Aseguran que tres armas tiene el secretario de Comercio Interior de la Nación para lograr sus propósitos intimidatorios contra industriales, empresarios y productores (en verdad, contra todo aquel o aquella que ose o intente sacar el pie del plato de sus arbitrariedades, perdón, decisiones).
Dicen que esas tres armas son: sus guantes de boxeo, su lengua y su patota. Corre el rumor que posee otros elementos disuasorios , pero lo dejemos ahí.
Desde su privilegiada condición, afirman los maledicentes habituales, de chico mimado y consentido de Ella (antes lo fue de Él, pero no tanto), Mario Guillermo Moreno siente que le está permitido y festejado embestir al que se le cruce en su camino de gladiador oficial bendecido.
inicia sesión o regístrate.
Aseguran que tres armas tiene el secretario de Comercio Interior de la Nación para lograr sus propósitos intimidatorios contra industriales, empresarios y productores (en verdad, contra todo aquel o aquella que ose o intente sacar el pie del plato de sus arbitrariedades, perdón, decisiones).
Dicen que esas tres armas son: sus guantes de boxeo, su lengua y su patota. Corre el rumor que posee otros elementos disuasorios , pero lo dejemos ahí.
Desde su privilegiada condición, afirman los maledicentes habituales, de chico mimado y consentido de Ella (antes lo fue de Él, pero no tanto), Mario Guillermo Moreno siente que le está permitido y festejado embestir al que se le cruce en su camino de gladiador oficial bendecido.
-¿Se llama Mario Moreno?, me sorprende la voz de un colega que acostumbra a leer a mis espaldas. -¡Mirá, vos!, sigue, igual que Cantinflas, con la diferencia que el mexicano era un cómico en serio, tanto que ganó el Globo de Oro, en 1957, como mejor actor de comedia.
-Y, sí. Moreno, secretario de Comercio Interior, se llama Mario como primer nombre, le digo, confiando en que me deje escribir en paz.
Pero, ¡ojo!, le advierto, Mario Guillermo Moreno no es actor de piezas festivas, aunque lo parezcan. Él sólo interpreta, a su manera, tragedias nacionales.
Bien, vuelvo al asunto.
Moreno estuvo la semana pasada en Misiones donde participó de una reunión con representantes de empresas yerbateras que le reclamaron un aumento de precio del producto. Poco antes del encuentro con el funcionario kirchnerista habían cortado rutas.
Se sospecha que eso lo enojó.
¡O vaya uno a saber qué!
Y sin pesar consecuencias, por algo cuenta con impunidad, los trató de “polacos pelotudos del interior”, y sobre el pucho, nomás, sin aguardar respuestas, les encajó un sonoro “¡polacos patas sucias!”
Ni siquiera pensó que no todos los productores de yerba mate de Misiones son polacos o descendientes de ellos. Y por más que así fuese, ¿qué fobia alimenta contra los polacos? Seguro que no le gustan Goyeneche ni Chopin.
¿Se habrá calmado después de ese exabrupto?, se preguntará el lector. Para nada.
Aprovechando el envión, a continuación se las tomó con el gobernador de esa provincia, Maurice Closs, al que dedicó una joyita de su oratoria: “¡Gordo puto!”, lo rotuló.
Hubo y hay bronca e indignación en Misiones, pero, según la versión oficial kirchnerista, indignación y bronca serían injustificados porque (suenen pífanos, platillos y castañuelas)
¡Moreno no estuvo en Misiones ni participó de reunión alguna con yerbateros, polacos o no!
Si es así, tampoco le habrá dicho la barbaridad que dicen que le dijo al gobernador Closs.
¡Tapame que te tapo!
Se supone que a Mario Guillermo Moreno le causó mucha gracia discriminar a polacos y homosexuales, reales o supuestos, total el Inadi es fiel a la regla que enseña que entre bomberos no se pisan la manguera.
No, Guillermo Moreno no es igual a Cantinflas.
El bufo mexicano hacia reír, mientras que el bufón kirchnerista provoca el llanto.
¡Tome, tome, señor secretario de Penurias Internas! Disfrute con su propio gol en contra.