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Socios y candidatos deben luchar por la reparación histórica del albo

Sabado, 12 de diciembre de 2015 23:58
No hace falta explicarle al hincha y al socio de Gimnasia y Tiro el significado del vocablo “sufrimiento”. Lo conoce de memoria. Lo lleva tatuado en el alma casi como un estigma existencial y su marca ya se transformó en un ADN, en un pasaporte impreso de identidad en la sangre. Lo padeció y lo padece en carne propia, sea el momento histórico que le toque vivir, principalmente a partir de la debacle posterior a la prosperidad del fútbol en la década del 90. Y fue demasiado sufrimiento, para ser precisos, bordeando el límite de lo soportable para una entidad en la que se plantaba una semilla y crecía un deportista con talento. Quizás por ser, desde su génesis misma, un club decano y ejemplar, de los más influyentes en la historia de la sociedad salteña desde principios de siglo XX, una “mole” de infraestructura envidiada por más de un foráneo y un polo contencioso que acompañó el desarrollo de deportistas destacados de la provincia que traspasaron generaciones. Quizás, por todo eso, por su amplitud, sus recursos, su patrimonio físico, es que Gimnasia no se merecía sufrir así ni derramar tantas lágrimas en su período más oscuro, en los que años de intervención judicial y fideicomiso, dolorosa instancia a la que se llegó por negligencia de gestiones anteriores al órgano fiduciario, estancaron su desarrollo y endeudaron al “viejo y glorioso” hasta más no poder.
El socio, el del sentido de pertenencia, el que sufrió el letargo y vio cómo enajenaban su patrimonio y se llevaban las joyas de su casa en su propia cara, aquel que paga periódicamente su cuota y hace del club su hogar, que fue manoseado hasta el hartazgo en épocas negras, hoy tiene la oportunidad de volver a elegir el club que quiere recuperar.
Dos exdeportistas y hombres intrínsecamente vinculados a la vida útil del albo, como Marcelo Mentesana y Raúl López, serán los que competirán cabeza a cabeza en la puja de fin de año por el “sillón” de la Vicente López.
Mentesana reconoce que la situación del club no es la mejor y que deben aunarse voluntades para sacar al albo adelante. López y compañía piden transparentar la gestión y temen recibir un club endeudado.
Ahora es tarea de los socios, aquellos que conocen el dolor, tomar en sus manos el poder de voto y hacerlo a consciencia para dejar atrás esos tiempos de anormalidad y volver a encarrilar a la institución, su casa.
Y es tarea de los candidatos la de trabajar en conjunto, dejando de lado los egos individuales, evitando ensuciarse en el lodo de la chicana absurda, siendo responsables en el manejo de los recursos del club y sagaces para generarlos. Porque fueron justamente los derroches extremos, los desajustes y la “fiesta” lo que llevó a Gimnasia a la quiebra una vez, dolor conocido para los albos, pero difícil de soportar para un futuro.

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No hace falta explicarle al hincha y al socio de Gimnasia y Tiro el significado del vocablo “sufrimiento”. Lo conoce de memoria. Lo lleva tatuado en el alma casi como un estigma existencial y su marca ya se transformó en un ADN, en un pasaporte impreso de identidad en la sangre. Lo padeció y lo padece en carne propia, sea el momento histórico que le toque vivir, principalmente a partir de la debacle posterior a la prosperidad del fútbol en la década del 90. Y fue demasiado sufrimiento, para ser precisos, bordeando el límite de lo soportable para una entidad en la que se plantaba una semilla y crecía un deportista con talento. Quizás por ser, desde su génesis misma, un club decano y ejemplar, de los más influyentes en la historia de la sociedad salteña desde principios de siglo XX, una “mole” de infraestructura envidiada por más de un foráneo y un polo contencioso que acompañó el desarrollo de deportistas destacados de la provincia que traspasaron generaciones. Quizás, por todo eso, por su amplitud, sus recursos, su patrimonio físico, es que Gimnasia no se merecía sufrir así ni derramar tantas lágrimas en su período más oscuro, en los que años de intervención judicial y fideicomiso, dolorosa instancia a la que se llegó por negligencia de gestiones anteriores al órgano fiduciario, estancaron su desarrollo y endeudaron al “viejo y glorioso” hasta más no poder.
El socio, el del sentido de pertenencia, el que sufrió el letargo y vio cómo enajenaban su patrimonio y se llevaban las joyas de su casa en su propia cara, aquel que paga periódicamente su cuota y hace del club su hogar, que fue manoseado hasta el hartazgo en épocas negras, hoy tiene la oportunidad de volver a elegir el club que quiere recuperar.
Dos exdeportistas y hombres intrínsecamente vinculados a la vida útil del albo, como Marcelo Mentesana y Raúl López, serán los que competirán cabeza a cabeza en la puja de fin de año por el “sillón” de la Vicente López.
Mentesana reconoce que la situación del club no es la mejor y que deben aunarse voluntades para sacar al albo adelante. López y compañía piden transparentar la gestión y temen recibir un club endeudado.
Ahora es tarea de los socios, aquellos que conocen el dolor, tomar en sus manos el poder de voto y hacerlo a consciencia para dejar atrás esos tiempos de anormalidad y volver a encarrilar a la institución, su casa.
Y es tarea de los candidatos la de trabajar en conjunto, dejando de lado los egos individuales, evitando ensuciarse en el lodo de la chicana absurda, siendo responsables en el manejo de los recursos del club y sagaces para generarlos. Porque fueron justamente los derroches extremos, los desajustes y la “fiesta” lo que llevó a Gimnasia a la quiebra una vez, dolor conocido para los albos, pero difícil de soportar para un futuro.

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