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La contaminación del Pilcomayo, el secreto mejor guardado

Un estudio independiente revela la contaminación con metales pesados en el río, en el lado boliviano. Otro oficial de Argentina, también muestra números superiores a los establecidos por la OMS.
Martes, 25 de octubre de 2022 08:57
Fotografía: Antonio Gaspar

El río Pilcomayo es escuela, trabajo, diversión, resistencia, solidaridad de los pueblos indígenas de Salta que viven en la margen derecha del Pilcomayo. Sus aguas forman parte de sus vidas y esto ha sido así desde los recuerdos remotos de los más viejos. Los indígenas no llevan bidones con agua potable cuando van al río. Buscan cualquier recipiente, lo llenan de agua, la dejan decantar un tiempo y la beben. No hay agua potable en todo el territorio. Si hay pozo profundo, no tienen tratamiento.

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El río Pilcomayo es escuela, trabajo, diversión, resistencia, solidaridad de los pueblos indígenas de Salta que viven en la margen derecha del Pilcomayo. Sus aguas forman parte de sus vidas y esto ha sido así desde los recuerdos remotos de los más viejos. Los indígenas no llevan bidones con agua potable cuando van al río. Buscan cualquier recipiente, lo llenan de agua, la dejan decantar un tiempo y la beben. No hay agua potable en todo el territorio. Si hay pozo profundo, no tienen tratamiento.

Un análisis reciente, de mayo de 2022, realizado por especialistas del laboratorio de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJM) del departamento boliviano de Tarija, con el apoyo de profesionales del Centro de Estudios Regionales para el Desarrollo Tarija (CERDET), a pedido de El Tribuno, Acceso Investigativo (de Bolivia) y Última Hora (de Paraguay), reveló los niveles de contaminación del agua del Pilcomayo con metales pesados. El estudio se hizo tras la toma de muestras del agua superficial del río en la triple frontera, del lado boliviano, para esta investigación periodística transnacional.

 

 

 

Fuente: Elaboración propia con datos de la actualización de estudio de funcionamiento de presas mineras en la alta cuenca del río Pilcomayo DECTN.

 

El Pilcomayo tiene la amenaza diaria de más de 28 mil toneladas de desechos mineros que llegan a 45 diques de colas ubicados en la cuenca alta. Estas se predisponen a viajar por el afluente internacional, unas tendrán el boleto a través de filtraciones, otras vía subterránea, también rebalses o por la rotura de alguna de ellas. Nadie controla si tienen o no licencia ambiental, como sucedió con el dique de Agua Dulce que, luego de derramar más de 13.000 metros cúbicos de tóxicos recién se conoció que operaba de manera ilegal y precaria. El Ministerio de Medio Ambiente de Bolivia y la Secretaria de Madre Tierra de la Gobernación de Potosí, competentes en el área, no respondieron a las solicitudes de información enviadas para esta investigación, sobre los controles a las empresas en cuestión.

 

 

Los resultados muestran la presencia de manganeso, níquel y plomo con valores de entre dos y siete veces por encima de lo aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por la normativa argentina. El cacique Solís no lo sabe, pero estos valores afectan directamente a su comunidad La Puntana que queda al medio de los puntos de muestreo.   

Estos análisis constituyen la radiografía más reciente de la contaminación del Pilcomayo y permiten confirmar lo que se ha detectado en estudios previos. Para esta investigación también se analizó una base de datos con 760 resultados de metales pesados medidos en la cuenca durante tres años consecutivos (2015, 2016 y 2017) por la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN-PB), que no han sido publicados hasta ahora aunque los gobiernos de los tres países los conocen. 

El secreto mejor guardado es que el río lleva el veneno de los metales pesados con valores de hasta 190 veces por encima de lo permitido para la salud. Las autoridades argentinas saben que el agua del Pilcomayo tiene metales tóxicos desde hace años y también saben que los picos más altos de contaminación se dan entre octubre y diciembre, pero no lo informan a su gente.

 

Un trabajo periodístico trasnacional, en el que participó El Tribuno, informa que estudios científicos revelan que el río penetra el Chaco Americano con metales pesados en niveles que rebasan los permitidos para la salud.

