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20 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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No todo se vistió de palomitas blancas

Miércoles, 29 de febrero de 2012 23:24

Volvieron las escuelas a abrir sus puertas. Volvieron los días de clase. Y con ellos los problemas que amenazan ya con ser tradicionales en la vida escolar salteña. Por lo que se podría pensar que no todo fue un alegre revolotear de palomitas blancas. Pero tampoco fue una jornada gris extrema, de ninguna manera.

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Volvieron las escuelas a abrir sus puertas. Volvieron los días de clase. Y con ellos los problemas que amenazan ya con ser tradicionales en la vida escolar salteña. Por lo que se podría pensar que no todo fue un alegre revolotear de palomitas blancas. Pero tampoco fue una jornada gris extrema, de ninguna manera.

Hubo muchos inconvenientes en este comienzo de clases. Por ejemplo en escuelas rurales ubicadas en la Puna, Iruya y Rivadavia se postergó el inicio de las actividades porque así lo determinaron ríos desmadrados, caminos intransitables, y otros escollos generados por las fuertes y persistentes lluvias.

Eso, en el campo, pero aquí, en la ciudad capital, se destacaron las protestas de padres de los alumnos por el mal estado de los edificios, situación que el gobernador Urtubey admitió porque, dijo, se trata de “las escuelas más antiguas” en las que la refacción y la reconstrucción resultan más complicadas. Pero señaló que “tenemos establecimientos nuevos en la periferia”. ­Ah, muy bien! Entonces, ¿todo se solucionaría si los chicos anotados en esas viejas escuelas fueran trasladados a esas flamantes escuelitas de los barrios? No, eso no podría ser porque recordemos que el año pasado el Ministerio de Educación de la Provincia dispuso que las “viejas escuelas públicas” del centro, y vecindades, evitaran inscribir a chicos provenientes de los barrios, es decir, de la periferia. Si los de allá no pueden venir aquí, los de aquí no pueden ir allá. Cada pollito en su nido, ¿no es cierto?

Y dejemos para otra oportunidad lo de la falta de bancos, y etcétera.

Y al mediodía estalló la bomba de todos los años. El tránsito se puso más caótico de lo que es, lo que es mucho decir.

Entre los padres que fueron a buscar a sus hijos, y los furgones disfrazados de transportes para escolares, armaron un bochinche descomunal. Bocinazos destemplados y sin motivos, y corte de calles frente a escuelas y colegios, hicieron suponer a los vecinos y transeúntes que el corso continuaba.

Hubo otras dificultades, pero nos las callaremos porque no queremos que nos traten de alarmistas.

El asunto es que la jornada inaugural distó de ser ideal. El estacionamiento en doble y triple fila, el amontonamiento de automóviles y furgones, debe terminar. ¿La policía ya está actuando? Pues no se notó. Y fue como dijimos al comienzo de esta comentario: no todo fue un amable revoloteo de palomitas blancas. Autoridades del Ministerio de Educación, padres de alumnos y propietarios y conductores de furgones que no cumplen con la ley nacional de Tránsito, marcaron varios goles en contra.

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