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Trastornos en el comportamiento materno

Fruto de un desequilibrio emocional o una mala socialización, las perras tienen  trastornos en la cría de sus cachorros.
Sabado, 10 de septiembre de 2022 21:10

Por Walter Chihan

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Por Walter Chihan

 

El comportamiento materno de la perra es el resultante de complejos mecanismos de aprendizaje, accesible únicamente a perras equilibradas en el plano emocional y que hayan tenido una socialización correcta.

En la medida en que no se encuentren en la perra todos estos factores, quedará comprometida la educación y supervivencia de los cachorros. El gran número de cachorros afectados por trastornos comportamentales precoces está directamente relacionado con la alteración de las condiciones de desarrollo de las madres. Ahora describimos estos trastornos por orden creciente de gravedad.

Malas madres

El más liviano de todos esos trastornos, y también el más fácilmente curable, es el de las perras que los criadores califican de "malas madres" por el reducido porcentaje de supervivencia de las camadas que producen. En la observación se constata que se trata de hembras pluríparas (que ya han tenido varias camadas) cuyo comportamiento materno es el de perras primíparas (que tienen la primera camada).

Asisten mal a los cachorros cuando éstos nacen y no saben cómo hacer para cortar el cordón umbilical y no provocan con la frecuencia necesaria la eliminación de la orina y las heces, controlan mal la temperatura de sus cachorros, en resumen, no cuidan a su progenitura. Sin embargo, la progresiva desaparición de sus cachorros les afecta y, a menudo, se ve como esas madres buscan frenéticamente a sus crías y se lamentan.

Cuando se estudia el pasado de estas perras se constata que se trata de perras que no han tenido contacto con otras hembras y cuyos partos siempre han estado asistidos por el hombre. Debido a ello, no ha podido hacerse el aprendizaje de los cuidados que se deben prodigar a los cachorros, ni por imitación de perras con experiencia, ni por adiestramiento progresivo (zapping), porque no se ha querido que la perra se diera cuenta de que sus crían morían por culpa de la torpeza.

Esta es la forma clínica de un buen pronóstico, aunque su evolución espontánea supondrá el agravamiento si no cambian las condiciones de maternidad.

Anomalías más graves

En la actualidad es cada vez más frecuente observar perras que no tienen ninguna relación afectiva con sus cachorros y manifiestan comportamientos de miedo que pueden llegar incluso a la agresión. De salida, estas hembras no tienen ningún comportamiento de nidificación (generalmente el apareamiento ha sido difícil y hasta imposible, y la fecundación quizá ha sido posible solo gracias a la inseminación) y, para ellas, el parto puede suponer dificultades, no hacen ningún esfuerzo para expulsar los cachorros y los depositan por todos lados en la casa. Los perros así dispersados apenas tienen posibilidades de sobrevivir a no ser que el propietario de la perra se ocupe de ellos. Cuando se le obliga a oler o lamer a sus pequeños, puede ocurrir que muerda, esta vez también por miedo. Además, se niega a dar de mamar.

Si el hombre ha intervenido para salvar los cachorros, éstos sufrirán trastornos comportamentales graves por culpa de la madre y, en particular, depresión de abandono, una de las patologías comportamentales más serias en el perro.

Todas las perras que presentan anomalías comportamentales de este tipo son perras cuya impregnación de aprendizaje (mediante la cual el animal de 3 a 8 semanas aprende a reconocer a sus congéneres) se ha realizado mal y cuya socialización se ha resentido. Es frecuente que se trate de perras adquiridas demasiado pronto por sus dueños, que quizás se han criado con biberón y cuya impregnación se ha hecho con referencia a la especie humana. El pronóstico de estos trastornos es muy reservado.

Canibalismo

A estos dos cuadros clínicos se suele añadir el canibalismo, que se define como una aberración clásica del comportamiento materno. En realidad, se trata de un accidente que se puede producir en los dos casos citados anteriormente.

En las perras inexpertas, el canibalismo se desencadena a menudo por un corte mal hecho del cordón umbilical, que provoca la ruptura de la pared abdominal del cachorro y, por consiguiente, una llaga grave que la joven madre lame.

En las perras que hayan tenido una mala impregnación respecto de la especie canina, el canibalismo suele aparecer como consecuencia de un comportamiento de agresividad provocado por el miedo que engendra la presencia de los cachorros.

La terapéutica de estos trastornos siempre resulta larga y difícil. En el primer caso, se procurará favorecer la imitación poniendo las perras inexpertas en contacto con perras con experiencia y permitiéndoles a continuación hacer solas el parto.

En las perras que presenten trastornos del desarrollo, la terapia es más incierta. En la medida en que obliga a recrearlas condiciones de una socialización que pueda paliar las carencias registradas, tendrá que ser larga. Además, es frecuente que no se encuentre ninguna solución y, al respecto, los elementos más incontrolables suelen ser la paciencia y la necesaria cooperación de los propietarios.

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