Indígenas y campesinos del Gran Chaco Americano viven bajo la incertidumbre por la contaminación del río Pilcomayo con metales pesados. Una investigación periodística trasnacional juntó a un equipo de periodistas de Bolivia, Paraguay y Argentina.

El Tribuno representó a nuestro país, en un trabajo que se centró en el Chaco salteño, en la zona de la Triple Frontera, en Santa Victoria Este. 

 

Además, tras una petición de acceso a información pública, ante la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia de Salta, se obtuvieron los resultados de las muestras tomadas por el gobierno local y nacional en Misión La Paz, en diciembre de 2021, para esta investigación. Los resultados son también reveladores. 

El informe, que hasta ahora no ha sido publicado, confirma la presencia de metales pesados en cantidades que los funcionarios ven como "normales", pero al ser comparados con los parámetros permitidos por la OMS se ve claramente el exceso. Como un ejemplo, para Misión La Paz arrojan la presencia de manganeso total en agua con niveles de hasta 45 veces superior de lo que dice la normativa argentina y de lo que recomienda la OMS sobre su advertencia en niveles dañinos para la salud; el plomo total dio un valor 36 veces por encima de lo permitido, mientras que el cromo, níquel, cadmio, entre otros, superan todos los parámetros máximos, al ubicarse en rangos que pueden afectar la salud de las personas.

Sin embargo, el propio documento expone, a manera de conclusión, que: "No se detectaron concentraciones de metales disueltos en agua con significancia para la salud humana, irrigación y bebida de ganado, en la del Pilcomayo. No se observó que las concentraciones de metales disueltos excedan sus correspondientes niveles guía para la protección de la biota acuática en Misión la Paz". 

Vista del Pilcomayo en el Chaco Americano. Fotografía: Javier Corbalán.

Lo que sí reconoce el informe es la presencia de cadmio en los sedimentos de fondo y en el valle de inundación, en niveles elevados, por lo que recomiendan continuar con el análisis de sedimentos, "considerando que el último muestreo realizado fuera en abril de 2014".

El manejo de los resultados de este informe pone en duda el tratamiento de la información ya que se maneja a conveniencia para "mantener la calma" de las comunidades que hacen vida en las riberas del Pilcomayo y dependen de él. 

Desde la Secretaría dijeron que toman como parámetros los valores de "metales disueltos" cuando la ley 24.051 manda sobre "metales totales". Al tomar estos últimos, se debe decir que los valores de mercurio, plomo, níquel, manganeso, hierro, cromo, cobre, cinc y cadmio están siendo muy elevados.

Los números son contundentes en la comparación entre lo que reglamenta la Ley N° 24.051 con los resultados muestra "Agua superficial", Misión La Paz, 07/11/2021.

 

 

La problemática, en Salta

Las comunidades que están sobre el río, en la parte salteña, son 11 indígenas y una criolla. Con el agua no se discrimina ya que todos beben del río o de los bañados que dejan las inundaciones del Pilcomayo. En algunas comunidades hay pozos de agua, pero por el sabor los pobladores creen que tiene arsénico, uno de los metales pesados presentes en la zona.

Desde el noroeste comienza con Hito 1 que es el puesto criollo con 52 familias. Siguen hacia el sudeste La Puntana con 2.500 personas. Luego están Monte Carmelo, La Curvita Vieja -en donde unas pocas familias se quedaron-, Santa María, La Merced, Misión San Luis, La Gracia, La Estrella, Misión La Paz y Las Vertientes. 

Según el gerente del hospital de Santa Victoria Este, Ariel Sosa, son más de 15 mil salteños que viven en la margen del Pilcomayo, que están dentro del Área Operativa VIII (AO-VIII) del Sistema de Salud Pública de la Provincia de Salta.

Sosa explica que están al tanto de la rotura de un dique en el lado boliviano y de los múltiples factores que "estarían" contaminando el Pilcomayo. "No tenemos indicios que nos indiquen sobre los efectos de la contaminación de metales pesados en el río Pilcomayo. Recursos Hídricos de la Provincia es la oficina encargada de informarnos al respecto. Nosotros tenemos una ficha especial para las personas que presentan gastroenteritis y diarrea. Tomamos muestras y mandamos esas muestras para que se analicen en Salta. Hasta ahora no tuvimos casos con presencia de metales pesados, sí de parásitos", dijo el gerente, licenciado en Nutrición. "No es habitual que haya pacientes con alergias o problemas en la piel", concluyó.

