¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

12°
20 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Güemes: reflexión en tiempos de pandemia 

Por Fernanda JustinianoDoctora en historia.
Domingo, 21 de junio de 2020 01:17

En esta época, de cuestionamientos y derrumbes de las certezas construidas, vale interrogarse sobre el discurso que vertebró la identidad política de estas regiones en tiempos de Martín Miguel de Güemes al iniciarse el proyecto de construcción estatal independiente. Propongo a quienes leen este texto un rápido ejercicio exploratorio y comparativo a efectos de generar algún debate que arroje luces posibles sobre nuestro presente.
En este último mes, los nombres de Argentina y Nueva Zelanda irrumpieron en titulares de diarios y páginas web a nivel global por el buen manejo de la pandemia. Sin embargo, esta semejanza oculta diferencias. La pequeña isla ubicada en el suroeste del océano Pacífico tiene la quinta parte de la población de nuestro país, su producto bruto per cápita cuadruplicó al argentino en 2019 y sus funcionarios se quitaron el 20% de sueldo en solidaridad con los embates que el pueblo kiwi está viviendo ante el nuevo coronavirus. Mientras Nueva Zelanda se convirtió en un emblema de igualdad y equidad, Argentina inició hace décadas un derrotero reconocido por muchos analistas económicos como el “fracaso argentino“.
Para algunos estudiosos la identidad política construida por las sociedades son dispositivos que orientan discursos y prácticas del presente. Vale interrogarse sobre los valores públicos elaborados en el marco de la gesta güemesiana, hasta qué punto se volvieron parte de nuestra identidad política y por qué no pudimos hacer una trayectoria semejante a la kiwi. 
Pocas veces se destaca que durante el gobierno de Güemes, y por los influjos de la Asamblea del Año XIII, tuvo lugar una decisión relevante en materia de ciudadanía e igualdad fiscal en estas tierras. El gravamen del tributo indígena dejó de recaudarse en 1816. Los varones indígenas, entre 18 y 50 años, los mulatos y negros libres dejaron de tributar por el solo hecho de no ser blancos. Este impulso igualitario y de reconocimiento de las comunidades originarias se expresó como una muestra de valor público del Estado naciente cuando, el Acta de Independencia de las Provincias Unidas de Sud América se redactó en español, en quechua y en aymará.
En la génesis estatal de Nueva Zelanda también encontramos el reconocimiento hacia la población originaria, aunque de otro modo. En 1840, la corona británica firmó el Tratado de Waitangi con la nación maorí, y 17 años después se crearon escaños parlamentarios para la representación de los maoríes. Hoy con sus sombras y luces, los kiwi han logrado a nivel del discurso que este valor de igualitarismo continúe. Desde 2004 se impuso la estrategia de que “los maoríes triunfan como maoríes”, lo que implica el abandono de una asimilación nacional forzada y la promoción del tejido cultural maorí como parte de la identidad neozelandesa.
En Argentina, en cambio, este valor de reconocimiento de las poblaciones originarias se diluyó, al punto que seis décadas después de la muerte de Güemes, el Estado llevó a cabo las conquistas de territorios indígenas de la pampa, la patagonia y del chaco. Hechos acaecidos en estos tiempos de pandemia indican que, pese a los logros de la Reforma constitucional de 1994, corremos el riesgo de que la desigualdad y el racismo se conviertan en valores públicos y formen parte de la identidad política de este nuevo siglo.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En esta época, de cuestionamientos y derrumbes de las certezas construidas, vale interrogarse sobre el discurso que vertebró la identidad política de estas regiones en tiempos de Martín Miguel de Güemes al iniciarse el proyecto de construcción estatal independiente. Propongo a quienes leen este texto un rápido ejercicio exploratorio y comparativo a efectos de generar algún debate que arroje luces posibles sobre nuestro presente.
En este último mes, los nombres de Argentina y Nueva Zelanda irrumpieron en titulares de diarios y páginas web a nivel global por el buen manejo de la pandemia. Sin embargo, esta semejanza oculta diferencias. La pequeña isla ubicada en el suroeste del océano Pacífico tiene la quinta parte de la población de nuestro país, su producto bruto per cápita cuadruplicó al argentino en 2019 y sus funcionarios se quitaron el 20% de sueldo en solidaridad con los embates que el pueblo kiwi está viviendo ante el nuevo coronavirus. Mientras Nueva Zelanda se convirtió en un emblema de igualdad y equidad, Argentina inició hace décadas un derrotero reconocido por muchos analistas económicos como el “fracaso argentino“.
Para algunos estudiosos la identidad política construida por las sociedades son dispositivos que orientan discursos y prácticas del presente. Vale interrogarse sobre los valores públicos elaborados en el marco de la gesta güemesiana, hasta qué punto se volvieron parte de nuestra identidad política y por qué no pudimos hacer una trayectoria semejante a la kiwi. 
Pocas veces se destaca que durante el gobierno de Güemes, y por los influjos de la Asamblea del Año XIII, tuvo lugar una decisión relevante en materia de ciudadanía e igualdad fiscal en estas tierras. El gravamen del tributo indígena dejó de recaudarse en 1816. Los varones indígenas, entre 18 y 50 años, los mulatos y negros libres dejaron de tributar por el solo hecho de no ser blancos. Este impulso igualitario y de reconocimiento de las comunidades originarias se expresó como una muestra de valor público del Estado naciente cuando, el Acta de Independencia de las Provincias Unidas de Sud América se redactó en español, en quechua y en aymará.
En la génesis estatal de Nueva Zelanda también encontramos el reconocimiento hacia la población originaria, aunque de otro modo. En 1840, la corona británica firmó el Tratado de Waitangi con la nación maorí, y 17 años después se crearon escaños parlamentarios para la representación de los maoríes. Hoy con sus sombras y luces, los kiwi han logrado a nivel del discurso que este valor de igualitarismo continúe. Desde 2004 se impuso la estrategia de que “los maoríes triunfan como maoríes”, lo que implica el abandono de una asimilación nacional forzada y la promoción del tejido cultural maorí como parte de la identidad neozelandesa.
En Argentina, en cambio, este valor de reconocimiento de las poblaciones originarias se diluyó, al punto que seis décadas después de la muerte de Güemes, el Estado llevó a cabo las conquistas de territorios indígenas de la pampa, la patagonia y del chaco. Hechos acaecidos en estos tiempos de pandemia indican que, pese a los logros de la Reforma constitucional de 1994, corremos el riesgo de que la desigualdad y el racismo se conviertan en valores públicos y formen parte de la identidad política de este nuevo siglo.

Temas de la nota

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Temas de la nota

PUBLICIDAD