Para el domingo 19 se nos plantea una disyuntiva histórica: tomar una opción que, para la mayoría, se plantea entre dos candidatos que, metafóricamente, representan un suicidio colectivo.
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Para el domingo 19 se nos plantea una disyuntiva histórica: tomar una opción que, para la mayoría, se plantea entre dos candidatos que, metafóricamente, representan un suicidio colectivo.
Consideremos lo risueño de un candidato oficialista que niega pertenecer a ese espacio y después de un año de manejar con absoluta libertad la economía y haber provocado un verdadero estropicio promete aplicar una política que está en las antípodas de lo registrado hasta el presente.
La oposición a ese oficialismo la lleva adelante un candidato, economista identificado como un outsider de la política y cuyas propuestas parecieran ser más destructivas que constructivas, si bien aclara que lo que hay que destruir es un sistema ya obsoleto y reemplazarlo por otro, que es un misterio.
Cabe aquí la pregunta del millón. ¿Cuál será entonces el voto de quienes no sucumbimos más ante la mentira, que reiterada y desfachatadamente, hemos venido soportado de la dirigencia política desde hace años?
Por otra parte, la opción que debemos enfrentar pareciera colocarnos en la alternativa de tener que votar contra algo en lugar de votar a favor de algo. Que el voto sea negativo cuando debiera serlo positivo.
Esa sola acción, de por sí, lo desvaloriza.
También está la factibilidad del "voto en blanco" que es el votar por nadie. En mi opinión muy personal lo llamo voto "no comprometido", cuando la situación del país nos exige a los ciudadanos de bien asumir la responsabilidad de la emisión de un sufragio.
Por otra parte, el voto en blanco se torna inexistente al no incidir ni afectar en modo alguno el resultado eleccionario.
Por una parte, somos muchos los que no asumiremos nunca el relato kirchnerista desvirtuando la realidad para utilizarla en beneficio propio. Lo que sí asumimos como propia es la tristeza de ver el reiterado transcurrir de situaciones lamentables que no somos capaces de sortear.
El dilema al cual nos enfrentamos los argentinos es inédito.
Tampoco podemos dejar de lado una preocupación generada por las dudas sobre un posible fraude, teniendo en cuenta los hechos sucedidos y comprobados en la ciudad de La Plata y localidades de Santiago del Estero y Tucumán.
Esto, que suman a los escándalos por la manipulación de tarjetas de débito de empleados públicos, el caso Chocolate, que no tuvo consecuencias políticas, y los ilícitos que se imputan al funcionario bonaerense Martín Insaurralde.
Para cerrar, el ministro candidato oficialista fue denunciado penalmente por violar la veda electoral, porque realizó anuncios de actos de gobierno pocos días antes de las elecciones.