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Historias paranormales de Salta que tal vez no conocías

Salta está llena de historias fantasmales. Desde los relatos de los bisabuelos hasta los de los adolescentes, hay sitios que se han vuelto ícono de la presencia espiritual o energética. En una recorrida por estos sitios, encontramos más de una historia, nueva o ya conocida.
Sabado, 29 de octubre de 2022 17:01
Foto: Pablo Yapura

Sitios históricos, otros abandonados de la presencia humana. Lugares donde las emociones y las energías de quienes los recorrieron aún perduran. “Creer o reventar”, dice el dicho. Puede que muchos no crean, no vean, ni sientan la presencia de estos entes que permanecen en lugares que consideran suyos y de los que no pueden alejarse. 

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Sitios históricos, otros abandonados de la presencia humana. Lugares donde las emociones y las energías de quienes los recorrieron aún perduran. “Creer o reventar”, dice el dicho. Puede que muchos no crean, no vean, ni sientan la presencia de estos entes que permanecen en lugares que consideran suyos y de los que no pueden alejarse. 

Quienes trabajan con el manejo de las energías aseguran que las apariciones, tienen que ver con la falta de aceptación a que el momento de partir llegó. Para algunos, la muerte llegó antes de lo esperado, tal vez, quedaron situaciones sin resolver. O simplemente vuelven a hacerse presentes para hacer llegar un mensaje a los que todavía recorren en cuerpo y alma este mundo.

Julio Villafañe, director del Cementerio de la Santa Cruz, expresó que a lo largo de sus meses de trabajo, ya le tocó pasar 200 noches en ese campo santo. Escuchó historias y vio, lo que considera expresiones de quienes residen en este espacio y a quién el cuida. “Cuando los chicos cuentan que pasó algo, siempre le digo que pregunten en qué los pueden ayudar. A veces, es solo porque sienten que han sido olvidados y bueno, quien te dice se los puede ayudar a descansar”, expresó Villafañe, que conoce cada uno de los mausoleos de este cementerio. 

En Campo Castañares, la historia de los sonidos de carretas, de caballos llegando y puertas que se abren son una constante. Incluso para los vecinos de la zona. “A lo mejor se quedaron parados en ese momento de sus vidas. Acá se vivieron momentos históricos muy fuertes, de mucha tensión. Pero no hay que tener miedo, no molestan a nadie ni hace daño”, expresó uno de los trabajadores de este museo, que ya tuvo otra experiencia paranormal en un centro de atención comunitaria, donde los grabaron cuando compartía el escritorio con una mujer. “Pero yo nunca la ví, no vino nadie esa tarde, pero está en el video”, dice el hombre encogiendo los hombros. 

En la Casa de Arias Rengel, las vivencias son similares, los golpes y las aparecidas, pero en la confitería abandonada de Cabra Corral, las expresiones de sus habitantes están cargadas de dolor. Allí el llanto y los golpes en las paredes, advierten que la bronca todavía los recorre. 

¿Conocías estas historias? Acá te las contamos en detalle. 
 

Foto: Pablo Yapura


La Casona de Castañares

Salta tiene la fortuna de contar, todavía, con espacios y edificios que cuentan historias centenarias. No solo de la época de 1800, durante la lucha por la Independencia, sino más antiguos todavía. 

Uno de estos casos es lo que hoy se conoce como la Casona de Castañares, que forma parte de los red de museos de la municipalidad de la Ciudad de Salta. 

Esta casona se levantó casi 100 años antes, de que convirtiera en un lugar histórico. Antes de eso, el predio, que tenía grandes extensiones, le pertenecía a la familia Castañares. La zona, donde hoy se levanta la casona y una serie de barrios de la zona, fueron legadas en el año 1583, por la colonia a Pedro Marcos aunque su nombre deriva de uno de sus posteriores propietarios, Don Martín de Castañares quien la ocupara a principios del siglo XVIII.

Este espacio histórico de la Salta, tomó renombre cuando, en 1813 fue sede del Ejército que comandaba Manuel Belgrano, en la lucha por la Independencia. 

En una de sus habitaciones Belgrano pernoctó previamente a la batalla; la finca y su casona sirvieron de cuartel general para las fuerzas patriotas. A la llegada de Belgrano en 1813 la casona de la finca pertenencia a Pedro José Saravia quien ayudó al general patriota a ingresar a la ciudad de Salta junto a sus tropas pasando por la quebrada de Chachapoyas tomando la huella de la Casona de Castañares.

Hoy esta espacio es parte el Patrimonio Histórico de la Ciudad de Salta, y en él se desarrollan actividades culturales y museológicas. Uno de los habitcáculos más cuidados es la sala Belgraniana, donde se alojó el general antes de la batalla del 20 de Febrero. 

Foto: Pablo Yapura

En sus salones y galerías se respira la historia y quienes están encargados de cuidar de la seguridad del lugar, aseguran que también se siente la presencia y la acción de fuerzas extrañas. 

