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La unidad dela Nación, a merced de los mesianismos

Domingo, 18 de febrero de 2024 01:41

La historiadora María Irene Romero publicó, en estas páginas, una fabulosa lección de historia de lectura imprescindible: "Caseros: una bisagra en la construcción del Estado".

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La historiadora María Irene Romero publicó, en estas páginas, una fabulosa lección de historia de lectura imprescindible: "Caseros: una bisagra en la construcción del Estado".

La historiadora rescata el anhelo de Justo José de Urquiza por llevar a cabo la organización constitucional de la República para la cual convoca a Juan Bautista Alberdi, hoy tan mentado y de moda, aun cuando estoy casi seguro de que muy pocos -diría que, en términos porcentuales, casi nadie- ha leído, ni conoce ni su pensamiento, ni su obra; ni siquiera aquellos que con tanta liviandad, frecuencia y de maneras tan erróneas lo invocan.

Urquiza lidera al Ejército Grande Aliado Libertador, el que encolumna a Entre Ríos, Corrientes, la República Oriental del Uruguay, al Imperio del Brasil y a las ciudades de Santa Fe y Rosario; quienes declaran: "sin pretender hacer la guerra a la Confederación Argentina, ni coartar de cualquier modo la plena libertad de sus pueblos, en el ejercicio de sus derechos soberanos que deriven de sus leyes y pactos (…) el objeto único a que los Estados aliados se dirigen, es libertar al pueblo argentino de la opresión que sufre bajo la dominación tiránica del gobernador don Juan Manuel de Rosas". El enfrentamiento final ocurre en la Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852; hace 172 años.

"Caseros significa el principio del fin de un período de fragmentación política y territorial. Representa la aspiración de unificación de las provincias en una unidad nacional. Abre la perspectiva, habilita el diálogo para redactar y sancionar la Constitución Nacional en 1853, y organizar institucionalmente a la Nación", afirma Irene Romero. Caseros marca el inicio de un largo y profundo sueño: el de convertirnos en una Nación constitucional, federal, soberana y todopoderosa. Teníamos con qué concebir tal sueño.

Fieles a tal sueño, Mitre inauguró escuelas secundarias en muchas provincias. Sarmiento profundizó esta pasión por la educación abriendo escuelas primarias a todo lo largo y ancho del país. Roca, en su momento, hizo que la educación fuera laica, gratuita y obligatoria enfrentándose al poder de la iglesia católica colonial; e hizo que esta modalidad se extendiera para todos los niños de entre 6 y 14 años. Como dice Gabriel Adamovsky en "Historia de la Argentina", en ese período se verificó "la política de extensión de la educación pública más temprana y enérgica de América Latina (y sólo comparable a la de Uruguay)".

En algún momento, el sueño se truncó.

¿Guerra civil en Estados Unidos?

Al día siguiente de la nota de Irene Romero, y también en estas mismas páginas, se publicó otra nota: "EE.UU., ante el riesgo de una segunda guerra civil"; en la que Pascual Albanese, vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico, plantea un escenario estremecedor.

Albanese analiza en forma exhaustiva el conflicto entre el gobernador Greg Abbot y el presidente Joe Biden, a raíz del cierre de la frontera con México por parte del Estado de Texas. Ante este hecho, el presidente Biden recurrió a la Corte Suprema de Justicia, la cual obligó a la Guardia Fronteriza a desmantelar los alambrados de púas tendidos por la Guardia Nacional de ese estado en la frontera con México con el fin de frenar la inmigración ilegal.

La controversia lejos de terminar ha escalado y veinticinco de los veintiséis gobernadores republicanos -la mitad de los cincuenta estados de la Unión-, apoyan a Abbot. Es más, ocho estados enviaron contingentes de sus propias guardias nacionales como muestra de apoyo. Como afirma Albanese: "La posibilidad de un choque armado entre los efectivos estaduales y las fuerzas federales dejó de ser un rumor alarmista para convertirse en un peligro real".

La pelea intestina ha sido usada con perversa magistralidad por Donald Trump haciendo de este tema uno de los pilares de su campaña presidencial, anunciando que cuando sea elegido presidente "enviará a casa a millones de inmigrantes ilegales", en lo que él llama "la mayor operación de deportación doméstica en la historia estadounidense".

El conflicto viene de lejos. En 2020, Texas había desconocido a Joe Biden como mandatario electo calificándolo de mero "presidente en funciones". En un paso más allá, en la convención estadual del Partido Republicano, se afirmó que "Texas tiene el derecho de separarse de los Estados Unidos y la Legislatura de Texas debería ser llamada a aprobar un referéndum consistente con ello". Como bien señala Albanese, "el riesgo de una potencial secesión quedó flotando como una espada de Damocles sobre el futuro de Estados Unidos".

