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­¡Gracias por el combate!

Martes, 04 de junio de 2013 19:20

Los griegos guardaban un particular respeto por los que iban a la guerra. En medio del fragor de la batalla eran capaces de sofrenar los ánimos y realizar una tregua con el enemigo para recoger y honrar a sus muertos. Mucho de los bien ganados laureles helénicos, quizás, tengan sus orígenes en esta piadosa y solemne tradición.

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Los griegos guardaban un particular respeto por los que iban a la guerra. En medio del fragor de la batalla eran capaces de sofrenar los ánimos y realizar una tregua con el enemigo para recoger y honrar a sus muertos. Mucho de los bien ganados laureles helénicos, quizás, tengan sus orígenes en esta piadosa y solemne tradición.

Del gran Pericles, a través de Tucídides, nos llegó la célebre y magnífica pieza oratoria que es el discurso fúnebre a los caídos en batalla. Allí, por primera vez en la historia, un jefe político honra a aquellos que murieron peleando, más que por la patria, un rey o un dios, por el sistema de vida que se habían dado a sí mismos los atenienses: la democracia.

Han pasado ya 2500 años de ese episodio y, no obstante ello, el discurso tanto como el solemne acto de rendir honores a los bravos que combatieron defendiendo la libertad sigue y seguirá vigente para los hombres libres o para los que merecen serlo. De allí que repugne tanto al deber ser la ignominiosa resolución N´ 037/12 del Concejo Deliberante de la ciudad de Salta que, frente a una digna pero insuficiente cantidad de votos opositores, fuera aprobada por la mayoría abrumadora de los oficialistas y sus aliados el 14 de marzo de 2012. En dicho instrumento público, se dispone la infame solicitud dirigida al gobierno nacional que requiere la destrucción del mojón que recordaba el coraje de aquellos jóvenes salteños que, al haber sido atacados por sorpresa y con evidente inferioridad numérica, lograron una enorme victoria para la democracia. Solicitud que cumplió con su infame cometido demolicionista y que obra como documento oficial hasta tanto no sea derogada por otra resolución. Solicitud que, en sus considerandos, llama genocidas a quienes debería honrar. Solicitud que envilece no sólo a los que la votaron sino también a los que nada hacen para que cese el ultraje que instituye. Llegará seguramente el día en que otros mejores ediles, intendentes y gobernadores, en un acto de justicia universal, deroguen la vergonzosa resolución que nos degrada como pueblo.

Hasta tanto ello no suceda las instituciones gubernamentales de la provincia serán indignas y merecedoras de repulsa cívica. En función de ello, resulta imperioso que los candidatos en las próximas elecciones nacionales y provinciales de octubre se pronuncien, con meridiana claridad, acerca de si promoverán o no la derogación de la infame Resolución N´037/12 del Concejo Deliberante. Por otro lado, es tarea de los historiadores comprometidos con la verdad el investigar y contar con rigor científico lo sucedido en “El combate de Manchalá”. Es de una irresponsabilidad extravagante el que, en una ciudad con dos universidades en las que dictan las carreras de Doctorado, Licenciatura y Profesorado en Historia, políticos que fueron elegidos para otra cosa, por pánfila ignorancia o servilismo K, procuren, entre otras cosas, falsearnos la historia, tirar monumentos, cambiar nombres de calles y/ o injuriar a aquellos a los que deben respeto y agradecimiento.

No son pocos los que piensan que sobreactúan los que nos proponemos a desagraviar a los soldados salteños de Manchalá por la infame resolución y la destrucción del monumento. Entienden que cosas más importantes hay en las que gastar tiempo, energía y saliva. Sin pompa pero con el aval del ilustre Pericles, les decimos que no pensamos lo mismo los que estamos del otro lado. Por eso mismo, a mis amigos Rubén Segura, “Tolo” Pardal y a todos los que gallardamente pelearon por nosotros en Manchalá, humilde pero sentidamente, les decimos: Atenienses salteños, ­Gracias por el combate!

 

 

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