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?Mi gratitud a la UNSa en sus 40 años?

Lunes, 07 de mayo de 2012 20:02

¡Ya pasaron 40 años! Mis recuerdos parten desde muy lejos en el tiempo y abarcan una mirada de hermosas figuras de personas y de hechos importantes. Todo comenzó cuando entré en contacto con la Facultad de Ciencias Naturales, por entonces dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán, creada gracias al impulso del profesor Amadeo Sirolli.
Me inscribí en la carrera “Ingeniería en Petróleo”. En primer año éramos mas de cien alumnos y proveníamos de lugares variados; era la carrera del futuro. Al año siguiente inicié una intensa actividad en el Centro de Estudiantes de Ciencias Naturales (CECNa). Lo presidía “Chorizo” Moreno (no recuerdo su nombre) y yo era el secretario general.
Un recuerdo muy querido de esa época es la amistad que el profesor Branimiro Males me brindo. Fue decano de la Facultad por un tiempo y conservo como reliquia un libro dedicado que me regalo.
 

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¡Ya pasaron 40 años! Mis recuerdos parten desde muy lejos en el tiempo y abarcan una mirada de hermosas figuras de personas y de hechos importantes. Todo comenzó cuando entré en contacto con la Facultad de Ciencias Naturales, por entonces dependiente de la Universidad Nacional de Tucumán, creada gracias al impulso del profesor Amadeo Sirolli.
Me inscribí en la carrera “Ingeniería en Petróleo”. En primer año éramos mas de cien alumnos y proveníamos de lugares variados; era la carrera del futuro. Al año siguiente inicié una intensa actividad en el Centro de Estudiantes de Ciencias Naturales (CECNa). Lo presidía “Chorizo” Moreno (no recuerdo su nombre) y yo era el secretario general.
Un recuerdo muy querido de esa época es la amistad que el profesor Branimiro Males me brindo. Fue decano de la Facultad por un tiempo y conservo como reliquia un libro dedicado que me regalo.
 

Como por entonces faltaban profesores para los años superiores, se llegó a pensar en la posibilidad de enviarnos a completar los estudios en Houston (EEUU) o en México. Pero todo se fue resolviendo lentamente con un cambio del plan de estudios de “Ingeniería en Petróleo”, que pasó a ser “Ingeniería Química”. Personalmente no acepté el plan de transición más breve y pasé directamente al nuevo de seis años de estudio.
En 1966 viví el peor momento político: la eliminación de la autonomía universitaria. Sacaron al entonces decano, Ing. Carlos Martearena, y pusieron un interventor, el Ing. Beni Bloser, tolerante pero poco eficaz.
Años después, solidarios con los estudiantes cordobeses (durante el Cordobazo), organizamos una misa y posterior marcha de repudio a los métodos policiales. Lamentablemente la marcha terminó con la destrucción de vidrieras en la calle Alberdi. Por suerte sin víctimas.
En Santa Fe hubo serios enfrentamientos contra estudiantes y profesores de la Facultad de Ingeniería Química (la mejor de América Latina). Esto hizo que buena parte de los profesores pasara a Ingeniería Química en Salta. Hubo adquisiciones de gran valor, yo recuerdo con afecto al Ing. Vergara y al Ing. Poppi, con los cuales pude hacer amistad.
 

Por el plan de creación de universidades del Gral. Lanusse y la lucha de los estudiantes salteños se concretó finalmente el ideal de la UNSa con la incorporación todas las sedes de la Universidad de Tucumán. Se dispuso de un buen presupuesto que permitió la construcción de las aulas en Castañares y la contratación de docentes, especialmente en Humanidades.
Profesionalmente intenté trabajar por mi cuenta en la preparación de pequeños proyectos industriales (había salido una ley promocional para la industria muy interesante, pero que resultó sin fondos). Luego intenté pasar a la industria con escasos resultados por la crisis. Entonces me resigné y me presenté a concurso de jefe de Trabajos Prácticos en la UNSa. Digo me resigné porque era una cosa que yo había combatido como estudiante: el ingeniero químico está hecho para la industria. Ingresé a la UNSa y trabajé bajo la dirección del Ing. Daniel Ovejero en Ciencias Exactas y con el Ing. Carlos Saravia en Energía Solar. Recuerdo con mucho cariño a todo el grupo de trabajo, había mucho compañerismo y solidaridad, aunque la atmósfera política era pesada. Luego, cuando la Unesco invitó al Ing. Saravia a realizar un viaje por América Latina, me dejó el encargo de proseguir con el dictado de Física para biólogos.
 

Creo haber cumplido discretamente con mi deber, pero una vez más me convencí que para ser un buen profesor es necesario disponer de una amplia experiencia, cosa que me faltaba. Con extremo dolor por tener que dejar el grupo de trabajo de la UNSa apunté nuevamente a la industria y logré entrar en la Gerencia de Investigación y Desarrollo de YPF.
Les debo gratitud a la Universidad Nacional de Tucumán y a la UNSa, por la formación que me han dado. Ellas me permitieron en poco tiempo hacer frente a la realidad industrial en YPF, y luego en Italia, acceder y participar en la proyección y construcción de destilerías y plantas petroquímicas trabajando para compañías internacionales.
He nombrado muy pocas personas por no herir algunas momentáneamente olvidadas; la lista sería infinita, pero así es mi gratitud a la UNSa.
 

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