Muchas veces las decisiones de la vida se toman para mejorarla y, a partir de las experiencias que se gestan, tener una perspectiva diferente de lo que vendrá.
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Muchas veces las decisiones de la vida se toman para mejorarla y, a partir de las experiencias que se gestan, tener una perspectiva diferente de lo que vendrá.
Para Cristian Vásquez, el motivo para viajar por el mundo fue el coronavirus. En aquel momento de la historia, este joven jujeño trabajaba desde su casa ocho horas frente a una computadora. "Si pasás la vida trabajando, ¿cuándo vas a comenzar a vivirla? El tiempo es limitado y la juventud también", expresó Vásquez que -como toda persona- vivió esa etapa con angustia e incertidumbre.
La situación lo hizo reflexionar y comenzó a visualizar el plan del viaje que haría el día después de que pasara la pandemia. "Mi primer destino fue Colombia, donde le encontré el gusto a viajar, después de unos días en Bogotá fui a la isla caribeña llamada San Andrés, donde me la pasé nadando y paseando, todas esas pequeñas actividades dan pura felicidad y complementan la de otros", destacó.
Fue en el Caribe donde estableció la ruta a seguir, aplicar a la visa working holiday de Nueva Zelanda y Australia, para trabajar y viajar. "No esperaba realizar un viaje tan largo. Toda la vida me la pasé viendo películas que podemos decir me influenciaron y me invitaban a soñar", comentó. Un ejemplo de ello fue la primera película de la trilogía de "El Hobbit", donde una frase se grabó en su memoria y para siempre: "Hay un mundo allá afuera, más allá del trabajo y ese mundo está esperando que lo descubras".
Dejarse llevar y esperar que de algún modo todo se resuelva es lo que activa a este joven que logró recibirse de economista. "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy", le decía su padre, a lo que este jujeño cambió por "no dejes para mañana el viaje que puedes hacer hoy". Su formación le enseñó que si bien ahorrar es importante, también es esencial explorar el mundo. "Sí, el dinero es fundamental y la vida profesional aún más, pero a veces se nos va el tiempo y nos olvidamos de ser felices", reflexionó.
No obstante, tuvo que atravesar distintas emociones, situaciones y geografías. La próxima parada sería Auckland -Nueva Zelanda-, donde un antiguo colega del trabajo le dio hospedaje. "Las lágrimas derramadas en el aeropuerto se convirtieron en alegría infinita, que siento hasta el día de hoy", destacó Vásquez. Entre la adaptación y trámites, se fueron las primeras semanas. "Apliqué a otra visa llamada SSE -Seasonal visa- que me autorizaba a trabajar por seis meses. A los 10 días de recibir mi visa de trabajo, ya tenía mi primera entrevista de trabajo.
No lo podía creer. Así que comencé en la cosecha de manzanas. Donde a pesar de haber estado trabajando diez horas al día, me levantaba con el corazón lleno de felicidad, era ahí donde me sentía vivo, feliz", relató quien en el transcurso de su travesía conoció gente de diferentes países, con la que sigue el contacto. "Luego viajé a Tauranga en el norte conviviendo con el famoso kiwi, cosechando, podando, empaquetando. Dos meses intensos, pero ahorrando dinero como loco. Lo único que tenía claro era que no quería irme de ninguna manera de este bello país. Así que manejé hacia la isla sur de Nueva Zelanda viajando y recorriendo ciudades, tomando vacaciones. Llegué a Queenstown. Mi último trabajo fue en una winery en la isla sur", reveló. Mientras este jujeño estaba en Nueva Zelanda, le llegó el Granted de Australia por lo que ya sabía cuál sería su siguiente destino. Como venció su visa de trabajo, por medio con una amiga, se convenció de irse dos semanas a Japón.
Cuando llegó a Tokio, lo primero que hizo fue ir al palacio del emperador y toda la zona de Akihabara y la cultura del anime. Sentía que había cumplido su gran sueño. "En mi primer día, una chica que había conocido en el hostel me ayudó con actividades para hacer y cómo moverme por la ciudad, pues mi japonés era casi nulo. Nadie hablaba español, no entendía bien lo que me decían, pero para eso había viajado: para aprender", explicó Vásquez quien disfrutó Japón, explorando este país de personas amables y respetuosas y tan avanzado que combina lo nuevo con lo antiguo, al mismo tiempo.
No obstante, eligió Australia por lo espectacular de sus paisajes, ciudades y buenas oportunidades de trabajo para los viajeros. "Aterricé en Gold Coast, donde disfruté de las olas y la playa, hasta que recibí una oferta de trabajo en el norte en una farm -granja- cosechando mangos", describió. Así, tras haber ahorrado suficiente dinero, pudo recorrer kilómetros, conociendo parques nacionales y muchas de las maravillas que el país de Oceanía tiene para ofrecer. "Después de dos meses manejando, cruzando el noreste del país, llegué a Darwin en busca de trabajo, con la intención de obtener la extensión de mi segundo año de visa. Apenas llevo tres meses en Australia por lo que queda mucho por recorrer y lugares que visitar", aseguró este ayudante general de obras.
"Hago tareas básicas, alcanzar herramientas, limpiar, mover cajas. El pago es de 35 dólares la hora. Así, en un trabajo de 9 horas diarias, el total es de 315 dólares por jornada", dijo. "Con mi primer sueldo me compré un auto, tengo la posibilidad de transportarme con total libertad. Con esfuerzo se pueden lograr grandes cosas, incluso con un oficio modesto", expresó este jujeño que tiene planes a futuro; después de aplicar para una extensión del segundo año en Australia, tiene en mente recorrer países del otro lado del mundo, por períodos extensos y dar una vuelta sin ticket de regreso.
Viajar... todo una aventura
Viajar implica entrar en un territorio desconocido, donde se dejan las comodidades por algo diferente. “Conocer gente nueva. Experimentar nuevas culturas. Todo te convierte en una persona más fl exible y completa. Terminás entendiendo que hay un sinfín de puntos de vista y de formas de hacer las cosas. Tus experiencias son las que te hacen ser quien sos”, explicó Cristian Vásquez, quien se convirtió en una persona predispuesta a infl uir positivamente en quienes la rodean. En Australia la gastronomía tiene raíces inglesas por lo que el típico desayuno es tocino con salchichas, huevo frito y manteca. Aunque no puede faltar fi sh and chips. “Hay una mezcla de culturas del sudeste asiático, por lo que no es de extrañar que haya muchos restaurantes y bares donde sirven comida tailandesa o sushi”, contó.
Pero, lo cierto es que ningún plato se puede comparar a los sabores jujeños. “Nada les gana a unas buenas empanadas. El sabor, los recuerdos de un domingo con la familia. No es lo mismo”, precisó este ciudadano de mundo que ya conoce San Andrés y Bogotá de Colombia; Auckland -Skytower-, Rotorua, Taupo, Hastings, Wellington, Picton, Christchurch, Queenstown de Nueva Zelanda; Tokio, Yokohama, Kioto y Osaka de Japón; y Gold Coast, Cairns, Ayr y Darwin de Australia.
“Cuando tenga la posibilidad iré a Sydney Opera House, Canberra y Tasmania”, aseguró el jujeño que aprendió a valorar los pequeños detalles de la vida. “Un abrazo de tu vieja, jugar con tus sobrinos, un partido con los amigos, compartir un mate; ya sea que estés planeando unas vacaciones, visitando una exposición de arte o tomando una taza de té, se extraña”.