Carmen Mesa, bailaora de flamenco española, estará este viernes, a las 21, en Pro Cultura Salta, para el estreno de "Pa' trás ni pa' tomar impulso", de Lupe Pérez García, filme sobre la fuerza y pasión de la andaluza, una mujer que como otras emigra y persigue un sueño con su arte. El Tribuno habló con Carmen sobre desarraigos, el lenguaje de la danza, viajes y encuentros con otras culturas. Y también sobre el flamenco en la Argentina, una tierra que considera su segundo país.
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Carmen Mesa, bailaora de flamenco española, estará este viernes, a las 21, en Pro Cultura Salta, para el estreno de "Pa' trás ni pa' tomar impulso", de Lupe Pérez García, filme sobre la fuerza y pasión de la andaluza, una mujer que como otras emigra y persigue un sueño con su arte. El Tribuno habló con Carmen sobre desarraigos, el lenguaje de la danza, viajes y encuentros con otras culturas. Y también sobre el flamenco en la Argentina, una tierra que considera su segundo país.
Cantás, bailás y mostrás tu faceta de actriz en una película sobre experiencias que has vivido...
"Pa' trás ni pa' tomar impulso" es un documental-ficción sobre mi vida, y para mí está muy derecho el sentido de que, más allá de que sea de mi vida, refleja la vida de muchas mujeres, mujeres que luchan por sus sueños y que llevan sus raíces donde están, cruzando fronteras, a través del arte o de sus sueños; en mi caso, es a través del flamenco. Eso se ve reflejado en la vida de una mujer, con su desarraigo, con cuánto tiempo está viviendo afuera, las cosas que van pasando, las familiares... Entonces, es sobre un tema de inclusión entre mujeres, de familias que se crean, de lo que uno suelta y de lo que uno va emprendiendo en su camino.
¿El baile cómo se entronca con esto de conocer un país en profundidad, con tus vivencias en Argentina?
El flamenco es una cultura de mucha raíz, de mucha tierra, cosas que sentí cuando llegué a la Argentina con el folclore, con las músicas originarias; entonces, tiene muchas cosas que ver... con el tango, también. Estamos unidos en una parte de nuestras músicas los dos países, y también en la sangre. Entonces, pues, lo bonito para mí es, a través de mi danza, experimentar con otras culturas, que de verdad tienen muchas cosas que ver. Ahí se crea también otro lenguaje propio, hay puertas que siempre se abren y el arte se puede influenciar, puede crecer. Evidentemente, cuando uno viaja mucho y comparte con otras culturas, tu propio flamenco se hace distinto, y tú lo llevas por otros lugares.
El flamenco se baila en el mundo, tenés una tarea docente en Argentina y has trabajado en muchos países...
En Argentina se da muy bien el flamenco. Por suerte, hay mucha gente en este país que adora bailarlo, que se interesa, que estudia, que va a España y vuelve también en busca de sus sueños, porque a muchos de aquí les gustaría ir a España, vivir allí para bailar, para estar con los grandes maestros del flamenco. Todo es enriquecedor. Yo me sorprendí las primeras veces que vine de tanta gente que le apasiona, de norte a sur del país. Y siempre hay algo ahí, algo maravilloso en lo que podemos compartir todos. Yo, mostrarles a ellos, alegrarme de ese aprendizaje... porque, cuando uno enseña como maestro también tú aprendes mucho de los alumnos, de cómo lo hace cada uno. Siempre es algo beneficioso y con lo que vamos a seguir creciendo. He dado clases en muchos lugares del mundo, pero siento que cuando llegué a la Argentina, pues todo esto de las comunidades indígenas, de las cosas autóctonas de aquí, me fue atrapando. Así que considero que este es como mi segundo país. Y bueno, mi idea es seguir compartiendo todo lo que se pueda.
Estuviste en Tafí del Valle y también en el Chaco argentino, con algunos pueblos originarios...
Es un antes y después en mi vida, realmente. Hace muchos años, a través de Pepe Cielo, un gran productor musical, conocí Flamenqom. Con los qom, íbamos, a través del proyecto que teníamos de hacer cajones flamencos, les llevamos luthiers para que ellos aprendieran a hacerlos de primera calidad, y luego esos cajones se subastaban o se vendían y lo que se recaudaba era para ellos, una pequeñita empresa para autogestionar. Bueno, esa experiencia fue un antes y después en mi vida. El conocer esta comunidad indígena, que siento que en otra vida yo sería algo así, no sé... Soñaba de chiquita con conocer los Andes, y hay un eco en las montañas que me atrapa, y también me di cuenta de que quiero hacer un flamenco más social, más con un mensaje propio de qué quiero decir con mi flamenco, yo, Carmen Mesa, más allá de lo ortodoxo que baile o de lo más purista... Yo siento eso: una gran conexión con los sectores vulnerables, con los sectores que necesitan a través del arte, que en este caso es mi herramienta, poder aliviarlo, poder compartir cosas. Porque uno no puede ir a esos lugares ni de héroe ni queriendo pretender nada, sino tratando de ponerte en su lugar, empatizando con ellos, y que ahí se cree un lenguaje con la danza, el cuerpo. Intento trabajar con eso para que todos seamos un poquito más felices, lo que podamos.
¿Con qué se va a encontrar el público el viernes en el teatro?
Vamos a cantar y vamos bailar, vamos a estar con Patricia de Bock, con Valeria Villagra y su escuela, con sus alumnas, vamos a hacer una pequeña presentación antes de la película, incluso después. Vamos a compartir una historia de vida, que todo el mundo se va a sentir identificado. Porque al final, los sentimientos primarios todos los sentimos igual. Yo lo único que deseo es que, en este encuentro, la gente disfrute y entienda de qué va la peli, que lo va a entender de sobra, y si ayuda y sirve para crear una conciencia sobre cómo los seres humanos estamos dispuestos a superar las cosas que nos pasan en la vida y seguir adelante. Se trata de eso, hay que seguir construyendo...
Y desde aquí quiero mandar saludos a mi productora de Imposible Films, a Marta Esteban, a Laia Bosch, a Lupe Pérez García, la directora, que ha sabido hacer un hermoso trabajo conmigo y ha sabido sacar la esencia de lo que Carmen quiere ser y es, realmente. También quiero agradecer al ministro de Cultura, Tristán Bauer, al presidente del Incaa, Nicolás Battle, y a todo su equipo, a Carola, a Roberto, a Oscar Mediavilla, a Pepe Cielo, del proyecto Flamenqom... y a todos los que han hecho posible que este maravilloso sueño se haga realidad.