En este contexto, el titular del Partido Republicano texano había declarado: "No podemos transigir con los demócratas, puesto que tienen una visión diferente e incompatible para nuestro futuro"; dejando en claro que no aceptarían un presidente que representara esas visiones tan incompatibles con la de ellos. ¿No es llamativa la similitud de estas declaraciones con las que escuchamos en nuestro país, en estos días?

La polarización que existe hoy en Estados Unidos puede llevar a concebir el escenario en el que las partes desconozcan la legitimidad de los resultados de la próxima elección, emergiendo una situación donde ambos partidos reclamen su derecho a gobernar el país. Como indica Albanese, "esta es la definición de una guerra civil".

Así como se equivocan quienes piensan que una dictadura es aquella que se impone con las armas, con el ejército o con tanques en las calles; una guerra civil también puede ser una situación de anarquía que afecte, desmembre o paralice a las instituciones democráticas; dividiendo al país en dos facciones opuestas con posiciones irreductibles y de no negociación y que se deslegitiman una a la otra. De nuevo, ¿no es llamativa la similitud?

Reversando Caseros

A pesar del anhelo y del logro de Urquiza, a pesar de la bisagra que significó esa batalla, creo que nunca fuimos capaces de consolidar el país ni el sueño federal que tantos -con grandeza-, soñaron.

Me pregunto si alguna vez fuimos un único país; si somos -acaso- una Nación.

Coincido con Romero en que Caseros significó una bisagra de la historia. Pero también significó la resolución del conflicto por la fuerza. Rosas perdió la batalla, pero ¿perdió la guerra? Sus ideales tiránicos y barbáricos, ¿fueron desterrados y superados?

Hoy, en Argentina, existen sectores que reivindican -de manera inexplicable- tanto a Rosas como a su barbárica Mazorca. Hay dirigentes políticos que posan, con orgullo, frente a cuadros del "Restaurador". Agustín Rossi -excandidato a vicepresidente de la Nación-, siendo ministro del Interior del gobierno de Alberto Fernández posteó en X (ex Tweeter): "Recibí a los compañeros/as del Colegio Nacional Buenos Aires que integran la agrupación La Mazorca. Conversamos sobre los desafíos que enfrentaremos en los próximos años". Quizás, convencidos de haber dejado Caseros atrás, nunca comprendimos que nada se deja atrás de verdad.

Por otro lado, siento que la consigna "La casta contra el pueblo" nos lleva a un punto de divergencia y de polarización que se asemeja -demasiado- a la postura del Partido Republicano texano. Milei, embarcado en un proceso de construcción de "un adversario colosal" plantea algo igual de secesionista. "Tendrán que elegir de qué lado están" amenaza, furioso. O se está del lado de "la mugre de la política" o se está del lado del "cambio". En el medio, nada. No hay posibilidad de negociación; dialogar es claudicar, transigir.

"Con la verdad en una mano y la libertad en la otra" dice Milei, auto percibido el arcángel San Miguel, ese que derrotó a Satanás y a sus seguidores y los echó del cielo con su espada de fuego. Un San Miguel que plantea el mismo mandato de Lenin: "Es necesario soñar". Pero para Lenin, el único sueño permitido era el de Stalin; todo otro sueño debía ser suprimido.

Para Milei, el único sueño permitido es el sueño liberal libertario; todo otro sueño queda prohibido. Ante visiones incompatibles, la secesión. Invocando una pretendida Cruzada de La Libertad, quiere encerrarnos a todos en una jaula donde sólo se permite pensar como él. Qué terrible paradoja, qué hermoso oxímoron: ser el primer libertario liberal talibán del mundo.

La historia no se repite; tampoco vuelve hacia atrás. La historia es una conjunción de hombres, circunstancias, decisiones, lealtades y traiciones. La historia es un ser vivo que vive y crece con nosotros. No se vive hoy la situación que se daba en 1852 en la que una liga de gobernadores quería derrotar a un tirano. Pero hoy tenemos de un lado, a una liga de gobernadores y de provincias alienadas, y al gobierno nacional que busca alienarlo todo y a todos, en el otro.

No nos damos cuenta del peligro, pero podría abrirse una nueva bisagra: la de una Caseros reversada; una que nos lleve hacia un estado de secesión; hacia un estado de deconstrucción nacional. A un estado de fragmentación política y territorial.

Milei no debería olvidar las palabras de Friedrich Nietzsche: "Quien con monstruos lucha, cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti".

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"No se vive hoy la situación que se daba en 1852 en la que una liga de gobernadores quería derrotar a un tirano. Pero hoy tenemos de un lado, a una liga de gobernadores y de provincias alienadas, y al gobierno nacional que busca alienarlo todo y a todos, en el otro".

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