Aquellos que hoy ocupan las oficinas, saben que estos espacios fueron adaptados para la atención al público, pero que la historia y la energía de quienes pasaron hace décadas por ahí aún se escucha.

Sí, se escucha. Porque, cuando la Casona reposa en silencio sin la visita de los vecinos o de quienes atienden en las oficinas, las antiguas puertas de dos alas se abren, aún cuando están cerradas con candados, para dejar entrar a sus dueños. 

El que las puertas se abran solas, aún cuando están cerradas con candados y cadenas, no es los único que ocurre tras las paredes de la Casona. Los ruidos de pasos, máquinas, luces y televisores que se encienden solos, son otras de las expresiones de presencias en el lugar. 

Las manifestaciones de ruidos y presencias, en la Casona de Castañares, se manifiestan a cualquier hora del día pero su punto de mayor expresión es por la noche. 

Es por eso que el encendido de las computadoras y el andar de los teclados, cuando ya no hay nadie en las oficinas, se destaca más. 

Los ruidos de conversaciones y carretas que recorren el predio, son también las algunos de los testimonios que cuentan la historia de esta Casona, que se mantiene con el paso de las décadas. Y que mantiene a sus habitantes, circulando. 

Foto: Jorge López

El Museo Casa de Arias Rengel

Casa Arias Rengel fue construida en 1752 para el General Félix Arias Rengel. Algunos de los miembros de esta familia participaron en las sucesivas incursiones españolas al Chaco salteño durante el siglo XVIII, obtuvieron encomiendas de indios y cargos militares; entre ellos cabe destacar a Francisco Gabino Arias Rengel que en 1774 fue nombrado segundo jefe de la expedición al Chaco por el gobernador Gerónimo Matorras. A la muerte de Matorras, Francisco Gabino Arias Rengel se hizo cargo interinamente de la gobernación del Tucumán.

La propiedad continuó perteneciendo a la familia hasta 1805, año en que es vendida a Matías Gómez Linares. 

Siguiendo la arquitectura de la época la casa fue organizada en base a dos patios. Las habitaciones de planta baja que rodeaban al primer patio, que está conectado directamente, es donde se ubicaban la sala y el comedor. En planta alta se disponían parte de los dormitorios de la familia, vinculados por una galería, sobre un balcón corrido y protegido por barandas de madera torneada al igual que la escalera.

Foto: Jorge López

 Hoy, quienes se encargan de guardar ese tesoro del patrimonio cultural de la Provincia, son los encargados también de guardar los secretos de quienes recorren estos patios y balcones. 
Entre las historias que se repiten en la casa de Arias Rengel está la de una mujer, vestida de blanco que cruza de una habitación a otra, en el primer piso. Desde la planta baja, en más de una ocasión de pudo escuchar sus pasos, a veces apurados, como si corriera. 

En lo que hoy es el sector del merendero para los empleados del museo, no es novedad para ninguno de ellos, que les toquen la puerta. 

“Pero es un toque especial, tocan en la parte de abajo de la puerta. Abrimos para quién es, y no hay nadie”, expresó uno de los empleados de la casa, a quien esta acostumbrado a estas visitas. 

“A veces nos encienden la cocina y nosotros estamos ahí”, agregó, al mismo tiempo que recordó una leyenda urbana que relata que las esposas de Arias Rengel y Leguizamón no eran buenas vecinas. “Dicen que las señoras se llevaban mal y que una había querido comprar la casa de la otra y ahí terminaron las relaciones. Cuando conectaron las dos casa, ya esperábamos que pasen cosas. En un primer momento todo estuvo bien, pero desde hace un mes, aparece esta mujer, que además fue captada por las cámaras”, contó el testigo de estas situaciones. 
 

Gentileza Lourdes Climént

El restaurante abandonado de Cabra Corral

El espacio fue construido en las épocas que el Cabra Corral estaba en sus proceso de construcción y armado. Por aquellas épocas, el lugar daba servicio al personal que trabajaba en la obra y los fines de semana era un sitio de encuentro para los amigos. En las épocas de fin de año y cuando comenzaban los bailes de carnaval, este restaurantes era uno de los espacios elegidos para pasar por los grupos de amigos. 

Se ubica a metros de las turbinas y desde su terraza se puede ver el paredón de dique y la costa que queda liberada, cuando las aguas del embalse están bajas. 

El ingreso es por una grandiosa escalinata de piedras, hacia el salón principal que ahora ya no tiene techos ni ventanas pero conserva la barra de la cocina, el enorme asador que tantos platos habrá cocinado y una chimenea, casi de películas. 

Atrás de este salón se encuentra un laberinto de escaleras y habitaciones de piedra. 

Dicen los ahora abuelos, jóvenes de aquellas épocas en las que la confitería brillaba con todo su esplender, que además de ser confitería y lugar bailable, el lugar contaba con espacios de alojamientos donde casi todas las ventanas tenía una vísta espectacular de la costa del dique. 

