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"Me empecé a imaginar lo peor", declaró Álvaro Javier Giménez

Se inició el juicio por el secuestro extorsivo del empresario de El Cóndor. El CIF logró identificar el número de donde llamaban y extraer información.
Jueves, 06 de octubre de 2022 02:21

Álvaro Javier Giménez, hijo de Víctor, el empresario que fue víctima de un secuestro extorsivo hace casi un año en Salta, declaró ante los jueces Gabriela Catalano, Abel Fleming y Domingo Batule del Tribunal Oral Federal 2 y ofreció un dramático testimonio. El caso conmueve a la sociedad salteña por tratarse de un delito que no es habitual.

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Álvaro Javier Giménez, hijo de Víctor, el empresario que fue víctima de un secuestro extorsivo hace casi un año en Salta, declaró ante los jueces Gabriela Catalano, Abel Fleming y Domingo Batule del Tribunal Oral Federal 2 y ofreció un dramático testimonio. El caso conmueve a la sociedad salteña por tratarse de un delito que no es habitual.

El hombre, quien es vicepresidente de la empresa de transporte El Cóndor SA, contó que el 30 de noviembre de 2021 a las 11 tenía pactada una reunión laboral con su padre, presidente del directorio de la firma, a la que este nunca llegó. No contestaba mensajes ni llamadas. Alrededor de las 13 el teléfono del empresario se había apagado. Con gran preocupación decidió buscarlo en sanatorios pero no había caso. Por recomendación de una familiar llamó al 911 para informar lo ocurrido, pero a las 13.32 recibió una llamada de un número privado. Era su padre con voz nerviosa que le decía que se había ido a Jujuy a cerrar un negocio y que necesitaba que consiguiera cinco millones de pesos en efectivo para esa tarde.

Gravedad

"Me empecé a imaginar lo peor", expresó Álvaro Giménez ante los jueces.

Contó que en ese momento recurrió a un abogado laboral de su empresa, de apellido Torino, para que lo guiara ante la complicada situación. "Le comenté que para mí era grave. Me dijo que teníamos que radicar una denuncia en el Ministerio Público Fiscal", dijo.

Posteriormente se dirigió a la Ciudad Judicial, donde le preguntaron sobre su padre: estilo de vida, hábitos, rutinas, cuentas bancarias y se montó un megaoperativo. "Logré convencerlos, por así decirlo, de que era algo grave", sostuvo.

Al ser consultado por el fiscal federal Ricardo Toranzos, titular del Área de Casos Complejos de la Unidad Fiscal Salta, sobre por qué consideró que era algo grave, el testigo respondió: "Por el trato de mi padre en la llamada tajante, guionado. Se lo escuchaba como en una habitación cerrada porque había eco. Se lo escuchaba mal. No coincidía que hiciera un negocio sin que yo lo sepa, que suspenda la reunión. Era todo anormal".

En el CIF

En ese momento supo que el fiscal Ramiro Ramos Ossorio estaba a cargo de la investigación. Álvaro Giménez contó que se quedó en el CIF y que a las 19.20 aproximadamente recibió otra llamada en la que su padre le preguntó si había conseguido la plata, a lo que él había respondido que estaba pidiendo prestado. Hablaron de una cifra de tres millones y el empresario le dijo a su hijo que no podía llamarlo luego. La comunicación se cortó pero a los cinco minutos entró otra llamada en la que el empresario le dijo a su hijo que por lo menos sean tres millones de pesos y que los entregara en cercanías de una empresa de acero ubicada en la ruta provincial 26, donde estaría un auto negro del hijo del empresario con el que había hecho el negocio, a las 20.

"Me dijo que mandara a alguien, que no vaya yo", recordó. Y añadió que le respondió que a esa hora no llegaba, que estaba buscando la plata y que lo volviera a llamar a las 20.05 para coordinar, pero que su padre dijo que no podía llamarlo.

Las llamadas habían sido grabadas por los investigadores del CIF, quienes empezaron a buscar la ubicación del celular. Se diagramó como seguiría el megaoperativo.

Álvaro Giménez contó que quería que se llevara al rescate una mochila con plata, no ir con las manos vacías. "A las 20.15 aproximadamente me llamó para preguntar si estaba todo listo. Me dijo que mandara la plata", declaró.

Paralelamente, los investigadores lograban identificar la línea con la que operaban los secuestradores y extraer información, como fotos, contactos y datos de redes sociales.

"Yo estaba con el doctor Torino en la empresa, bajé de la oficina y cuando salíamos llegaba la camioneta rápido. Se bajó mi padre. Estaba hinchado, despeinado, desarreglado, colorado. Lo saludé, le di agua. En la camioneta estaba el fiscal Ossorio, el oficial Costilla y el oficial Dávila. Me devolvieron la mochila", finalizó el relato.

Por el caso permanecen detenidos con prisión preventiva cuatro jóvenes identificados como Franco Jerónimo y Héctor Mario Campos, Héctor Joaquín Emanuel Rodríguez y Ezequiel Maximiliano Toledo, imputados por el delito de secuestro extorsivo doblemente agravado por la edad de la víctima y por la participación de tres o más personas. Ayer el Tribunal prorrogó la prisión preventiva de todos los acusados y rechazo un pedido de arresto domiciliario planteado por la defensa de Rodríguez.

La defensa en la parte civil de la víctima reclamó la suma de cuatro millones de pesos por daño moral, ya que el damnificado tiene padecimientos físicos, psicológicos y psiquiátricos.

Los detalles y distintos roles en el secuestro extorsivo

Según la fiscalía, Héctor Campos junto a Toledo fueron los que secuestraron al empresario, para lo cual se disfrazaron de policías y simularon un control en una calle de acceso a la empresa. Con la ayuda de Rodríguez, quien vigilaba el trayecto de la víctima desde otro sector, pudieron reducir a Giménez, a quien mantuvieron cautivo en la pieza de una vivienda del barrio Los Paraísos. Ese lugar había sido rentado un día antes por los hermanos Campos. Desde allí los acusados solicitaron a media mañana 50 millones de pesos para liberar al empresario, cifra que redujeron luego a 5 millones. Previo a ello habían intentado transferir dinero desde el celular de Giménez, pero la maniobra se frustró.

En otro intento de sacar provecho, Héctor Campos se presentó en una concesionaria para vender la camioneta Mercedes Benz del empresario, operación que también se frustró debido al uso de documentos falsos.

Al caer la tarde, el mismo día del secuestro, Rodríguez y Franco Campos, a cargo del cobro del rescate, fueron detenidos en un auto VW Voyage, mientras los otros dos acusados circulaban por los alrededores en la camioneta del empresario con la víctima a bordo.

Al ser detectados la policía procedió a la persecución de la camioneta hasta ingresar al barrio San Calixto, donde le dieron alcance e intentaron detenerlos, pero Héctor Campos, quien iba al volante, siguió con la fuga. Más adelante Toledo se lanzó de la camioneta y siguió la fuga a pie, en tanto que Campos terminó estrellándose contra la pared de una casa, tras lo cual también escapó. Giménez, quedó en el rodado maniatado y fue rescatado y asistido debido a lesiones que sufrió por el choque. Según declaró su hijo, se había dañado una vértebra. Posteriormente, Campos y Toledo fueron detenidos.

Se estableció que los hermanos Campos y Rodríguez tienen familiares que trabajan en la empresa dirigida por la víctima y que estaban al tanto de sus movimientos.

 

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