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Jubilaciones, al borde del abismo

Viernes, 02 de septiembre de 2022 02:25

Las jubilaciones y pensiones del sistema previsional nacional, las prestaciones no contributivas a cargo de la Anses, y las asignaciones por hijo (AUH y pagos que recibe un grupo de monotributistas) tendrán un reajuste del 15,53% en septiembre, según fue comunicado por el ministro de Economía y la directora ejecutiva del organismo de la seguridad social. De esta manera, el haber mínimo mensual pasará de $37.525 a $43.353. A esa cifra se le sumará, solo durante tres meses, un refuerzo no contributivo de hasta $7.000, con lo cual este universo de la población percibirá -durante tres meses- un monto máximo de $50.353.

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Las jubilaciones y pensiones del sistema previsional nacional, las prestaciones no contributivas a cargo de la Anses, y las asignaciones por hijo (AUH y pagos que recibe un grupo de monotributistas) tendrán un reajuste del 15,53% en septiembre, según fue comunicado por el ministro de Economía y la directora ejecutiva del organismo de la seguridad social. De esta manera, el haber mínimo mensual pasará de $37.525 a $43.353. A esa cifra se le sumará, solo durante tres meses, un refuerzo no contributivo de hasta $7.000, con lo cual este universo de la población percibirá -durante tres meses- un monto máximo de $50.353.

Estos montos son en bruto y antes de descuentos. Si se resta el aporte al PAMI, el ingreso neto será de $42.052. Como los $7.000 de refuerzo son un bono sin descuentos, lo que llegará a los bolsillos -para algunos- durante tres meses será $49.052. Hasta aquí la noticia y los fríos números que se desprenden de ella.

Según datos de la página oficial del Indec, la canasta básica alimentaria para un adulto solo es de $36.019 por mes. Esta cifra no considera alquiler, ni transporte, ni vestimenta, ni remedios, ni esparcimiento. O sea que, a un jubilado que cobra la mínima, le quedarán $13.033 durante tres meses para estos gastos corrientes y $6.033 por mes después.

Estas cifras son alarmantes per se, pero adquieren una dimensión más profunda que le añade más dramatismo cuando se descubre que el 86% de los jubilados del país cobran la pensión mínima. Un porcentaje abrumador y que muestra con claridad el achatamiento de la pirámide de los ingresos jubilatorios.

En agosto de este año, el 86% de los jubilados de ingresos más bajos del sistema gestionado por la Anses perdieron un 24% de poder adquisitivo respecto al mismo mes de 2017; y un 16% respecto al inicio del 2022.

No es percepción de inflación; es aumento de precios y pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones y de los salarios en general. No es percepción de relativa estabilidad; es angustia al no poder vivir con dignidad el último tramo de la vida o al verse obligados a depender de la ayuda de hijos, amigos o familiares -si es que tienen esa suerte-, a pesar de haber aportado parte de su salario durante toda su vida laboral. Ah; ¿no todos?

Todo tiene una explicación

El sistema previsional lleva una situación de quebranto de años. Para comenzar, cuando el canciller alemán Otto von Bismark desarrolló el sistema previsional alemán en 1881, -el cual hemos copiado grosso modo, más tarde-, estableció la edad jubilatoria en 70 años cuando la expectativa de vida de su población era de 36 años para el hombre y 38 para una mujer. En el caso de tener que pagar algo, sería poco y por poco tiempo. En realidad, fue concebido como un sistema de ahorro forzoso para las cuentas públicas. En esa época, por cada jubilado al que se le pagaba la pensión, existían tres o cuatro trabajadores activos aportando mes a mes, tasa que se define como "radio de soporte": la relación que existe entre la cantidad de trabajadores activos por cada persona que alcanzó la edad de retiro. El aumento de la expectativa de vida -que llega hoy a 80 años para las mujeres y a 72 años para los hombres-, y la disminución del "radio de soporte" por distintos motivos, hacen que el sistema previsional esté a riesgo de quebranto.

Por otro lado, se ha incrementado la cantidad de beneficiarios del sistema en un 114%. En números redondos, a los 3,5 millones de jubilados que tenía el sistema una década y media atrás, se adicionaron primero 3 millones de jubilados producto de diversas moratorias; y luego otro millón de beneficiarios que jamás hicieron aporte alguno al sistema previsional.

Ergo, trabajadores que realizaron aportes toda su vida financian el pago de nuevos beneficiarios que, aun cuando podrían estar pagando una moratoria, solo ayudan a financiar -de manera parcial- las jubilaciones corrientes actuales; y, estos dos grupos financian a quienes jamás efectuaron aporte alguno al sistema.

La única alternativa ante esto es postergar aumentos todo el tiempo que sea posible; dejar que las jubilaciones corran por detrás de la inflación y seguir disminuyendo el gasto fiscal licuando las jubilaciones. Los adultos mayores son una variable de ajuste más para lograr la reducción del déficit fiscal. Los números no mienten a pesar de todos los relatos que se intenten construir.

"Un país con corazón cuida de sus mayores" reza la propaganda oficial, aun cuando el 86% de los jubilados del país cobran, en el bolsillo, $42.052 y la canasta básica alimentaria para ese jubilado es de $36.019 por mes. Si ese jubilado tiene la "percepción de estar al borde del abismo" y de vivir en un país sin corazón; quizás tenga seis mil treinta y tres buenas razones para así sentirlo.

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