¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

27°
23 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Elijo creer...

Sabado, 03 de diciembre de 2022 02:35

Elijo creer. No por las coincidencias de la Copa del Mundo de 1986 que desde la derrota con Arabia Saudita circulan en las redes sociales y en los grupos de WhatsApp. De hecho, aquella final fue contra Alemania, y Alemania ya no está.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Elijo creer. No por las coincidencias de la Copa del Mundo de 1986 que desde la derrota con Arabia Saudita circulan en las redes sociales y en los grupos de WhatsApp. De hecho, aquella final fue contra Alemania, y Alemania ya no está.

Elijo creer porque la Selección mostró rebeldía, variantes, actitud y fútbol luego del papelón de la primera fecha y un mal primer tiempo contra México.

Elijo creer porque Lionel Scaloni está haciendo lo que debe en un torneo que no da respiro ni tiempo para probar. Parece no dudar, mete mano y saca al que tiene que sacar. Rápidamente le dijo adiós a su equipo ideal.

Elijo creer porque todavía está Lionel Messi, el que destraba partidos, el que abre caminos y no camina la cancha. Porque increíblemente Otamendi parece Óscar Ruggeri. Por la frescura de Alexis, de Enzo y de Julián.

Elijo creer porque Australia es un rival muy inferior, porque Países Bajos es irregular y porque a Brasil ya se le ganó una final. Porque Francia, España o Inglaterra, potenciales rivales de una hipotética final que se llevaron un susto bárbaro cuando se pusieron a cancherear y mostraron flaquezas. En todo caso podría llegar 50 y 50 contra cualquier rival.

Pero si hablamos de un pueblo entero que elige creer, hay muchas más razones que las estrictamente futbolísticas y que esas acciones y recuerdos que parecen mostrarnos el futuro, desde el pasado.

Cada cuatro años la gente encuentra en el fútbol, o en la Selección, la manera de descargar impotencias e injusticias en una sociedad infectada por la pobreza y la violencia, pero que además viene de soportar una pandemia. En estas circunstancias, el sentimiento envuelve a todos por igual. Se libera la angustia acumulada en noventa minutos o en lo que dura Argentina en un Mundial.

La gente elige creer porque ya es diciembre y se siente el peso de todo un año, bueno o malo. Porque alguna vez la mala racha se tiene que terminar. Porque el pueblo ya esperó demasiado y no aguanta más. Por eso ya sale por las plazas a ensayar. Y porque Argentina en una Copa del Mundo es de esas pocas cosas que pueden generar bienestar.

PUBLICIDAD