó que esta experiencia le generó cambios profundos en su vida. “Siempre fui muy despojada de todo, vivía más para los otros. Ahora pienso un poco más en mí. El cáncer me enseñó también a tener paciencia, antes no la tenía ni para hacer una fila. El tratamiento fue largo y tuve que transitarlo de la mejor manera. Y pasó. Todo pasó”, expresó.

Desde el primer diagnóstico nunca dejó de trabajar. Durante la cuarentena lo hizo desde su casa y le asignaron la atención virtual a los vecinos. “Siempre supe que tenía que seguir adelante y lo hice contenta, tratando de llevar una vida normal. Soy conciente que no todos pueden transitarlo de la misma manera. En mi caso tener un solo pecho no me genera ningún trauma. Primero me costó ver la cicatriz, pero hoy es parte de mi ser”, puntualizó.

En estos casos, tal como se suele repetir una y otra vez, la detección temprana es fundamental. “No dejen de hacerse periódicamente los estudios y si les toca transitar por esta enfermedad o conocen a alguien que la tiene, no dejen de rodearse de afectos y de dar amor. La contención y esa fuerza que nos sale bien desde adentro en esos momentos tan difíciles es la mejor medicina”, concluyó Claudia Pastrana Méndez.

 

“El cáncer no es sinónimo de muerte. El miedo te hace valiente”

En abril de 2022, Mariana Comba (51), docente de nivel inicial, sintió cierto malestar y acudió a una consulta médica. Transitaba una anemia cuyas causas estaban poco claras. Fue así que le realizaron una colonoscopía. El estudio detectó una lesión maligna y una posterior biopsia arrojó la presencia de un tumor.

 

“Cuando me dijeron que el diagnóstico era cáncer fue un shock, me dio miedo y sobre todo mucho enojo”, recordó.


Al otro día acudió a una nueva consulta, pero parada desde otro lugar. “Me dije a mí misma que el miedo no me iba a vencer. No tenía muchas opciones, o me paralizaba y me deprimía o enfrentaba la situación de la mejor manera posible. El temor me empujó a ser valiente. Unos días después me operaron”, contó.

 

"Yo elegí no vivir enferma. Cada día es una vida y es la única oportunidad que tengo de no perderme nada".

 

Comba destacó el haber encontrado un equipo de profesionales que la contuvieron en todo momento. La noticia sobre su cáncer la transmitió inmediatamente a sus hijos, pero para hacerlo con su mamá esperó un tiempo, hasta que las condiciones fueron las adecuadas. “Mi familia y amigos fueron el sostén. Es importante conectarse con las emociones, vivirlas con intensidad”, explicó.

La docente puso de relieve que el cáncer no es sinónimo de muerte. Apuntó a que si se lo detecta a tiempo es curable, por ese motivo es importante trabajar en prevención y en concientización.  

Durante el periodo de quimioterapias dijo haber sentido pocas reacciones adversas en comparación con otros pacientes. “No se me cayó el cabello, pero sentí molestias en manos y pies. Las sesiones se repetían cada 21 días. El acompañamiento de las enfermeras Fanny, Naty y Estelita fue fundamental. Fueron mis ángeles de la guarda”, detalló. 

 


Una vez terminado el ciclo de quimioterapias sintió el efecto acumulado de las drogas repercutiendo en sus extremidades, por lo que tuvo que recurrir a fisioterapia


“Creo que cuando uno atraviesa el umbral del cáncer, cuando ve la posibilidad real del fin de la existencia, entendès muchas cosas, comenzás a percibir que la vida tiene que vivirse de otra manera. Es el día a día. Siento que cada amanecer me regala la única oportunidad de no perderme nada”, expresó.


Luego de la última tomografía y de acudir al especialista, Mariana dejó el consultorio y caminó por una vereda céntrica mirando la gente, los autos y las vidrieras como si fuera la primera vez. Respiró profundo, rió y gritó: “Lo logré”.


 

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