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13 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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Autorizan en Argentina la "droga mágica" de Hollywood: ¿cuáles son sus efectos?

El Ozempic solo estaba autorizado en el país para el tratamiento de la diabetes tipo 2 pero su uso se ampliará para tratar la obesidad.

Domingo, 06 de agosto de 2023 15:30

Ozempic, conocida como la "droga mágica" que están utilizando las estrellas de Hollywood para perder peso, fue aprobada en Argentina por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para el tratamiento de la obesidad.

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Ozempic, conocida como la "droga mágica" que están utilizando las estrellas de Hollywood para perder peso, fue aprobada en Argentina por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para el tratamiento de la obesidad.

Hasta ahora, Ozempic solo estaba autorizado en el país para el tratamiento de la diabetes tipo 2, pero su uso se ampliará después de su difusión en los medios mundiales y de que los especialistas reconozcan que cada vez más pacientes solicitan su uso.

Además, también se desea cancelar el circuito paralelo de acceso a medicamentos en pacientes no diabéticos que están accediendo al tratamiento sin prescripción médica y con descuentos que les permiten comprarlo por casi un 20 por ciento de su precio en empresas de medicina privada que no exigen la inclusión del diagnóstico en la receta.

La homologación está en proceso y aún pendiente de publicación en el Boletín Oficial. Se realizará con indicaciones terapéuticas específicas, buscando la pérdida y mantenimiento de peso en adultos con un IMC de 30 (obesidad) o hasta 27 (sobrepeso), en presencia de al menos una comorbilidad como la pre-diabetes, hipertensión, apnea del sueño o enfermedades cardiovasculares, entre otras.

Estas son las mismas indicaciones terapéuticas con las que fue aprobado en los Estados Unidos por la Administración Federal de Drogas (FDA).

Se estima que el acceso a este tratamiento generará una mayor demanda de la población en general, incluyendo a quienes tienen menos sobrepeso.

Obesidad: Encuentran un mecanismo cerebral clave

El consumo excesivo de alimentos con alto contenido de grasa o azúcar ha llevado a más personas a tener sobrepeso, pero también ha provocado una epidemia de enfermedades asociadas a la obesidad, generando problemas de salud y poniendo a prueba la resistencia de los sistemas de salud.

Una de las formas de acabar con esta crisis sanitaria es el estudio de lo que sucede en el cerebro cuando estamos expuestos a ciertos alimentos. Esta semana, un equipo dirigido por Michiru Hirasawa de la Memorial University of Newfoundland (Canadá) publica un artículo en la revista PNAS en el que trata de entender la relación entre la inflamación del hipotálamo, parte del cerebro que regula el equilibrio energético y nuestra sensación de hambre, y el consumo de dietas grasas.

Desde hace tiempo se sabe que las dietas ricas en grasas pueden conducir a un círculo vicioso difícil de detener. Estos alimentos producen una inflamación del hipotálamo que aumenta el apetito a niveles que hacen que comamos más de lo que necesitamos y aumentemos de peso.

Sin embargo, los científicos también observaron un efecto aparentemente paradójico. La inflamación en esta región del cerebro también se asocia con enfermedades como la anorexia y otras que provocan pérdida de peso. Hirasawa y sus colaboradores utilizaron modelos animales para tratar de averiguar cómo se regula esta relación entre la inflamación y los trastornos del apetito.

El hallazgo

En su trabajo, los investigadores muestran que las dietas ricas en grasas hacen que la prostaglandina E2 (PGE2), una molécula que regula procesos del sistema inmunológico como la fiebre, active la hormona MHC en el hipotálamo, lo que nos hace sentir hambre. Este mecanismo también puede explicar por qué la inflamación del cerebro a veces conduce al aumento de peso y otras veces a una pérdida excesiva. Si está en alta concentración y produce una inflamación intensa, la PGE2 suprime el apetito, pero si la concentración es menor, lo aumenta.

Los autores del estudio comprobaron que, mediante la modificación genética de los ratones que participaron en el estudio, se eliminaban los receptores de esta prostaglandina en las neuronas MHC, los animales estaban protegidos contra la obesidad o el hígado graso causado por la inflamación del hipotálamo asociada con una dieta rica en grasas.

Hirasawa reconoce que no es fácil predecir el resultado de la inflamación, porque la intensidad baja o alta es relativa, puede ser aguda o crónica, y puede involucrar a muchos órganos, células y moléculas diferentes. Sin embargo, aunque produzcan diferentes enfermedades, "Reducir la inflamación puede aliviar ambos síntomas". Por ello, la investigadora plantea que cualquier estrategia que logre este efecto puede ser útil desde varios puntos de vista.

"Por ejemplo, la dieta mediterránea es antiinflamatoria y se sabe que ayuda a reducir el peso en personas obesas o con sobrepeso". Por último, advierte que también es fundamental ser selectivo sobre cómo y cuándo se utilizan los tratamientos antiinflamatorios, ya que la inflamación también es necesaria para nuestro funcionamiento diario, por ejemplo, para curar heridas o combatir infecciones.

En un momento en que algunas previsiones apuntan a que en menos de una década hasta el 80% de los hombres y el 55% de las mujeres tendrán sobrepeso u obesidad y cuando las drogas para perder peso se están convirtiendo en éxitos de ventas, la posibilidad de encontrar dianas terapéuticas contra el apetito descontrolado despierta gran interés. Hirasawa cree que sus hallazgos "algún día podrían conducir a tratamientos para la obesidad".

Conocer el mecanismo a partir de la ingesta de alimentos grasos y cómo provoca inflamación que aumenta el apetito permitiría el desarrollo de tratamientos que utilicen esta diana. La modificación genética a la que fueron sometidos los ratones del estudio publicado en PNAS parece una opción muy radical, y hay que tener en cuenta que la PGE2 tiene muchas otras funciones además de inflamar el hipotálamo y darnos hambre. "Es de esperar que los tratamientos que bloquean este mecanismo tengan un efecto antiobesidad", dice Hirasawa. Sin embargo, concluye, "es fundamental identificar los efectos secundarios potenciales y probar su seguridad antes de usarlos".

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