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Compromisos ineludibles para tratar de salir del pozo

Domingo, 18 de septiembre de 2022 01:38

Las gestiones del ministro Sergio Massa en Washington le permitieron volver con algunas noticias que serán buenas en la medida en que se honren los compromisos asumidos. El más importante, devolver la credibilidad del país ante el exterior y abrir las puertas de acceso al mercado financiero internacional.

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Las gestiones del ministro Sergio Massa en Washington le permitieron volver con algunas noticias que serán buenas en la medida en que se honren los compromisos asumidos. El más importante, devolver la credibilidad del país ante el exterior y abrir las puertas de acceso al mercado financiero internacional.

El ministro y su equipo tuvieron una buena recepción de parte del Tesoro norteamericano, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. La expectativa consiste en ver hasta qué punto logró limar asperezas al cabo de tres años en los cuales el oficialismo no disimuló su desdén por los organismos de crédito ni su clara hostilidad hacia los Estados Unidos. Urgido por la carencia terminal de dólares, que podría derivar en un colapso político, el sector más radicalizado aceptó la gestión conservadora y dialoguista de Massa, a regañadientes.

Tanto el ministro como sus interlocutores estadounidenses saben que la sequía de divisas no es atribuible a la invasión rusa contra Ucrania sino que nace de un conjunto de políticas erráticas que nos han llevado a los mayores niveles de inflación del mundo.

Desde 2006, cuando Néstor Kirchner decidió fijar el precio del gas natural en boca de pozo hasta ahora, el país gastó US$ 145.000 millones en subsidios a la energía. Este año, solo para importar gas licuado, el país desembolsó US$ 15.000 millones. Esto explica que las exportaciones de origen agropecuario, que aumentaron su valor en dólares gracias a la suba internacional de precios, hayan aportado más de US$ 19.000 millones pero que las reservas de divisas sigan muy cerca del rojo.

Massa se comprometió a cumplir a rajatabla las metas de acordadas con el FMI, incluido un ajuste fiscal que reduzca el déficit primario a 1,9% del PBI en 2023. La directora Kristalina Georgieva "felicitó" en un comunicado al ministro "por los fuertes pasos que él y su equipo económico han tomado para estabilizar los mercados y revertir un escenario de alta volatilidad". La funcionaria explicó su "beneplácito" en la ratificación de las metas del programa "que se mantendrán sin ser alteradas" y en las garantías ofrecidas para asegurar los objetivos de déficit del 2,5% del PIB en 2022 y del 1,9% del PIB en 2023.

Esto implica la necesidad de sostener tasas de interés por encima de la inflación fortalecer la balanza comercial y revisión de los incentivos fiscales corporativos. Tras estos preacuerdos, el nuevo aumento de las tasas de interés en pesos, dispuesto por el Banco Central, que las lleva por encima del 71% de la inflación acumulada en 12 meses, es una señal clara de estímulo al ahorro pero también un incremento del costo de financiamiento tanto para empresas como para usuarios de tarjetas de crédito.

Claramente, Massa no es un superministro sino un político que se anima a avanzar en medidas ortodoxas de emergencia. No se trata de un plan de fondo para superar la crisis macroeconómica del país. El objetivo es llegar a 2023 con un mínimo de seguridad para evitar una catástrofe electoral.

El oficialismo deberá hacer muchos esfuerzos y un alineamiento muy claro, mostrando la realidad con claridad y sin buscar culpables afuera para que Massa pueda lograr esta meta de mínima.

El rechazo de los legisladores kirchneristas al presupuesto 2022 y luego al acuerdo con el FMI son heridas que aún están frescas.

Habrá que desconectar la economía de las elecciones, o, por lo menos, subordinar las premuras electorales de los candidatos a las necesidades de la gente. El proyecto de presupuesto 2023 insinúa lo contrario; prevé una expansión del gasto de 71,2%, es decir, 11.2% por encima de una inflación que imaginan en 60%.

La profundidad de la crisis macroeconómica acumulada desde 2002 no se va a resolver por arte de magia y requiere un compromiso muy firme de disciplinamiento fiscal, fortalecimiento de la moneda y un equilibrio muy profundo entre la economía y el sombrío panorama social. La dirigencia política, con sus rencillas mezquinas, no parece estar en condiciones de asumirlo.

 

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