El abuelo de Zaira, la niña wichi que volvió hoy a Embarcación tras dos meses internada en el HPMI (Hospital Público Materno Infantil), agradeció a los médicos antes de subirse con su nieta al helicóptero que los llevaría de regreso a su comunidad. “Los milagros siempre existen, hay que tener el corazón para buscarlos”, aseguró Aurelio.
Zaira tiene 12 años y una enfermedad neurológica degenerativa crónica sin cura. Llegó en un estado muy delicado y con 17 kilos hace dos meses al HPMI. Hoy volvió a Embarcación, donde deberá seguir internada en el hospital local.
inicia sesión o regístrate.
El abuelo de Zaira, la niña wichi que volvió hoy a Embarcación tras dos meses internada en el HPMI (Hospital Público Materno Infantil), agradeció a los médicos antes de subirse con su nieta al helicóptero que los llevaría de regreso a su comunidad. “Los milagros siempre existen, hay que tener el corazón para buscarlos”, aseguró Aurelio.
Zaira tiene 12 años y una enfermedad neurológica degenerativa crónica sin cura. Llegó en un estado muy delicado y con 17 kilos hace dos meses al HPMI. Hoy volvió a Embarcación, donde deberá seguir internada en el hospital local.
Aurelio contó que en este tiempo la nena logró estabilizarse y que ahora pesa 24 kilos. “La hemos recuperado. Confiamos en que va a estar bien y en que allá va a estar bien atendida como acá”, dijo, en un breve contacto con los medios de comunicación esta mañana.
El caso de Zaira se conoció en mayo, cuando una vecina difundió en las redes sociales que la niña estaba en una condición de extrema vulnerabilidad, en una vivienda de Misión Chaqueña. La nena está a cargo de sus abuelos porque su mamá falleció hace años.
Consultado por El Tribuno, Aurelio contó que tenían una casa de adobe que la familia hizo “con sus propias manos” y que ahora el gobierno les está construyendo otra. El abuelo estuvo los dos meses junto a su nieta en el hospital de Salta capital.
Eduardo Calvo, unos de los médicos que la atendió y director de Pediatría del HPMI, sostuvo que el cuadro de la niña es irreversible, ya que sufre una enfermedad de nacimiento que implica un deterioro progresivo, pero que el objetivo es mejorar su calidad de vida.
“Es una enfermedad crónica. Se la seguirá monitoreando para evaluar si en algún momento vuelve a ser necesario su traslado a este hospital. La hemos podido estabilizar y controlar sus cuadros concomitantes. También hemos preparado al abuelo y a un equipo de Embarcación para que puedan continuar allá con la mejor calidad de vida para Zaira”, agregó Calvo.
La niña además tuvo lesiones en una mano porque, cuando era pequeña, se la mordieron cerdos que entraron en la vivienda en donde estaba. Calvo aseguró que “eso ocurrió cuando ella tenía unos cinco años, producto de las condiciones sociales de la familia” y que las heridas cicatrizaron hace mucho.