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El arte de aprender a focalizar en lo importante para cumplir objetivos

Miércoles, 13 de marzo de 2024 01:00

En primer lugar, focalizar es un trabajo o disciplina que sólo se puede desarrollar si existe una motivación lo suficientemente alta, luego una voluntad para hacerlo y una conciencia que nos permita ver más allá de nuestras narrativas de las cosas. Ya explicaré a qué me refiero cuando digo narrativa de las cosas.

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En primer lugar, focalizar es un trabajo o disciplina que sólo se puede desarrollar si existe una motivación lo suficientemente alta, luego una voluntad para hacerlo y una conciencia que nos permita ver más allá de nuestras narrativas de las cosas. Ya explicaré a qué me refiero cuando digo narrativa de las cosas.

Por lo general por educación, no hemos desarrollado la capacidad de focalizar, dado que el proceso de socialización nos direcciona ya las metas de programación convencional. Estas son masivas y no particulares. Estas responden a un conjunto de creencias y modelos económicos. Lo que pasa es que mientras vivimos y la vida nos pasa, ignoramos cuáles son los hilos que mueven las conductas humanas.

Un alto en mi texto. No te preocupes si entiendes o no entiendes. Simplemente lo comprenderás, esto implica la posibilidad de que surjan más preguntas y esas preguntas te lleven a tus propios caminos y respuestas.

Después de un camino personal, voy abandonando esa idea que tenía de pequeña de querer enseñar y mostrar. Hoy sólo quiero compartir, acompañar despertares, contagiar el arte de preguntar y celebrar los movimientos de búsqueda y sinceramiento personal. Salga de mi paréntesis de confesión y vuelvo al tema. Desde que somos pequeños, aunque desde una mirada somos egocéntricos, desde otro lugar, desde nuestro amor infantil y nuestra necesidad de ser aceptados, lo que en general vamos aprendiendo es a responder al deseo del otro. De hecho, ser un buen hijo es ser como mamá, papá o nuestro adulto significativo quieren que seamos.

Luego vienen los procesos de socialización, luego las programaciones sociales con sus promesas de felicidad, el deber ser. Luego, según la cultura donde hayamos crecido y adoptado sus valores, vamos adaptándonos, tomando nuestros guiones de género. Aprendemos a convivir con miedo, vamos acallando nuestros deseos y necesidad, vamos creyendo muchas cosas que nos alejan de nosotros mismos.

Y en el adulto que somos, si no pudimos mirar nuestros miedos de abandono, nuestra necesidad de complacer, lo que emocionalmente aparece es nuestro niño temeroso, que de algún modo mira al afuera, espera la valoración que proviene del otro, espera la recompensa. Vamos cediendo nuestro poder, con ello, van aumentando nuestros resentimientos, e inconsciente o conscientemente vamos necesitando que haya un malo en nuestro camino, para poder depositar toda esa frustración en quien creemos no nos permitió ser quienes queríamos ser. Creo que es por ello muchos de los problemas con la autoridad, incluso con nuestra propia autoridad.

Y vamos sintiéndonos no valorados, y seguimos mirando tanto para afuera, que cuando nos preguntan qué es lo que de verdad queremos o que es importante para nosotros de verdad, surge un vacío, un no sé, un sí, pero es difícil, o yo no tengo la suerte, o soy viejo, soy chueco y bueno, la larga lista de excusas o condicionamientos que hemos adoptado.

Por eso, aprender a centrarnos es mucho más complejo de lo que creemos y mucho más simple.

Digo mucho más, porque de algún modo está bueno hacer esta revisión sobre mis valores, sobre los temas importantes hoy, sobre mi propia historia y el observador que soy.

Y digo mucho menos, porque también es verdad que si vamos aprendiendo el arte de estar presentes, de respirar conscientemente, de abrirnos a tomar el aire, retener y soltar, vamos fluyendo con la vida.

El arte de centrarnos es como respirar. Tomo, lo que sea que tomo. Al tomar puedo observar si es lo que quiero o no, si lo es, lo retengo y suelto lo que no necesito. Si no es, puedo soltar.

El aprender a centrarnos y focalizarnos es un acto de responsabilidad y poder. Asumo mi propia búsqueda. Asumo mi propia autoridad. Dejo de quejarme y me hago cargo.

Paradójicamente, cuando nos focalizamos, todo comienza a ir mejor, porque no focalizarnos conlleva un acto de mucha pobreza, porque el desgaste energético es muy alto.

Y si dejo de perder mi energía, y hago lo que de verdad es mi verdad, mi propósito y lo asumimos con responsabilidad y pasión, la consecuencia es felicidad.

(*) Lilia Pamela Arraya es licenciada en Psicología, terapeuta gestáltica, magíster en Salud Pública, coach ontológico profesional; correo electrónico [email protected].

 

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