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“Le pedí a Dios el milagro de que mi hijo hablara”

Con emoción en su relato, Rosario Zárate compartió la historia de su pequeño hijo Samuel que tiene autismo.
Miércoles, 20 de septiembre de 2023 00:32

La sensibilidad tocó la fibra más íntima en el relato de Rosario Zárate al contar la historia de vida de su hijo Samuel Zárate que tiene autismo infantil.

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La sensibilidad tocó la fibra más íntima en el relato de Rosario Zárate al contar la historia de vida de su hijo Samuel Zárate que tiene autismo infantil.

El autismo entró a su vida cuando su pequeño apenas cumplía los seis meses de existencia. Sin saberlo, ella notaba ciertas conductas que no correspondían a un niño de su edad.

"Me ponía inquieta, me daba angustia, veía que no balbuceaba, no me miraba y lloraba constantemente por ciertas cosas, tampoco toleraba el contacto físico de otras personas que no sean de su entorno familiar", recordó Rosario Zárate en medio de una profunda incertidumbre sobre su devenir.

Entonces fue a buscar la voz especializada y su pediatra a través de una consulta médica se dio cuenta de la condición. "Samuel tenía fiebre y cuando lo llevé al doctor no se portó bien", detalló. El profesional en medicina reconoció los signos distintivos como no dejarse revisar, que le llamaran la atención las cosas que giran, el no balbucear y tener la mirada perdida.

"Me acuerdo que salí llorando y enojada con el doctor porque no podía creer que mi hijo tuviera autismo. Empecé a ver cosas en internet y me ponía mal", indicó esta jujeña que a medida que transcurría el tiempo trataba de asimilar la situación.

ABRAZOS DEL ALMA | ROSARIO ZÁRATE JUNTO A SU HIJO SAMUEL.

Tras un año y medio, la condición de Samuel empezó a manifestarse y a agravarse ya que cada vez lloraba más y hasta se cayó con el coche por no tolerar ciertos sonidos. Entonces, Rosario Zárate comprendió que su hijo era propenso a las crisis. "No me hablaba, no caminaba tampoco. Volví al doctor Barrera y le pedí disculpas porque me había enojado y me indicó que entrara a estimulación temprana. Fue un médico que me dijo que tenía que vivir mi duelo, él sabía que la estima que tendría de mi hijo iba a ser diferente y que por más que esté dolida, tenía que ayudarlo y entré al 'Wenceslao Gallardo'", dijo esta madre que deseaba lo mejor para su hijo. Y entonces comenzó un cambio para él. Las puertas de las especialidades se abrieron y a los dos años Samuel empezó a dar sus primeros pasos.

No obstante, cuando cumplió los tres años de vida, Zárate se llevó una experiencia nada grata. "Me tocó un equipo del Ministerio de Salud que me tiró muy abajo, porque me dijeron que mi hijo no iba a hablar nunca, que iba a utilizar pañales para toda la vida,'va a depender cien por ciento de vos y olvidate de que vaya a una escuela común o de que aprenda algo'", expresó con lágrimas en los ojos. "Me fui llorando con el Certificado Único de Discapacidad -CUD- en la mano, no sentí contención. No sabía si había hecho bien o mal", resaltó esta mujer que no se dio por vencida y asistió al taller de Trastorno del Espectro Autista - TEA en el Hospital de Niños y se encontró a padres de niños con la misma condición que "Samu".

Fue la oportunidad exacta para entender mejor la situación de su hijo. Allí logró abrir su mente y ver videos de niños que se habían superado. Se sorprendió de casos en los que comenzaron a hablar y otros que no lo hacían, pero se comunicaban de otra manera. "Me dijeron que me resignara por la condición de mi hijo y me recomendaron que use otra forma de conexión. Pero un día me arrodillé y le pedí a Dios el milagro de que mi hijo hablara porque quería con toda el alma escucharlo decir: 'Mamá' y ahí, entonces, aceptaría mi duelo", expresó.

APRENDER JUGANDO | SONRÍE CON SUS PICTOGRAMAS Y NÚMEROS.

Y entonces sucedió lo que ella tanto quería. Conmovido por el llanto de una madre desesperada, Samuel habló por primera vez.

"Me agarró la cara y me dijo: 'Mamá, mamá, mamá'. Ese día lloré tanto y lo abracé tan fuerte que comencé a investigar y a capacitarme. Encontré la manera de hacer pictogramas -dibujos gráficos- en cartillas con lo que le llamaba la atención", dijo. Y así, a través de dibujos de la familia para que él asociara y reconociera su entorno más cercano y a sus mascotas, pudo conectarse.

A tal grado el juego logró ser una gran estimulación que, al poco tiempo, comenzó a hablar con su abuelo y tíos que conmovidos, lo motivaron más para reforzar su vínculo. "Fue a salita de 3 y de 4 en un jardín común donde tuvo docentes excelentes y compañeritos que lo supieron integrar. Me acuerdo que cuando él comenzaba a decir palabras nuevas, los chicos saltaban de alegría y le decían a la 'seño': 'Samuel dijo mesa o taza', porque no lo escuchaban hablar", dijo esta madre que superó depresiones intensas al ver las continuas crisis de su hijo que tampoco se dejaba abrazar.

"En sala de cinco le tocó con la pandemia y eso lo afectó pero lo pudo superar. Y después fue lo de primer grado y es ahí donde uno como papá se pone a pensar si el pequeño está apto para cursar en una escuela común", expresó esta madre que debido al bullying, lo cambió a la fundación "Ideas". Samuel, que tiene ocho años, se adaptó muy bien a su entorno escolar. Le gusta asistir a clases donde encontró a su mejor amiga. Sin embargo, para Rosario Zárate al principio aceptar la formación de su retoño en otra escuela fue fuerte. Aún así sigue su lucha por una escuela inclusiva, sin bajar los brazos. "Yo les digo a los papás que reciben el diagnóstico de sus hijos con autismo que no se queden con el 'no' y sigan adelante. No crean que sus hijos no van a poder, sino que busquen alternativas, porque los niños con autismo se pueden superar. Mi hijo es uno de ellos", reflexionó esperanzada.