"No tenemos en la Provincia esa información sobre la contaminación de metales pesados en las personas", dijo el jefe de Vigilancia Epidemiológica de Salta, Francisco García.  

 "El agente sanitario tiene variadas actividades, pero en el territorio se hace peso y talla de los niños hasta los 5 años, se realiza control de embarazadas, vacunas y si presentan algún síntoma para la derivación. Con el resto se hace lo que se puede", dijo una agente sanitaria que no quiere revelar su nombre.

El APS, entonces, no tiene forma de detectar los efectos de los metales pesados en las personas. "No existe en el Sistema de Salud de Salta un equipo de toxicología que pueda detectar enfermedades vinculadas al contacto de las personas con agua con metales pesados", dijo la pediatra toxicóloga jubilada, Adriana Flores.

 

Esta investigación fue realizada por Daniel Rivera, Karina Godoy y Antonio Gaspar, con el apoyo del Consorcio para Apoyar al Periodismo Independiente en la Región (CAPIR), liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR). El trabajo completo está en ttps://accesoinvestigativo.com/venenopilcomayo/index.html.

Diseño: Miriam Camisar.

"El río nos da vida, pero el agua nos mata"

En el otro extremo del territorio salteño sobre el Pilcomayo, el cacique de Misión La Paz, Víctor González, describe la vida de los indígenas con una sola frase: "Es una paradoja porque el río nos da vida, pero el agua nos mata". 

Toda su vida ronda en torno del Pilcomayo. Tiene 56 años y cuenta que antes comían siempre lo que les daba el río y el monte. "En mi infancia aprendimos a nadar y pescar desde que tengo memoria. Por esos tiempos éramos muy sanos. Ahora nos enfermamos y no sabemos si son las comidas del blanco que están llenas de harinas o es por el río y el agua que utilizamos. Pedimos que el Estado venga y nos aclare la situación", dijo el cacique González.

El cacique Víctor González, en Misión La Paz.

 

Desde el puesto sanitario del lugar son frecuentes los cólicos, vómitos y diarreas. Pero lo que registran con más cantidad son los problemas de vesícula y las intervenciones quirúrgicas asociadas a este órgano, realizadas por la Fundación Antena y Cultura Nativa, del cantante Jorge Rojas, que llegan una vez al año a la zona con médicos especialistas. 

Otros caciques del pueblo wichi, como Abel Mendoza, de Misión Santa Victoria II, siguen denunciando la gran cantidad de "hermanos" con enfermedades en la piel, hígado y riñones, además de cáncer. Los pueblos indígenas viven del río, de la pesca y de sus bañados, están expuestos desde que nacen a un cauce contaminado. Para el caso de la pesca, existe el riesgo de la alta contaminación que se detecta por la explotación de minerales (plata, estaño, zinc, plomo, arsénico y antimonio) en la cuenca alta (en Bolivia) afectando la fauna ictícola.

Mendoza deja una inquietud más grande aún. Va más allá de las poblaciones indígenas que habitan la ribera argentina del Pilcomayo. "¿Acaso piensan que sólo los peces están contaminados? ¿Las vacas y el ganado menor de los criollos (colonos) no toman acaso el agua del río? ¿Nadie le tomará muestras a los animales que luego consumen la totalidad de los pobladores de Santa Victoria Este?", fueron las preguntas que cortaron el aire del Chaco salteño.

En este contexto, la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación (SSRH) no le brinda la información a la Auditoría General de la Nación. La Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia ve con normalidad la presencia de metales pesados. El Ministerio de Salud no diseña herramientas para la detección de la contaminación con metales pesados en las personas. Las fundaciones ingresan a los territorios a realizar intervenciones pero no se reflejan en el sistema sanitario. La Justicia Federal archiva los pedidos de informes. El Estado tampoco informa a la población sobre la situación y mucho menos desde una perspectiva multicultural, regional y transfronteriza. 

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