Las siluetas de los cerros imponentes de Maimara que se vislumbran gracias a los primeros rayos del sol acompañado del silencio característico de las primeras horas de la mañana al esperar el transporte que nos lleva a nuestros lugares de trabajo, muchas veces nos permite tener un momento de reflexión. Es agosto y es indudable pensar que es un mes de gran relevancia para los jujeños, es un mes que se hace esperar principalmente por la realización de la ceremonia a la Pachamama pero también por un hecho que se lo considera fundacional por el heroísmo y valentía de nuestra región, el 23 de agosto: El Éxodo jujeño.
inicia sesión o regístrate.
Las siluetas de los cerros imponentes de Maimara que se vislumbran gracias a los primeros rayos del sol acompañado del silencio característico de las primeras horas de la mañana al esperar el transporte que nos lleva a nuestros lugares de trabajo, muchas veces nos permite tener un momento de reflexión. Es agosto y es indudable pensar que es un mes de gran relevancia para los jujeños, es un mes que se hace esperar principalmente por la realización de la ceremonia a la Pachamama pero también por un hecho que se lo considera fundacional por el heroísmo y valentía de nuestra región, el 23 de agosto: El Éxodo jujeño.
Desde la actualidad muchas veces repensamos esta época colonial del siglo XIX y en varias ocasiones lo hacemos considerando las sensaciones y pensamientos que pudieron tener nuestros ancestros, por ejemplo pensándolo desde un pueblo como Maimara que sabemos que era un pueblo de tránsito obligado ya que por el mismo pasó el camino carretero que unía a las postas de Hornillos y la de Huacalera, estas postas fueron de gran importancia ya que eran un lugar de refugio para los arrieros y para el descanso o recambio de los animales de carga. Podemos sumar a esta aseveración los relatos que perduraron en el tiempo gracias a los vecinos del pueblo que por medio de los recuerdos de sus abuelos y bisabuelos permiten dar cuenta de los sacrificios que tuvieron que hacer para sobrevivir en esta época bélica, en donde la guerra y los enfrentamientos ya estaban naturalizado, escapar detrás de los cerros o prepararse para luchar. Es así que nunca falta la aseveración de considerar el coraje de cumplir una orden de dejarlo todo porque no había una alternativa de defensa armamentística suficiente para defender el territorio, las diferencias bélicas estaban demostradas y el momento de incertidumbre estaba a flor de pie por las noticias que llegaban del Alto Perú, posiblemente la más temida como la matanza de niños y mujeres de Cochabamba y es momento de tomar decisiones: aceptar la orden, desobedecer o aliarse con otros grupos, ¿qué hubiéramos hecho nosotros ante las mismas condiciones?, ¿seriamos capaces de dejarlo todo? ¿nos quedaríamos a aceptar la triste agonía de la muerte aun sabiendo que vienen a arrasar sin contemplaciones? Hay que tener en cuenta, igual que ahora que el futuro no está escrito y que los resultados que hoy conocemos era una de las posibilidades, pero no la certera, cada decisión va forjando un hecho que todos esperamos que sea positivo para toda la comunidad. Es por lo cual que al igual que años anteriores debemos tener en cuenta que nuestras decisiones son de gran valía y que justamente demuestran una convicción de trabajo comunitario y estratégico.