¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

12°
19 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Guerra a la inflación con la pólvora mojada

Miércoles, 18 de enero de 2023 01:33

La inflación es el gran problema visible de la decadencia macroeconómica del país. Es el impacto que gotea día a día en el bolsillo de los ciudadanos, y por eso se siente mucho. Ese goteo horada el poder adquisitivo del peso y las consecuencias están a la vista: desinversión, caída del PBI, destrucción del empleo, economía informal y pobreza.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La inflación es el gran problema visible de la decadencia macroeconómica del país. Es el impacto que gotea día a día en el bolsillo de los ciudadanos, y por eso se siente mucho. Ese goteo horada el poder adquisitivo del peso y las consecuencias están a la vista: desinversión, caída del PBI, destrucción del empleo, economía informal y pobreza.

Y la pobreza se multiplicó por 10 en cinco décadas. Todos lo sabemos, pero Alberto Fernández dijo ayer que "lo único que nos frustró a los argentinos fue la presidencia de Mauricio Macri".

El columnista Alejandro Borensztein proponía hace seis meses que no cambiaran al secretario de Comercio, Roberto Felleti "porque él nos garantiza el 80% de inflación, cualquier otro va a llegar al 100%". Matías Tombolini cumplió: llegó al 94,8%. El Gobierno celebró ese dato como un logro (¿?). Lo que no dijo es que, efectivamente, la canasta básica total aumentó 100,3% y la canasta alimentaria trepó hasta el 103%.

Nadie recordó que la sequía obligó a los ganaderos a vender antes de tiempo y a pérdida a novillos y vientres, con lo cual la sobreoferta de carne barata hizo que este producto subiera apenas 35%, achicando la inflación final. Cuando la carne empiece a escasear, volverá a subir y Tombolini, seguramente, saldrá a culpar a "los terratenientes".

Buscar culpables es un indicio de debilidad política como para plantear la realidad a la sociedad, que ya tiene elementos de sobra como para no comprarse la teoría conspirativa de "los formadores de precios". No asumen la naturaleza misma de la inflación. Ayer nomás, con el dólar blue acercándose a los 400 pesos, el Gobierno lo atribuyó al éxodo de turistas al exterior.

La inflación ya lleva 80 años. Es un fenómeno multicausal que tiene como efecto que el peso carezca de atractivos. Al ser una moneda inestable la gente se desprende de los billetes (ahora a las monedas se las vende por el valor del metal, que es más negocio) y se vuelca a la compra de bienes nobles o de dólares.

Muchos gobiernos en estado de desesperación recurren a la amenaza coercitiva. La impotencia es mala consejera. Tanto que para controlar el cumplimiento del programa "Precios Justos", el Gobierno convocó al Sindicato de Camioneros.

Salta a la vista lo que se busca al confiar los controles a Hugo y Pablo Moyano, ahora acompañado por el menos conocido Oscar Borda, figuras que gozan del mayor desprestigio en la opinión de la sociedad: quieren asustar a todos con la fama violenta ganada a lo largo de innumerables bloqueos a empresas, a las que pretenden imponer la ley del barrabrava. No parece contribuir esta decisión a la construcción de confianza en el espíritu democrático e institucional del ministro Sergio Massa.

Massa y Tombolini, con esta decisión, ponen en evidencia que el presupuesto anual de su cartera no está siendo bien aplicado, ya que para esa tarea cuentan con los fiscalizadores de la Secretaría de Comercio, la dirección de Inspecciones y la subsecretaria de Defensa de los Consumidores. Esta tercerización se parece a una caricatura del autoritarismo decadente.

Como era de esperar Elisa Carrió denunció a Fernández, Massa y Tombolini por recurrir a "fuerzas parapoliciales", y muchos empresarios que rubricaron la tregua de "Precios Justos" amenazaron con renunciar al acuerdo.

Todo suena a una mala copia de otros grandes fracasos. Parece que fueran a la guerra contra la inflación con la pólvora mojada. Ni el arma en la cintura ni el estilo malevo le sirvieron al inolvidable Guillermo Moreno; tampoco el dislate de intervenir el Indec para anunciar al mundo indicadores de pobreza propios de los países más desarrollados.

Pero el paso del tiempo agrava los riesgos: las inspecciones de los camioneros, que parecerían una farsa, son en realidad la máscara de una tragedia social.

Temas de la nota

PUBLICIDAD