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17 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Un militar y un policía clamaron inocencia

Jueves, 17 de octubre de 2013 02:19

Otros dos imputados por crímenes de lesa humanidad clamaron su inocencia ayer frente al Tribunal Oral Federal en el juicio por la megacausa de la UNSa. El coronel Virtom Modesto Mendíaz sorprendió a los presentes al calificar de “exitosos” los tres meses de gestión como jefe de la Policía de la Provincia, entre septiembre y diciembre de 1976 . En ese lapso se produjeron los secuestros y desaparición de las profesoras de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) Silvia B. Aramayo y Gemma M. Fernández Arcieri y del esposo de ésta, Héctor D. Gamboa; del estudiante de Ciencias Económicas Estanislao Figueroa Rojas y del adolescente Martín M. Cobos. Por estos hechos, el militar está imputado como autor mediato del delito de homicidio doblemente agravado por haber sido cometido con alevosía y con el concurso premeditado de dos o más personas. Además, Mendíaz confesó que cuando se desempeñada como subjefe de la fuerza, concurrió al allanamiento de una vivienda de Rosario de Lerma, el 20 de abril de 1975, donde fueron acribillados los dirigentes de izquierda Ricardo Tapia, Liendro M. Estopiñan, Sergio M. Estopiñan y Alfredo Mattioli. Los procesados por la masacre son el exjefe de Policía Miguel Gentil y exdirector de Seguridad Joaquín Guil. Mendíaz señaló que mientras él estuvo al frente de la institución no recibió directivas del Ejército para combatir la subversión y que la tarea se limitó a controles de ruta. “En esos controles secuestramos armamentos a grupos subversivos y contrarrestamos el abigeato; por eso digo que mi gestión como jefe de Policía ha sido exitosa”. Respecto a los casos que le imputan, dijo que él no tuvo nada que ver y cree que esto fue obra de “grupos especiales” que operaban en Salta y que la fuerza no pudo detectar. Ante una pregunta del querellante Gastón Casabella, el militar negó que la Policía haya tenido infiltrados en la UNSa. “El comisario Murúa, quien era jefe del Departamento de Inteligencia, me contó que la información a los servicios la daban los mismos estudiantes”, reveló. Esto dio pie para que la abogada Tania Kiriaco advirtiera que el imputado Juan Manuel Ovalle era hermano de Murúa y en esa época era estudiante en la UNSa.

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Otros dos imputados por crímenes de lesa humanidad clamaron su inocencia ayer frente al Tribunal Oral Federal en el juicio por la megacausa de la UNSa. El coronel Virtom Modesto Mendíaz sorprendió a los presentes al calificar de “exitosos” los tres meses de gestión como jefe de la Policía de la Provincia, entre septiembre y diciembre de 1976 . En ese lapso se produjeron los secuestros y desaparición de las profesoras de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) Silvia B. Aramayo y Gemma M. Fernández Arcieri y del esposo de ésta, Héctor D. Gamboa; del estudiante de Ciencias Económicas Estanislao Figueroa Rojas y del adolescente Martín M. Cobos. Por estos hechos, el militar está imputado como autor mediato del delito de homicidio doblemente agravado por haber sido cometido con alevosía y con el concurso premeditado de dos o más personas. Además, Mendíaz confesó que cuando se desempeñada como subjefe de la fuerza, concurrió al allanamiento de una vivienda de Rosario de Lerma, el 20 de abril de 1975, donde fueron acribillados los dirigentes de izquierda Ricardo Tapia, Liendro M. Estopiñan, Sergio M. Estopiñan y Alfredo Mattioli. Los procesados por la masacre son el exjefe de Policía Miguel Gentil y exdirector de Seguridad Joaquín Guil. Mendíaz señaló que mientras él estuvo al frente de la institución no recibió directivas del Ejército para combatir la subversión y que la tarea se limitó a controles de ruta. “En esos controles secuestramos armamentos a grupos subversivos y contrarrestamos el abigeato; por eso digo que mi gestión como jefe de Policía ha sido exitosa”. Respecto a los casos que le imputan, dijo que él no tuvo nada que ver y cree que esto fue obra de “grupos especiales” que operaban en Salta y que la fuerza no pudo detectar. Ante una pregunta del querellante Gastón Casabella, el militar negó que la Policía haya tenido infiltrados en la UNSa. “El comisario Murúa, quien era jefe del Departamento de Inteligencia, me contó que la información a los servicios la daban los mismos estudiantes”, reveló. Esto dio pie para que la abogada Tania Kiriaco advirtiera que el imputado Juan Manuel Ovalle era hermano de Murúa y en esa época era estudiante en la UNSa.

“Soy víctima de un  absurdo”

El comisario Carlos A. Correa calificó como “un absurdo” la imputación que pesa en su contra como “partícipe secundario” del secuestro y desaparición de cuatro personas en General Gemes, cuando se desempeñó como jefe de la comisaría. Se trata de los casos de las hermanas Francisca Delicia y Carmen Berta Torres, ocurridos entre marzo y abril de 1976; del soldado conscripto Norberto Guerrero y del adolescente Felipe Rodolfo Pizarro Gallardo, el 30 y 31 de mayo de se año. “Yo estaba de licencia cuando desapareció una de las hermanas Torres y me culpan a mí; esto es increíble”, sentenció.

 

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