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"Casi lo perdemos. Ahora puedo decir que está bien"

Virginia Villalobos recordó que como madre nunca mostró su angustia cuando su hijo padecía leucemia.
Miércoles, 23 de agosto de 2023 01:00

La historia de Virginia Villalobos es la de muchas madres que pasan años al cuidado de sus hijos, resguardando todo su entorno y ocultando la angustia para que crezcan con la mayor alegría pese a las circunstancias. Con recaídas en leucemia y dificultades a cada paso, su hijo hoy lleva una vida tranquila, estudia en un secundario, tiene sus pasatiempos, pero aspira a un espacio propio.

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La historia de Virginia Villalobos es la de muchas madres que pasan años al cuidado de sus hijos, resguardando todo su entorno y ocultando la angustia para que crezcan con la mayor alegría pese a las circunstancias. Con recaídas en leucemia y dificultades a cada paso, su hijo hoy lleva una vida tranquila, estudia en un secundario, tiene sus pasatiempos, pero aspira a un espacio propio.

Para la madre de Armando Naim Farid Pastrana Villalobos, su nacimiento fue normal, pero cuando tenía casi dos años notó que se sucedían infecciones urinarias, otitis y su caminar era como el de un anciano. En un principio le dijeron que tenía artritis infantil, pero por intuición insistió y luego de análisis le confirmaron una leucemia.

"Ahí comenzó la lucha para poder vencer la enfermedad, porque era él quien tenía que soportar todo, era chiquito", recordó Villalobos. Sostuvo que pese a que entonces estaban casados con el papá de Naim, Marcelo Pastrana, y luego se divorciaron, nunca dejaron de contener a su hijo ni mostraron su dolor.

"Nosotros tratamos de hacer que esa vida dolorosa para él sea alegre. Eso siempre le digo a las mamás, que jamás muestren su angustia porque ellos se angustian más", relató. Explicó que es mejor para su recuperación, porque el estado de ánimo es clave, entendiendo que no es lo mismo que un niño esté alegre que triste al ver a angustiados a sus padres por la enfermedad.

"Tratábamos de hacerle las horas, los días y los meses un poco más agradables mientras estaba internado. Nunca mostramos debilidad, porque muchas veces vemos que le hacen cosas a tu hijo, una quimio, es de terror para una mamá, dan ganas de sacarlo y que no le hagan nada. Es muy difícil, pero nunca lloré, volvía a mi casa y lloraba en la ducha", relató. Por eso, solían llevar juguetes para distraerlo de los pinchazos y las transfusiones.

A los cinco años autorizaron que pudiera ir al jardín, se cayó del pelotero y se golpeó la cabeza, lo que le generó una recaída, tuvieron que volver al protocolo médico y el pequeño estuvo un mes en terapia por un problema en el pulmón. "Casi lo perdemos, fue terrible", recordó y pasaron otros dos años con quimioterapia y en Buenos Aires le hicieron un tratamiento con rayos en la cabeza, para combatir células cancerígenas. Eran tiempos en que se complicaban mucho los tratamientos, desde el catéter que le cambiaban, la infección en el lugar donde le colocaban, una infiltración que hizo que le colocaran la quimioterapia por el brazo, repetir todo a corta edad.

Hizo su etapa escolar en la Escuela Belgrano y posteriormente, cuando inició el nivel secundario, su madre se percató que tenía problemas de aprendizaje, por lo que descubrieron en una evaluación, que fue una secuela del tratamiento de rayos. Había notado que estudiaba y al día siguiente no recordaba nada, con lo cual confirmó su sospecha y su madre entendió que debió tener acompañamiento desde ese entonces. Su niñez la había transcurrido tranquilo, pese a que no hacía actividad física por precaución, ya que tenían temor a un nuevo golpe y porque veían experiencias de otras madres cuyos niños al jugar en bicicleta y golpearse los testículos, tenían recaídas.

"Ahora puedo decir que está bien, está hace seis años fuera de tratamiento, sólo con controles, estos son más distanciados, en febrero nos dieron fecha para el último control en febrero del año que viene", explicó su madre. Explicó que "si le dan el alta definitiva, podríamos decir que terminamos".

Actualmente Naim Pastrana tiene 15 años y cursa el secundario en el Colegio Nº 3 "Éxodo Jujeño", a donde asiste y tiene el acompañamiento del equipo interdisciplinario de Ikigai, seguido por un profesor asesor. Si bien no es un joven que se relaciona mucho ni sigue las actividades estudiantiles, se siente más cómodo leyendo sus libros y revistas, usa Legos y juegos Fornite en la computadora, e inclusive se hizo un canal de YouTube donde sube videos que edita.

Aunque tiene otra hija mayor, el cuidado de Naim siempre fue con precisión. Se turnaban con su exmarido para no dejarlo solo nunca en el hospital. De adolescente el cuidado no disminuyó, se llevaron un susto al enterarse que un joven ya expulsado le hacía bullying y amenazaba su vida, con lo cual previo reclamo, lo buscaban y cuidaban hasta que una vez más "pase el peligro".

El sueño de tener un espacio propio

Hoy Naim Pastrana no recuerda los tiempos de internación, el recuerdo sólo se le asoma cuando pasa por el hospital. De hecho, sorprendió a su madre cuando le tocó enviar un mensaje mediante la Fundación Tinkuna Kama a otros niños, también pacientes oncológicos, al recomendarles tratar de estar alegres y ser felices.

En ese mensaje el joven Naim Pastrana Villalobos expresaba: "Ustedes no tienen que pensar en el dolor que tienes o ponerse triste porque eso les hace mal, tienen que ser felices, positivos porque ustedes no saben qué día les pueden decir que ya pueden irse a su casa, por eso siempre tienen que saber que Dios siempre los está cuidando". De esa manera, daba cuenta del resultado del trabajo de sus padres.

Ya está en el secundario pero tiene aún un sueño por cumplir, un espacio propio, ya que comparte con su madre la habitación en la vivienda de sus abuelos, con quienes conviven. Villalobos recordó que por muchos años tuvieron que alquilar por los requerimientos y cuidados necesarios por la enfermedad, y pese a que gestionaron al Instituto de Viviendas de Jujuy (Ivuj) nunca tuvieron eco para lograr una mejor calidad de vida.

En el camino destacó también la labor de la Fundación Tinkuna Kama, que es de gran respeto para Villalobos y de otras madres que pasaron por lo mismo. Destacó que su directora, Ivone Rivera, siempre busca cubrir las necesidades de los niños- pacientes, y procura también que estén alegres y disfruten de momentos agradables, además de gestionar y acercarles ayuda de lo que necesiten.