La provincia que se promociona con las fotos de la soleada Cafayate tiene poco que ver con la de calles por momentos anegadas y lluvias persistentes de las últimas semanas. Por ahora, el pronóstico solo habla de agua y tormentas. Sin embargo, los turistas llegan dispuestos a disfrutar del paisaje cultural y encuentran opciones en la gastronomía, los testimonios de la historia y la búsqueda de las mejores artesanías.
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La provincia que se promociona con las fotos de la soleada Cafayate tiene poco que ver con la de calles por momentos anegadas y lluvias persistentes de las últimas semanas. Por ahora, el pronóstico solo habla de agua y tormentas. Sin embargo, los turistas llegan dispuestos a disfrutar del paisaje cultural y encuentran opciones en la gastronomía, los testimonios de la historia y la búsqueda de las mejores artesanías.
En lo que va de enero llovieron unos 153 milímetros. El promedio habitual para el primer mes del año es de 182 milímetros y probablemente la marca quede superada en los próximos días. No es todo. Los meteorólogos esperan más precipitaciones hasta fines de febrero.
Pero hasta ahora, los paseos a los puntos más conocidos del interior no debieron suspenderse y, en la ciudad, resurgen posibilidades a veces olvidadas.
La gastronomía se diversificó en los últimos años y los visitantes ya no se inclinan solo por las tradicionales empanadas, humitas y tamales.
La cocina local ahora también incluye platos nuevos que vuelven a incorporar alimentos que solo se consiguen en la zona como carne de llama, quinua o papas andinas. La opción se convirtió en uno de los atractivos.
“La gastronomía colonial, que incluye a las empanadas, tiene unos 500 años de historia. La de la cultura incaica, en cambio, tiene más de 2.000”, dijo a El Tribuno Lisandro Meyer, gerente de la Escuela de Gastronomía Salamanca.
Meyer describió que los viajeros buscan esta alternativa que relaciona el pasado con las nuevas tendencias. “La imagen de Salta ya no es solo la del gaucho sino también la de los Niños del Llullaillaco. Con la comida pasó lo mismo”, definió.
Tomás Hanach, subsecretario de Promoción Turística de la Municipalidad, destacó las distracciones que ofrece el circuito histórico y religioso de la ciudad. “Las posibilidades son muchas y la gente que llega de otras provincias nos dice que encuentra cosas para hacer con cualquier clima”, señaló.
El funcionario recordó que el teleférico solo deja de funcionar momentáneamente si la lluvia es muy intensa y con vientos fuertes. Unas 35.000 personas por mes hicieron el ascenso en góndolas desde la zona del Parque San Martín hasta la cima del cerro San Bernardo en 2012.
“La variedad de cafés o confiterías y los juegos para chicos o cines en el shopping también hacen a la diversidad de la ciudad”, indicó Hanach.
Perderse en los negocios que venden artesanía local para buscar recuerdos del viaje y regalos también está entre las actividades preferidas para un día sin sol.
La oferta se reparte en el Mercado Artesanal, ubicado en la avenida San Martín, el centro de la ciudad y el corredor de la calle Balcarce.
Las distancias dentro de Salta Capital también dejan abierta la posibilidad de conocer en un solo día varios museos que muestran el arte, la cultura y la historia local.
El Museo de Arqueología de Alta Montaña, donde se puede ver a los Niños del Llullaillaco y el ajuar con el que los encontraron en 1999, recibe hasta 7.000 visitantes por mes en temporada alta.
El Mercado San Miguel, en su edificio centenario, también tienta a los que se entusiasman con la idea de descubrir postales que hablan de otras épocas.
Es el centro comercial más antiguo y en sus puestos se pueden conseguir dulces regionales, frutas y verduras de calidad y ropa artesanal, entre otras ofertas siempre abiertas y cambiantes.