La confitería también cuenta con una escalera que lleva hacia las aguas del dique Cabra Corral y un muelle de donde salían los botes pescadores. 

En el verano este lugar recibe la visita de los tradicionales pescadores pero también de los grupo de jóvenes que deciden pasar el fin de semana de campamento o recorriendo la zona, y contando con un refugio, al que muchos han resuelto no volver. 

Gentileza Lourdes Climént

La abandonada confitería del Cabra Corral, puede resultar atractiva, incluso cuenta con espacios ideales para acampar, pero en sus paredes y pasillos, se vive otra historia. 

No todos han experimentado el contacto con lo paranormal, pero aquellos que sí, recuerdan que incluso en el gran salón, que está a cielo abierto y solo con algunas paredes en pie, el ruido de las pisadas, de lo que no están, se pueden escuchar cuando los amigos de atreven a usar la chimenea majestuosa. 

Los más arriesgados han llegado más lejos, bajando a los pasillos y recovecos de la vieja construcción abandonada. Allí los lamentos salen de las paredes e incluso aseguran que se escuchan golpes de puño sobre algunas de la viejas estructuras. 

Este comedor comenzó a funcionar en 1967 y estaba destinado a la atención del personal técnico de la empresa Panedile. 

Cuando se entrego la obra, el restaurante pasó a manos de Agua y Energía de la Nación, dueña de Cabra Corral hasta que Menem privatizó la empresa. Ahí estuvo Lanuse cuando vino a inaugurar la obra el 11 de abril de 1972. 

Ahora las historias de ruidos extraños, pasos de personas que no se ven, ruidos en la paredes, y lamentos, inundan este espacio que sigue conquistando a quienes se acercan al lugar. 
Pese a estar con las paredes casi demolidas, y espacios que advierten la gran inversión que se hizo en su momento, el volver a funcionar como restaurante es una fantasía que no llegará a concretarse, porque este espacio ya fue ganado por otros encantamientos. 

Archivo El Tribuno

El cementerio de La Santa Cruz

Ubicado cerca del acceso a Salta, el cementerio de la Santa Cruz es el lugar donde descansan los restos de representantes de la historia de Salta, integrantes de las antiguas familias que hicieron a la formación de la ciudad y personajes populares que se ganaron el corazón de los salteños. 

Foto: Pablo Yapura

El cementerio abarca en la actualidad 10 hectáreas, entre las que se incluyen las destinadas al cementerio israelí. En 1860 cuando se destinó este espacio para enterrar a los salteños, el predio iba desde el Portezuelo hasta el río Tinkunaco.

Las primeras galerías del cementerio son parte del sector más antiguo, donde están los restos de los hijos y nietos de Martín Miguel de Güemes, los tatarabuelos salteños Máxima Zorreguieta, reina de los Países Bajos, y los primeros integrantes de la familia Patrón, que luego se emparentan con los Costas. Entre las joyas arquitectónicas que se encuentran en el pasillo de ingreso al cementerio se ubica el mausoleo construido en 1870 por Antonina de Alvarado, hija de Rudecindo Alvarado, compañero del general Martín Güemes. 

Foto: Jan Touzeau

Pedrito y Juana

Entre los personajes más populares que descansan en este campo santo están los de Pedrito Sangüeso. El niño fue violado y asesinado en 1960 y se convirtió en una especie de santo popular al que los estudiantes le hacen promesas para pasar de curso. Su tumba está cubierta de placas de agradecimiento, juguetes, carpetas, camperas, delantales y chombas de la escuela. Está rodeada de velas y flores de alumnos agradecidos.

En el fondo del cementerio, también está la tumba de Juana Figueroa. Una joven mujer que murió a manos de su esposo, luego de que regresara de una fiesta. Fue asesinada al costado del antiguo canal, la actual avenida Yrigoyen. 

Con cientos de personajes de los que sabemos sus historias y de los que no, el cementerio de La Santa Cruz es un campo santo donde sus residentes se hacen ver y notar. 

Hay cientos de historias y ocurren todos los días. Hace un par de días una pareja de guardias tuvieron la compañía de una mujer, que camino a su lado por más de 100. Desapareció de la misma forma en la que apareció. 

Las obras de reconstrucción y remodelación que se están llevando adelante en el cementerio, ahora bajo la dirección de Julio Villafañe, permite que las galerías -tanto las más antiguas como las que se levantan entre los mausoleos, cuenten con una iluminación que permite ver desde el ingreso, el final de los pasillos. 

A lo mejor, puede ser que esto es lo que permite ver ahora con más claridad a los caminantes de siempre, de este campo santo. 

Las puertas cerradas que se abren o los ingresos a los mausoleos que pese a estar con cadenas y candados, se abren y suenan en la noche al son de la pasos. 

Historias, en este cementerio hay miles, pero son pocos los que animan a preguntar qué es lo que buscan estas almas perdidas. 
 

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