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Grandes historias de gente común que habita los caminos del Milagro salteño

No sólo están quienes caminan en peregrinaje sino también aquellos que se entregan a la noble tarea de recibir a los fieles del Señor y la Virgen del Milagro.
Martes, 13 de septiembre de 2022 11:13
René y Alejandra López Calabi. Fotografía: Jan Touzeau.

Cada 13 de septiembre, la noticia central es la llegada de los peregrinos a Salta. Año a año aumenta el número, pero en el presente Milagro el fenómeno será antológico ya que hubo un "tiempo muerto" de dos años que se detuvieron por la pandemia de coronavirus. 

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Cada 13 de septiembre, la noticia central es la llegada de los peregrinos a Salta. Año a año aumenta el número, pero en el presente Milagro el fenómeno será antológico ya que hubo un "tiempo muerto" de dos años que se detuvieron por la pandemia de coronavirus. 

En esos caminos misteriosos de los creyentes de Dios no hay registro ni control de la Iglesia. La gente sale a caminar porque tiene fe, porque cree en el Milagro y lo hace de manera inorgánica, con las más diversas formas de organización y muchos buscan una peregrinación para salir que no necesariamente es correspondiente al lugar de origen. 

Es el caso de Alejandra López Calabi que vive en Salvador Mazza y que se fue hasta Cachi para salir en una de las peregrinaciones más importantes que llegan a la capital salteña. Ella llega muy detrás de la columna gigante, entrando en la ciudad, con un paso más lento y acompañaba por su hermano René. Lleva todas sus "intenciones" por dentro y no necesita bandera ni estandarte; sólo una remera que la identifica como peregrina de Cachi. 

Esta es la quinta peregrinación que realiza Alejandra. Son 5 días caminando y ya llegando a la zona sur de la ciudad dice: "me lleva la fuerza del Señor. No siento el cansancio porque me mueve la fe", dijo la mujer joven. Sobre los verdaderos motivos que la llevan a caminar por los caminos de Dios revela que: Yo comencé a peregrinar tras la muerte de mi papá. Él se llamaba Domingo y yo no encontraba paz, no tenía tranquilidad", dijo entre lágrimas. "Me dijeron que podía ir con los peregrinos de Cachi, me informé y me anoté. En la primera peregrinación que hice, en lo alto de las montañas encontré mi paz y al fin pude dejar que descanse en paz a mi papá. Sólo en esas inmensidades encontré la tranquilidad y las respuestas que necesitaba. Es por eso que desde ese día dije que voy a peregrinar desde Cachi hasta que ya no me de más el cuerpo. Es por eso que ahora peregrino en agradecimiento y lo disfruto", contó Alejandra.

La mujer tiene dos hijos, uno de 12 y otro de 2 años, que se quedaron en el norte. "Yo también agradezco por que mis hijos están bien y porque se pueden quedar tranquilos ya que a su mamá hay algo Divino que la cuida por los caminos de los peregrinos del Milagro", dijo.

Las historias se repiten hasta el infinito. La Policía de la Provincia asegura que "se anunciaron 227 peregrinaciones y más de 100.000 peregrinos". Parece que es cosa de creer o reventar. Muchos sospechan que el número es superior.

Para cualquier ciudad, la llegada de esa cantidad de personas provoca al menos zozobra. Lo curioso del Milagro es que hay gente que colabora en el recibimiento a los peregrinos y son los que están apostados en las márgenes de los accesos a la ciudad brindando todo lo que necesitan los caminantes.

 

El Parador de Parque la Vega

En la zona sur, sobre avenida Excombatientes de Malvinas, un grupo de mujeres se instala desde 10 años en la parada de colectivos ubicada a la altura del barrio Parque La Vega. Las mujeres armaron lo que denominan el Parador de Peregrinos de Parque La Vega. 

En medio del caos habitual de la ciudad que vive su rutinario día laboral se le suma la llegada de los peregrinos que van pasando sueltos, en familias, con niños, con coches de bebés, en bicicletas, en lo que se pueda. 

De pronto hay una sensación en el aire como esa que anticipa las tormentas. Son las 10 de la mañana del día 13 de septiembre. Los rumores y los preparativos anuncian que llegan los peregrinos de Cachi. Es una enorme masa de gente que comienza en la rotonda del acceso a la Ruta a San Agustín y llega hasta casi la otra rotonda donde están las dos estaciones de servicio.

Y el parador sólo con 4 mesas, las 10 mujeres, 2 varones y al menos 7 hijos le tienen que hacer frente. Agua, fruta, sandwiches de fiambre, café, gaseosas y golosinas son el fuerte. La enorme masa de gente pasa por más de media hora y se lleva lo que necesita. Deja vacío todo y tienen que salir nuevamente al Cofruthos a buscar más provisiones. La muchedumbre se mezcla con los vehículos y los colectivos con gente que saca fotos, que saludan; hasta vendedores de banderas y recuerdos del Milagro circulan en el mismo tiempo y espacio.

Al frente de ese pelotón está Mariela Quintana quien viene asegurando desde hace varios años que este será su último Milagro. Todas saben que eso es mentira. "Yo vivía antes en Parque La Vega y miraba cómo pasaban los peregrinos y muchos llegan ya a esta zona del camino en malas condiciones. Entonces fue que hicimos una rifa, juntamos dinero y voluntades y salimos a la avenida a recibirlos con lo que teníamos. Así fuimos ganando en organización, colaboraciones y voluntarios. Ahora hasta los hijos traemos a que ayuden. Es un muy buen aprendizaje", dijo Mariela mientras preparaba café.

Mariela Quintana

Hoy, compran al menos dos kilos de café. Son 15 mil pesos en aguas, otros 15 mil en gaseosas. Tienen un gacebo, muchas conservadoras, bolsas gigantes de golosinas y una enorme cantidad de recipientes donde guardan los sandwiches sin manteca para que no enferme a los caminantes. Hay bolsas de naranjas y mandarinas que son muy necesarias.

Ellas comienzan su actividad en ese lugar todos los 13 de septiembre a las 4 y siguen, con relevos, hasta el 14, a las 20. Cualquiera puede llegar y colaborar con lo que sea que necesiten los peregrinos o con mano de obra. Hasta ropa hay dispuesta para que los caminantes se lleven. Los caminos destruyen los abrigos y sobre todo las medias.

"Nosotras todas venimos de familias de laburantes que recibimos las ayudas de otras familias también trabajadoras. Juntamos plata como sea y este año nos costó mucho el tema de las golosinas. Todo estuvo muy caro, pero como siempre decimos que hay una mano divina que nos ayuda a ayudar a los caminantes del Señor y la Virgen del Milagro", dijo Mariela.

 

 

 

 

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