¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Un Gobierno con mayor distribución del poder

Miércoles, 20 de noviembre de 2013 02:43

Todo indica que el gobierno que empezará a funcionar desde hoy será el de menor concentración de poder en toda la década ¿Implica eso un cambio de “modelo” tal como se lo conoce? No necesariamente, aunque la renuncia de Guillermo Moreno da cuenta de que algo se rompió definitivamente en el kirchnerismo. A partir de ahora, y cada vez de manera más acentuada, las virtudes y defectos que tendrá la gestión ya no serán de capitalización exclusiva de la Presidenta.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Todo indica que el gobierno que empezará a funcionar desde hoy será el de menor concentración de poder en toda la década ¿Implica eso un cambio de “modelo” tal como se lo conoce? No necesariamente, aunque la renuncia de Guillermo Moreno da cuenta de que algo se rompió definitivamente en el kirchnerismo. A partir de ahora, y cada vez de manera más acentuada, las virtudes y defectos que tendrá la gestión ya no serán de capitalización exclusiva de la Presidenta.

Moreno es el funcionario más cuestionado y fracasado de toda la administración nacional, pero hasta ayer fue el más defendido y ratificado.

La inflación estaba descontrolada, el blanqueo de capitales fue desastroso, el Indec ya es un escándalo internacional y encima es investigado por la Justicia en varias causas. Pero si Moreno no se iba era imposible que se pueda empezar a atacar la inflación de alguna manera.

La salida del ultrakirchnerista hace prever un crecimiento aún mayor en la capacidad de acción de Axel Kicillof en Economía y de Jorge Capitanich en la jefatura de Gabinete. Nunca en diez años hubo un ministro de Economía sin el estorbo de Moreno en la Secretaría de Comercio Interior.

Al nombrar a un envalentonado Capitanich en la Jefatura de Gabinete, Cristina no solo sentó posición sobre su preferencia en la lucha por la sucesión, sino que por primera vez en diez años nombró a un funcionario con peso propio y en su momento de mayor apogeo político sin temor a que la opaque.

¿Por qué realizar un nombramiento de este tipo si esa no es la característica que tienen los ministros kirchneristas? Hay dos respuestas para ese interrogante: la primera es que el chaqueño le ofrece a Cristina una especie de blindaje ante la fuga de dirigentes que se estaba dando dentro del PJ, y la segunda es que su respaldo electoral superior al 60% le da la espalda necesaria para gestionar el día a día ante la lenta recuperación total de la mandataria.

El ahora exgobernador de Chaco, ya lanzado a la carrera para 2015, difícilmente quiera entrar al Gobierno para reivindicar los números del Indec, para negar el cepo cambiario o para defender que la inseguridad es solo una sensación. Hacer lo mismo que hicieron sus antecesores solo lo llevará a un proceso de desprestigio en su imagen ante la opinión pública. Esa situación puede llegar a ser un adelanto de una mayor apertura en el discurso oficial e, incluso, hasta de un mejoramiento de la relación entre la Casa Rosada y la prensa opositora, ya que Capitanich siempre mantuvo un buen diálogo con el periodismo a diferencia de su antecesor Juan Manuel Abal Medina y ni qué hablar de Guillermo Moreno.

Cristina necesita garantizar la gobernabilidad tras la derrota en las legislativas aun a costa de una delegación parcial de su poder. En ese contexto también puede inscribirse la designación de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía.

El joven camporista no mostró hasta ahora resultados contundentes en las diversas gestiones que se le encomendaron, pero nadie duda de que ocupa un rol de privilegio en la consideración de la Presidenta y que su perfil es diez veces más sólido que el de su reemplazado, Hernán Lorenzino. Allí aparece una de las tantas contradicciones que se dieron últimamente en el Gobierno. Cinco ministros y la propia Presidenta cruzaron duramente al titular de la UIA, Héctor Méndez, por pedir en una entrevista con El Tribuno “un ministro de Economía con mayor fortaleza”. Le dijeron que decir eso era pedir una Presidenta débil. Según esa lógica, ¿es Kicillof un ministro débil o es Cristina quien se está debilitando?

Con las nuevas designaciones disminuyeron las internas en el Gabinete, pero no se terminaron. Tanto Kicillof como Capitanich tendrán intromisión en el manejo de la economía, lo que puede causar algunos cortocircuitos. Algo parecido puede ocurrir en materia política con el chaqueño, Carlos Zannini y Florencio Randazzo, quien también tiene aspiraciones presidenciales ¿Cómo se saldarán esas diferencias? Esa es la gran incógnita que aparece por estas horas.

 

PUBLICIDAD