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El fascismo del siglo XXI

Jueves, 31 de agosto de 2017 00:00

El viernes 8 se cumplirán 40 años del secuestro de Alfredo Bravo, una figura relevante del socialismo y de la democracia pero, sobre todo, del gremialismo docente. El grupo de tareas se lo llevó de la escuela donde daba clases. Permaneció desaparecido dos semanas, en las que fue torturado. Recién logró su libertad en 1979. Jamás se quebró y mantuvo la integridad militante hasta su muerte, en 2003. Fue docente en serio, una carrera que inició en una escuela rural.

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El viernes 8 se cumplirán 40 años del secuestro de Alfredo Bravo, una figura relevante del socialismo y de la democracia pero, sobre todo, del gremialismo docente. El grupo de tareas se lo llevó de la escuela donde daba clases. Permaneció desaparecido dos semanas, en las que fue torturado. Recién logró su libertad en 1979. Jamás se quebró y mantuvo la integridad militante hasta su muerte, en 2003. Fue docente en serio, una carrera que inició en una escuela rural.

Su historia no se parece en nada a la de Hugo Yasky (de efímera experiencia en el aula) y Roberto Baradel (que nunca fue maestro ni profesor), dirigentes que convirtieron a CTERA en un bastión político del autoritarismo.

Resulta difícil imaginar a Bravo impulsando una actividad panfletaria en las escuelas como la que impulsa CTERA para utilizar la desaparición de Santiago Maldonado como ariete contra el gobierno de Cambiemos. Probablemente estaría en las antípodas del macrismo, pero evitaría involucrar a los menores en las peleas de los adultos. El dogmatismo -la utilización del caso Maldonado funciona como tal- es antidemocrático, incompatible con el socialismo y, además, retrógrado, porque remonta a la cultura de la Inquisición y al absolutismo monárquico.

Bravo nunca hubiera convalidado tampoco el silencio kirchnerista ante el caso de Julio López. Pero hubiera repudiado el exabrupto que Hebe de Bonafini dirigió contra ese albañil, víctima probada del genocidio. Volvió a involucrar a López con fuerzas de seguridad y así exhumó aquella idea infame del "por algo será", que se aplicó a los desaparecidos en la dictadura. Por algún motivo, el kirchnerismo tapa el caso López.

Claro, son historias diferentes. Bravo tampoco hubiera justificado los crímenes políticos del gobierno de Nicolás Maduro, como Yasky, hace unos días. El fascismo, siempre, se alimenta de la ignorancia y se disfraza de progresismo.

 

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